martes, septiembre 08, 2020

de naúfragos ilustres



Pensando en la salida en Laser el otro día en el que rescaté a Miguel en el agua, su barco había volcado pero marchaba a una velocidad imposible de llegar nadando. Buen susto si no lo hubiera visto.

Habría  legado a las playas de Badalona unas horas después. Había mucha corriente.

Me viene a la memoria la anécdota de Jacinto Rodriguez, armador del Duende, que en el 2015 haciendo el transporte del barco para participar en la Copa del Rey ( es decir llevando el barco desde Barcelona a Mallorca ) a las 3 de la madrugada con un fuerte viento de 35 kn la botavara trasluchó violentamente y lo tiró al mar. A unas 12 millas de la costa.

El tema es que viajaba sólo con su yerno y su nieto pero estos no se dieron cuenta hasta 30 minutos después. En un barco de noche navegando rápido 30 minutos es una eternidad.

Jacinto contusionado y lesionado en una pierna veía a su barco alejarse rápidamente. No temía a la muerte pero nunca pensó que moriría. Tenía entonces 84 años.

Pensaba que como era imposible llegar a la costa nadando, tenía que aguantar  flotando. De hecho no era nada fácil porque las olas le golpeaban la cara. El estaba convencido  que le rescatarían  se negaba a morir, no podía morir así.

Sin que tan siquiera hubiera hecho testamento. No se desprendió de la camisa porque le daba más visibilidad ni del reloj aunque reconoció que le pesaba y que si moría era la única manera de reconocerlo.

Lo que si evitaba  era nadar, ni crowl ni mariposa porque eso le podría debilitar. Sabía que su vida dependía de su capacidad de aguante. Y no se podía cansar.

¿Qué debes pensar mientras estás flotando en mar abierto de madrugada, herido y cansado? Espero nunca saberlo. Lo cierto es que lo localizaron desde un helicóptero a las 9 am  (seis horas después) y enviaron a un velero que estaba relativamente cerca a recogerlo.

Lo rescataron en buen estado lo ingresaron en el hospital de Palma , al día siguiente ya volvía a navegar en su Duende.

Todo un personaje desde luego, tuvo suerte, al contrario que el gran Eric Tabarly que se cayó del barco en un temporal en el mar del Norte de su querido Penn Duick . Bueno se supone que se cayó porque el barco lo encontraron a la deriva y sin nadie a bordo.

Dicen los que mueren y luego sobreviven. Que es como una luz al final del túnel. Lo que se conoce como  ECM. (Experiencia Cercana a la muerte).

Momento curioso que ves a todo el mundo en la habitación despidiéndose. No sientes dolor, sino paz interior. No creo que desde el agua  se tenga tiempo de pensar todo eso. 

Y de repente abres  ojo. Y todo el mundo pensando que ha sido un milagro.

-Qué pasó? Has visto a dios?

-Nooo que va! solo a san Pedro que no me ha dejado entrar por no llevar la mascarilla, así que aquí estoy de nuevo. Para daros el coñazo!

-Pues vaya cómo si te importara contagiarte de Covid. Total...ya estabas  muerto.

-Ya vés.

Igual Eric no murió. No encontraron el cadáver. Igual se fugó a una isla paradisiaca para vivir pasando desapercibido. Igual nunca lo sabremos.

La pregunta que me hago es que quien encontró  el Penn Duick a la deriva  según las leyes del mar , tiene  el derecho a quedárselo. Ese barco es historia viva de la navegación. 

A estos hombres del mar les falta un tornillo. O igual con el salitre se les ha oxidado. Sorry…se nos ha oxidado!

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