Tomás había negociado con Toni Maristany su finiquito..
No fue difícil en la situación que se encontraba. Necesitaba descubrir el porqué de muchas cosas que le habían pasado. Y para ello requería de tiempo y de dinero. Tenía que hacer un viaje a Perú. Iba a ayudar a Isabel, costase lo que costase. Además tenía la intuición de que mucho de todo eso que no sabía que era pasaba por la Hacienda de la viuda.
Y estaba, una semana después del mensaje en el contestador, allí sentado en el asiento 32 F del Airbus con destino Lima. .
Después de muchas horas de viaje, aterrizaba en el aeropuerto de Lima. Alquiló el mejor coche disponible y debía ser un 4x4 porque tenía de llegar a Vichite, pasando por Iquita. Después de un trayecto con el que le dijeron era último modelo de Toyota. Manda guevos. Por no tener, no tenía ni aire acondicionado. Llego a Iquita y preguntando se alojó en la posada “los ángeles”, gracioso nombre para una cutrez como esa. En Iquita no había turismo. Sólo pobreza que cuando se asomaba la noche se convertía en delincuencia. Todas las mujeres que estaban a esa hora en la calle debían prostitutas, pensó Tomás.
Las calles estaban sin asfaltar y casi a oscuras. Una tenue luz iluminaba la calle a trozos. El había aparcado a unos quinientos metros de la posada. Le sorprendía que casi no hubieran coches. Las mujeres se le iban acercando ofreciéndole hacerle de todo y dejarse hacer de todo, por tan sólo dos dólares. Cuando vio a Rosana.Estaba apoyada a una pared y fumando. Ella no le reconoció mientras el se acercaba a ella, enseñándole todo el pecho, como si fuera un manjar. Cuando se dio cuenta de que era Tomás, se volvió a tapar. Era peligroso la estaban vigilando.
- Vamos a mi hotel – Le dijo Tomás susurrándole en la oreja
- Te tendré que cobrar…- le sonrió Rosana
Cuando se acerco, el que debía ser el chulo.
- Si te interesa tengo más jóvenes, negras o niñas…- le ofrecía el chulo a Tomás
- No gracias. Me gusta esta. – Le dijo guiñándole el ojo a Rosana .
Y entonces desaparecieron entre la oscuridad hasta alcanzar la posada.
- Necesito una habitación – Dijo Tomás al sudoroso recepcionista con una camiseta de algodón sin mangas.
Sin decirle nada le dio la llave con el número tres.
- Son 50 $ y sin escandalos. Me ha entendido?
- Ok
Entraron a la habitación y Rosana se sentó en la cama. Se tapo la cara con las manos y lloró. Lloraba de desgraciada. Tomás no sabía que hacer. Se sentó a su lado y le abrazó.
- Rosana…te sacaré de esto. Te lo juro. – le dijo Tomás mirándole a los ojos.
Era extraña la sensación de cariño que Tomás tenía por esas dos mujeres. Era consciente de que le habían salvado la vida, y que estaba en deuda con ellas.
Rosana le explicó que dos días después de su marcha, vinieron cuatro hombres a buscarlas. Uno de ellos era Mateo, el chulo del que se habían escapado en Iquita la primera vez. Le preguntaron por Isabel, y Rosana contestó que se había marchado hacía unos días. Se lo creyeron. La violaron los cuatro, y la dejaron sin prácticamente vida. Respiraba pero le robaron la poca de dignidad que le quedaba.
La cargaron en el maletero abierto de una pick up como si fuera basura y la devolvieron al prostíbulo.
Mateo la ofrecía por una cerveza. Y a veces gratis. Rosana volvió a las drogas, era lo único que le hacía olvidarse de su desgracia.
- Hijos de puta!- Exclamó indignado Tomás . Le ayudó a levantarse y le dijo vámonos.
- Salieron por la ventana de la habitación. Por suerte daba a una escalera en la parte de detrás del edificio. Apenas se veían. Cuando accedieron al patio trasero del hotel, Tomás decidió no coger la calle principal y rodear la zona de casas hasta llegar a la explanada donde había aparcado su Toyota.
Tomás encendió el coche y aceleró. Los habían descubierto porque veía como dos personas les perseguían por el retrovisor hasta que pasados doscientos metros cesaron en su empeño con el puño en alto, y Tomás se imagino que soltando algún improperio sobre su madre.
- Donde me llevas Tomás?
- Vamos a Vichite a buscar a Isabel.
Era difícil avanzar por esos caminos de tierra a oscuras a pesar del Gps de mano que llevaba Tomás. Así que decidieron pararse y dormir un poco en el coche hasta que amaneciera.
Con los primeros rayos de Sol, Tomás se puso en marcha. Rosana dormía. Pero Tomás no la despertó. No la necesitaba para orientarse.
Al cabo de unas horas llegaron a Vichite. Rosana entró precipitadamente en su casa temiendo lo peor. Pero ahí estaba Isabel, pelando patatas, cuando se giró y los vio.
Se abalanzó hacia Isabel y se fundió en un fuerte abrazo. Lloraban las dos. Al cabo de un rato Isabel se dio cuenta de que Tomás estaba ahí, y se fue a abrazarlo.
- Gracias, gracias, gracias….no sé que decir.
- No me digas nada. No hace falta. No os iba a dejar – explicó Tomás- pero ahora debemos marchar porque esos hijos de puta volverán…
Rosana e Isabel lo miraron asustadas.
- No hay opción chicas. Nos vamos de aquí. Coger los que necesitéis y nos vamos.
- Pero donde vamos a ir
- No os preocupéis. Que iremos a un lugar seguro. Primero quiero pasar por la Hacienda de la viuda y de ahí a el aeropuerto de Lima. Ellas se miraron. Nunca habían estado en Lima y menos coger un avión.
Se abrazaron otra vez y se fueron a recoger sus cuatro enseres. De hecho era todo lo que tenían. Isabel cogió una caja que hacía las funciones de joyero. Se le cayó y Tomás vio varios billetes de cien dólares, algunas pulseritas de plata y un reloj. Era un reloj que conocía perfectamente. Un Rolex GMT- II Master como el que antes de morir le había regalado su padre.
- Isabel déjame ver ese reloj. – dijo tomas un poco nervioso
- Toma…nos lo encontramos en el río. …- intervino rápidamente Rosana
Tomás lo cogió y observo la tapa del reverso. Tenía grabada la fecha de su nacimiento. No tenía duda. Era su reloj.
- Este reloj es mio. Me lo habéis robado. – dijo Tomás muy enfadado. – Encima de lo que he hecho por vosotras….
- No, no ….!!no te lo hemos robado!!- grito Isabel al apreciar el enfado de Tomás.
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