El sargento Rioné iba cruzando las calles arrastrando mi bici y yo lo seguía a una distancia prudencial. No paraba de pensar que es lo que podía hacer cuando se metiera en una portería. Yo no era lo suficientemente fuerte para reducirlo. Entre otras cosas porque él era policía y seguramente llevaría pistola. Además era obvio que lo único que haría sería levantar “la liebre”, y aunque le cogiera “in fraganti” con mi bici, el podría inventarse cualquier cosa. Es decir, que lo tenía muy complicado. Por lo pronto, intentaría controlar sus movimientos. Giró por Enrique Granados hacia abajo y se metió en el segundo portal a mano izquierda. En el número 85.
Me pasé una hora mirando por si salía, hasta que me di cuenta que era absurdo, que podía pasarme horas y horas, que probablemente él vivía ahí y que igual no salía de casa hasta el día siguiente.
Desde luego yo no soy ni un James Bond ni nada por el estilo, ni intento complicarme la vida, por lo que el no saber que podía hacer me ponía de mala leche. No paraba de preguntarme que coño hacía el sargento con mi bici.
Porque evidentemente si la hubieran recuperado me habrían avisado. Me planteaba muchas pregunta.
¿Sería posible que Rioné fuera “Felipe” el Friki de Merche, o como se llamara?. ¿Porqué no había querido acreditarse en la tienda de bicis?’ ¿Porqué me atendió él en la comisaría dando la sensación de que me estuviera esperando?.
Y ahora qué?- no paraba de preguntarme
No sabía a quién acudir, bueno exactamente si sabía a quién no acudir, evidentemente a la policía.
Después de pensarlo durante unos días , me decidí investigar por ni cuenta. Como yo tenía que trabajar opté por controlar los movimientos de Rioné a través de una agencia de detectives privados.
Concluí que si quería llegar al fondo de la cuestión debería involucrarme en investigar que carajo estaba pasando.
Evidentemente debería intentar que Rioné no sospechara nada. Porque si Rioné era culpable tarde o temprano lo descubriría.
No era un tema de dinero, porque había conseguido que el seguro de mi casa se hiciera cargo de un porcentaje del valor de los cuadros y de las joyas. Lo de los relojes lo tenía complicado. Era más un tema de orgullo.
Pasados unos días, ahí estaba, en la recepción de una agencia de detectives llamada Detectives Poc en la calle Balmes 187. Era un despacho pequeño pero correcto, amueblado con muebles de oficina baratos.
Ramiro Poc ,que así se llamaba, el detective privado que se presentó educadamente. Me hizo pasar a su despacho.
“Usted dirá…” – dijo Ramiro sentado detrás de su escritorio abriendo las manos.
"Necesitaría toda la información de todo lo relacionado con una persona. He sido objeto de un robo y creo que esa persona tiene mucho que ver" le explicaba a Ramiro
"De esa persona solo sé que creo que vive en la calle Enrique Granados y que es policía..." -proseguí con mi relato, cuando a Ramiro se le escapó un “coño, vaya marrón!”.
“¿Puedes aceptar mi encargo?”- le pregunté a Ramiro
“Pues en principio. Pero tiene de explicarmelo todo.Somos profesionales y tenemos capacidad y experiencia para conseguir información de cualquier persona. Hasta del Papa de Roma”- comentaba con cierto orgullo Ramiro
Piense que nuestro trabajo se basa en la máxima discreción y en la confianza de nuestros clientes…-argumentaba Ramiro
“Pues espero que tenga un poco de tiempo, para oír mi historia” le dije
“el tiempo que necesita…Comience por favor”
Entonces le expliqué desde el principio con todo detalle lo que me ocurrió desde el día en que oí el grito de socorro…
Ramiro era joven , unos veinticinco años. De constitución atlética, calculaba que debería medir metro noventa. Con la tez morena y el cabello rizado. Ojos muy azules. Si no lo oyeras hablar parecía que fuera brasileño.
Ramiro me explicó que la agencia la había creado su padre y que éste murió por enfermedad el año pasado. Ahora llevaban la Agencia entre su hermano Gabriel y él.
Aceptaban todo tipo de trabajos, aunque lo más normal era controlar las infidelidades y también los contrataban empresarios para certificar que las bajas por enfermedad tuvieran su fundamento. Lo de seguir a un policía era algo totalmente nuevo para él.
Ramiro me hizo el presupuesto por la información sobre Rioné, sin entrar en el tema de la búsqueda de Merche ni cualquier tema derivado del incidente.
- Le parecerá algo caro , pero le aseguro que quedará contento...- dijo Ramiro mientras me enseñaba el presupuesto.
“Joder, es una pasta, pero espero recuperarla con creces” - Pensaba mientras me despedía de Ramiro .
Al cabo de un mes aproximadamente la secretaria de Detectives Poc me llamaba para entregarme el informe de Rioné.
Ramiro me entregó el informe, y se levantó mientras yo miraba el extenso dossier.
- Le dejo sólo para que se miro el informe con tranquilidad...no tengo prisa, cuando se lo haya leído me avisa y lo comentamos – me dijo Ramiro amablemente
Debo reconocer que, aunque caro, el informe de cincuenta y ocho folios sobre Rioné era muy completo. Desde la bibliografía de Rioné, hasta fotos de los bares y restaurantes donde había ido durante el último mes.
Fotos de su piso. De las habitaciones…!joder! !Tenía todos mis cuadros en una habitación!. Reconocí en una foto a Merche cenando en un restaurante del Borne con Rioné.
¡Que hija de puta!- Exclamé cuando observaba una serie de fotos de Merche en actitud cariñosa.
Ahora sabía que Merche y Rioné vivían juntos. Solo debía seguirla para saber donde trabajaba, si es que trabajaba…ahora estaba seguro de que todo había sido un plan meticulosamente pensado.
Seguí leyendo el informe. “menudo pájaro” pensé al comprobar que salía casi cada noche y que solía pasar parte de la noche en un prostíbulo de la calle Aribau, a pesar de vivir con Merche.
Estaba dispuesto a llegar hasta el final.
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