“Joder Eduardo que pringados somos. De guardia el Domingo por la tarde!” decía Liberto el agente 2367 de la guardia urbana.
La verdad es que Liberto estaba pasando una mala racha. Marta, su novia de toda la vida, lo había dejado por malos tratos. Aunque Liberto se consideraba una persona tranquila, cuando perdía los nervios se convertía en un energúmeno.
“la muy puta de mi novia. Seguro que me ha dejado porque tiene un amante” le comentaba Liberto a Eduardo mientras esperaban de pie observando el poco tráfico que subía de la calle Balmes en busca de alguna presa.
“no digas eso Liberto. Igual te ha dejado porque se ha cansado. Y ya está. Ya volverá” le comentaba intentando tranquilizarlo Eduardo. Hacía muchos años que se conocían. Desde que tenían 21 años que Eduardo ingresó en el cuerpo. Eduardo era gay. Pero también hetero aunque Liberto lo desconocía. De él era del último que sospecharía. Pero Eduardo se sentía mal. Porque casi una vez al mes se veía con Marta. Si, era gay, pero con Marta hacía excepción. A Marta le encantaba porque una vez al mes podía explicarle a alguien que su novio le pegaba. Eduardo le escuchaba. Y luego hacían el amor, pero eso era lo de menos para Marta. Y probablemente para Eduardo. Sabía por el carácter de Liberto que si alguna vez los encontraba juntos. A ella le daría una buena paliza, y a él lo mataría. Era un cabrón y no aceptaba la adversidad.
Ese Domingo 25 de octubre a las 4 de la tarde Liberto estaba especialmente irascible.
Eduardo no solía hacer guardias con Liberto. No lo soportaba. Era muy agresivo. Y siempre le mandaba, aunque no tuviera más rango que él.
“!para a ese!” miraba hacía el semáforo en donde habían dos coches y una moto paradas. Esperando el verde.
“¿se da cuenta de la infracción que ha cometido?” le preguntaba al motorista cuando se sacaba el casco el piloto y su acompañante.
“no agente. Me puede decir qué he hecho?”
“pues ha invadido el carril contrario!”
“joder Agente….si no he hecho nada. A lo sumo pisar la continua…- le esgrimía el motorista con un tono suave intentando que el agente no le denunciara.
El motorista parecía cansado. “se va a enterar!” pensó Liberto
“Además, desde esta posición no puede ver nada” le decía el motorista señalándole el semáforo.
“No me diga a mi lo que veo o no veo” Liberto se empezaba a encolerizar
“Hasta aquí, podíamos llegar“ seguía .” Usted invadía el carril contrario, y como me diga que no, le pongo que lo invadía con peligrosidad y le sacan dos puntos y una multa de 150 euros!.” “Que ya está bien las putas motos siempre cometiendo infracciones!”
“Ha dicho las putas motos?” – preguntó el motorista
“digo lo que me pasa por los cojones!” “ Y déme el carnet de conducir “ intentando tranquilizar su tono.
Mientras Liberto le tomaba los datos, el motorista se dirigió al agente Eduardo, que había intentado mantenerse al margen. Eduardo estaba seguro que Liberto tenía ganas de “liarla”.
“Oiga, agente…usted ha visto que yo hiciera una infracción?”
“lo siento, pero yo no estaba mirando…ha sido mi compañero el que lo ha visto…” Se excusaba Eduardo.
El motorista se dio cuenta que no tenía nada que hacer. Indignado, cansado porque había estado toda la mañana en un barco esperando el ansiado viento que al final no llegó. Cansado porque se le estropeó el motor del barco y se dejó el brazo de los tirones que llegó a dar al cabo de arranque del puto motorcito Yamaha. Cansado porque eran las 4:30 y todavía no había comido. Pero sobretodo cansado de encontrarse a gente sin escrúpulos que utilizan su “poder” para joder a la gente.
1 comentario:
creo que conozco al motorista y creo que me he cruzado con el "libreto" ese alguna vez...
Tantas veces he pensado eso de que el plano personal afecta al púramente profesional, te toca un "tocapelotas " policía y palmas, pero y si te toca un juez, o un fiscal, o un inspector de hacienda... y encima el barça ha perdido
que profesionales tenemos en el sector público, no?
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