La verdad es que hasta que no entramos en la portería no deje de preguntarme porque había sido tan ingenuo de imaginarme que no me hubiera reconocido.
Ahora no sabía donde me quería llevar, pero evidentemente no había marcha atrás. ¿Qué podía hacer yo? ¿Irme corriendo? Era absurdo. Lo único que podía hacer era intentar recuperar mis cuadros y mi dignidad.
El ascensor era de aquellos de madera, que en su época había tenido su gracia, pero que estaba “tuneado” con palabrotas como “hijos de puta”.
Ostras igual el que escribió eso también le habían robado. No hablamos mucho, porque yo no estaba en condiciones de follar, sino lo que quería era interrogarla.
Cuando abrió la puerta me dí cuenta de que ese no era el piso que había visto en las fotos del informe de los detectives. Aunque Ramiro me aseguró de que vivían juntos.
- Bueno…- le dije yo mientras me sentaba en el sofá- ¿Me puedes preparar un Gin Tonic, Merche? – Le dije sonriendo cínicamente.
La verdad era que quería que todo eso acabara, porque era una tortura. Era extraño pero ya no sentía miedo.
-¿ Qué quieres que te diga? – Me preguntó mientras desde la cocina con la puerta abierta me preparaba el Gin Tonic.
- Joder. Pues no lo sé. Pero por lo menos una disculpa.
-¿Por haberte engañado? ¿o por robarte? Soy delincuente además de puta. Y he tenido una vida en la que mi forma de vivir es sobrevivir. ¿Quieres que me disculpe ante un señorito que lo ha tenido todo fácil en la vida? Pues no tío, que te jodan. Sino te hubiera reconocido ahora estaríamos follando, y tu disfrutando, te correrías y luego me hubieras amordazado e interrogado no? ¿o me equivoco mucho?- me decía con resentimiento.
Tenía toda la razón en el fondo para mí era una cuestión de “hipotética” dignidad, pero para ella era su forma de vivir con la esperanza de que un golpe de suerte le alejara de los prostíbulos.
- ¿ Y ahora qué? ¿ Qué quieres hacer?- Me preguntó mientras miraba su reloj
- No lo sé. Dímelo tu….- le dije yo- ¿me dejas explicarte un chiste? E igual se me nos ocurre una solución…
- Te gusta Bach?. Quiero que oigas La cantata nº 147...y ya puedes explicarlo..te escucho...
y entonces comencé a contar el chiste:
“Tres hombres llegan simultáneamente a las puertas del cielo. San Pedro sale y les dice:
-'Tenemos malas noticias para dos de ustedes; se nos cayó el sistema en el área de admisiones y sólo puedo dejar entrar a uno de los tres esta semana. Los otros dos tendrán que esperar en el infierno unos días mientras reparamos el fallo, lamentablemente no puedo hacer otra cosa'.
San Pedro continuó explicando: -'La persona que cuente la mejor historia de cómo murió, será la que Pueda entrar en el cielo hoy'.
Los tres hombres asintieron.
San Pedro los hace pasar de uno en uno a su oficina para que los otros no escucharan y no pudieran mejorar su historia.
El primer hombre pasó y empezó a relatar:
-'Presentía que mi mujer me estaba engañando, así que esa tarde llegué temprano... Subí los 25 pisos del edificio por la escalera para no hacer ruido con el ascensor..., abrí la puerta de mi apartamento y allí estaba ella, tendida en el suelo y ¡desnuda! Sabía que la había pillado. Corrí por todo el apartamento en busca del amante; arriba, abajo, debajo de la cama, en todos los armarios... ¡NADA! Estaba a punto de pedirle disculpas
por ser tan mal pensado, y mientras ella me decía que siempre hacia gimnasia desnuda, oí unos ruidos en la ventana...... ¡¡SCRATCH, SCRATCH,
SCRATCH...!!! Abrí la ventana y allí estaba el hijo de puta, colgando de la cornisa. Agarré mi bate de béisbol y le di duro en la cabeza. Vi cómo
se caía, pero tuvo suerte el infeliz y aterrizó en un montón de bolsas de basura. ¡Se estaba moviendo! Desesperado porque se me escapaba, cargué el mueble bar hasta la ventana. Con gran esfuerzo lo puse en la cornisa, pero al empujarlo se me enganchó la camisa, por lo que caí con el mueble bar y encontré mi muerte. ¡Pero estoy feliz porque me cargué al puto cerdo!
