martes, noviembre 03, 2009

El anillo cap.1

A veces resulta que a mi mujer, y con toda la razón, le da cierta pereza cocinar. Es entonces cuando decidimos o comer fuera o comprar comida ya preparada.
Y esto es lo que nos pasó ayer. Los lunes y miércoles acompaño a mi hija en moto a las 8h de la tarde a los ensayos de ballet, para luego recogerla a las 9 : 20. Es en este intervalo de tiempo en el que me dedico a comprar la comida ya preparada. Y escogí, como habitualmente, comprar algo en la Charcutería Molina, porque nos gusta el tipo de comida que preparan.
De camino a la escuela de baile, me fijé que había una ambulancia en el kiosko de Via Augusta, justo al lado de la charcutería. Pero no le dí mas importancia. Deje a Elisabet y me dirigí a la charcutería para comprar la cena. Elegí de primero una ensalada de arroz y de segundo un fricando. Todo calculado para cuatro personas porque a pesar de que con Tati , la americana que vive en casa, somos cinco, siempre sobra comida.
El hecho es que el que habitualmente me atiende, el fiel Fernando, que me extraño no verlo detrás del mostrador y al preguntar por él me explican lo que le acababa de pasar al bueno de Fernando, ni más ni menos que deshuesando una pata de jamón se había cortado tres dedos. Enseguida se dieron cuenta de la importancia del accidente y llamaron a urgencias.
Ahora me explico lo de la ambulancia. El bueno de Fernando se ha cortado la mano. En fin parece que dentro de la gravedad está todo controlado me dicen.
No le doy más importancia. Recojo a mi hija de ballet, y por fin a cenar. El encargo de la cena. Macarrones y fricandó.Los macarrones gratinados, en su línea. Creo que no son los mejores que he tomado pero dadas las circunstancias están la mar de ricos. El fricandó, que no siempre lo tienen, lo bordan. Con su salsita que creo yo que deben de poner un poco de vino.
La cena un éxito. Las niñas encantadas si no fuera por lo poco que comen. Yo repito fricandó, cuando masticando me encuentro con un trozo de carne excesivamente duro. Me lo trago y luego lo ayudo con un gran sorbo de agua. Y pienso “que raro, porque siempre la carne se deshace” un día tonto lo tienen cualquiera pienso imaginándome al cocinero. Bueno una gran cena. Pero lo mejor la salsa. Aunque ya estoy “saciado” siempre me ocurre que la gula de último momento hace que coja un trozo de pan para rebañar la salsa. Y lo hago. Si es que así nunca adelgazaré. Cuando me doy cuenta que en la salsa hay algo que brilla. Lo separo con el tenedor y me sorprendo al constatar que es un anillo. “Debe ser el mío…” pienso confiado antes de mirar a mi dedo y darme cuenta de que yo lo llevaba. Joder!. Que para no montar un numerito me levanto de la mesa para recoger los platos. Llego al fregadero lo cojo con los dedos y le paso agua. Me pongo mis gafas de leer y leo la inscripción del anillo que pone Fernando – Silvia 28 / 05 /74.
Que mal rollo y eso que la salsa estaba para chuparse los dedos. Aunque fueran los de Fernando!!!


1 comentario:

Anónimo dijo...

ya te digo que además de un blog tienes que escribir un libro.

Por cierto imprime el blog de hoy y llévalo a la charcutería, les hará gracia y quizás te regalen la cena del mércoles... que tal unas manitas de cerdo con nabo de la Cerdaña...