Yo al principio me presenté con Bush, porque como el premio era de “mono tipos”, y claro con ese "tipo de mono" de cola verde…pero no, resulta que era la regata en el RCNB.
El sábado fue un día duro. Apasionante, pero duro. Es lo que suele pasar cuando te pasas de las diez a la mañana hasta las cinco de la tarde con viento intenso, dentro de un velero de 7, 5 metros.
Cansado no es la palabra. Yo diría más bien agotado. Lo normal es que en una jornada tengas dos o hasta tres regatas. Pero hoy han sido cuatro. El mar cansa. Y los momentos de tensión se acumulan. Hemos aprendido a superar casi todos los imprevistos. Hemos sufrido roturas en el material, y varias situaciones de las que hemos salido airosos. Siempre llevo conmigo a mi fiel “leatherman” por si debemos cortar algún cabo in extremis. Es curioso lo que te pasa en las regatas. Te transformas y te llegas a olvidar de todos los problemas. Los propios y los ajenos. El momento de la salida es uno de los más emocionantes. Tocan “atención” y empieza la cuenta atrás. Cinco minutos para la salida. Izas la vela de proa. Estudias la línea de salida, por dónde saldremos, que si por boya o por barco. Cual es el rumbo de viento y si se muestra constante, que hacen los demás barcos, por donde se preparan para salir. Hay corriente, y como influenciará en la regata. Último minutos. Has calculado la velocidad con la que te puedes acercar a la salida pero no pasarte, vas soltando y cazando velas. Se trata de ganar la posición. El corazón se acelera. La adrenalina fluye con intensidad. La concentración es máxima. Cada uno de los cinco tripulantes sabe que es lo que debe hacer. Y entonces el bocinazo que marca la salida. Se trata de intentar ganar la máxima velocidad y escoger la mejor opción para llegar a la boya de barlovento para luego bajar. Constantemente te vas cruzando con los otros barcos, y eso también genera algo de tensión. Pasaremos o no en el cruce. Vamos en la amura de babor debemos ceder el paso. Debemos de elegir viramos antes del cruce o caemos en su popa. La toma de decisiones es constante.
No sólo eso sino continuamente que puedes hacer para ganar velocidad. Y luego la llegada. Si fallamos en la trasluchada nos pasan. Hay que concentrarse.
Es realmente intenso. Al final quintos de seis. Vaya puta mierda de resultado.
El problema no es el resultado en si, sino en pensar que hemos hecho mal. Porque no corremos ni hacemos el mismo rumbo que los demás y que podemos hacer mañana para mejorar.
Soy consciente de que tenemos muy pocas posibilidades de estar entre los dos primeros barcos. No somos profesionales y ellos sí. Pero si que podemos estar los 3º o 4ºs.
Entiendo que tienes de ser especial para que te guste todo eso. Porque además no es gratis y te saca mucho tiempo. Pero debo ser algo masoquista. Porque me encanta. Por mis venas corre salitre y mientras pueda seguiré. Lo que no quiere decir que tengo el cuerpo como si me hubieran pegado una paliza. Voltaren y al cama. Que mañana más!
Ya Domingo. Me duele todo. El día ha sido bueno. Con viento pero no tanto. Eolo se ha comportado. Como siempre las chapucillas habituales. Limpiar la bujía y arreglar un candelero. Una vez en mar nos hemos dado cuenta de que había que subirse al palo para poner un pasador en la cruceta. Y ya me veis colgado en el palo como si fuera un mono africano de cola verde.
Llevo desde el año 2000 participando en todas las regatas de Mayo, que son ya unas cuantas. Sólo recuerdo que fallé en una, cuando coincidió con la comunión de mi hija. Pero aparte de ese día ya no he vuelto a fallar. Eso es mucho vuelo de pájaro para ir pensando en anidar. Y algún día llegará cuando seguiré la regata desde la cubierta de mi tranquilo barco, con un gin tónic por supuesto. Todo se andará.
2 comentarios:
avísame cuando llegue el dia del gintonic tranquilo...
pronto,pronto tio lino!
Publicar un comentario