San Pedro no podía imaginarse historia más increíble, cuando hizo pasar al segundo hombre:
-'Bueno, yo soy un limpiador de ventanas. Estaba haciendo tranquilamente mi trabajo en un piso alto, cuando una de las cuerdas repentinamente se rompió. Me agarré de la plataforma, pero se me fueron resbalando las manos hasta que caí al vacío. Levanté las manos pensando en mi muerte y esperando que Dios me recogiera. Afortunadamente logré agarrarme a una de las cornisas del edificio. ¡¡¡ESTABA SALVADO!!! Estaba dando gracias a Dios e intentando que la gente que estaba dentro del edificio me salvara definitivamente. Empecé a rascar en la ventana para que alguien me ayudara, cuando repentinamente un cabrón la abrió y en lugar de ayudarme ¡¡¡me pegó un tremendo golpe con un bate de béisbol!!!
Caí al vacío otra vez, maldiciendo a esa mala persona, cuando mi ángel de la guarda me permitió seguir viviendo, poniendo un montón de bolsas de basura justo bajo mi caída... Cuando conseguí abrir los ojos para agradecer a Dios tanta fortuna, ¡un mueble bar estaba cayendo encima de mí! Y gritaba con terribles alaridos. Comprendí que Dios me quería a su lado. Sin duda era mi destino y así encontré la muerte'.
San Pedro estaba estupefacto. Hizo pasar al último hombre y le dice:
- 'Hijo, más vale que tengas una muy buena historia, porque las dos anteriores... ¡¡realmente son increíbles!!
Sí, el hombre lo miró y comenzó...
-'Bien, seré breve, imagínate esto: Estoy en pelotas, escondido en un mueble bar....
Merche se comenzó a troncharse de risa.
-Joder Juan, ¿y tu cual eras de los tres?
-El que limpiaba la ventana! – deje riéndome.
Era curioso. Me lo estaba pasando realmente bien. Serían los efectos de Gin Tónic.
Cuando observé que Merche abría un armario del pasillo, y sacaba una pistola.
Ostia la leche! – Es que no ganaba para impresiones.
-¿ me piensas matar antes de violarme?- le dije todavía con la risa tonta.
- No, no…no es para ti…Tu no te preocupes y relájate.
- Pero cómo cojones quieres que me relaje?- le pregunté gritándole
- pues para empezar te puedes ir desnudando…no?- mientras dejaba la pistola en la entrada, cerraba la balda de la puerta y se quitaba la blusa.
- Joder Merche. Debo de reconocer que no estás nada mal.- mirándole los pechos turgentes con los pezones erectos.
-que sea lo que Dios quiera …- murmuré sacándome no sin dificultad los tejanos
Hicimos el amor apasionadamente. Como si tuviéramos veinte años, desnudos y en el suelo. Arriba, debajo y de lado. Realmente fue increíble.
Merche abrió el cajón del mueble bar de donde extrajo un porro ya hecho, y lo encendió. Dio tres caladas y me lo ofreció.
Qué más da pensé yo. No sé que más me podía pasar.
Nos lo fumamos desnudos estirados en el sofá. Cuando se oyó el ruido de la cerradura y como se abría la puerta unos diez centímetros hasta el tope de la balda.
- Merche ábreme la puerta!- gritó el sargento Rioné.
Merche totalmente desnuda fue a abrirle la puerta. Antes de abrir cogió el revolver de encima del mueble y lo escondió ante la posible mirada del sargento.
- Donde está ese hijoputa? Le preguntó mientras se abría la puerta
- Está en el sofá!
Y ya me imagináis. En pelotas sentado en el sofá fumándome el porro y riendo, por no llorar claro.
Cuando parecía que se abalanzaba sobre mí. Merche le gritó “Luis!” El sargento se giró y vio como Merche le apuntaba con la pistola.
- Nooooo Merche!- gritó el Sargento Rioné
Y fue entonces cuando sonó el ruido seco del disparo. La bala le alcanzó de pleno el centro del pecho. Se intentó aguantar en una silla, pero perdió el equilibrio y se cayó dejando un charco de sangre. Estaba muerto.
Quién me mandaría salir en bici ese día, que se acabara la canción del mp3,, y oyera ese grito de socorro en el bosque.
“miré hacia el cielo (aunque solo veía el blanco techo), como pidiendo explicaciones, porque no entendía nada y exclamé gritando “ SAN PEDRO!!!! ¿Y AHORA QUE?”
Y de fondo sonaba el coro de la cantata 147 de Bach....
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