Isabel le explicaba llorando a Tomás que hacía quince días se fueron al lecho del Amazonas a por las pieles de la Anaconda, y se topó con uno de los vigilantes de la viuda. Iba borracho, y cuando la vio le amenazó con la pistola para que se desnudara delante de él. Tuvo la suerte Isabel que Rosana se había entretenido y caminaba unos metros por detrás y cuando se dio cuenta de que Isabel estaba hablando con alguien se escondió detrás de unos arbustos. Isabel la vio pero el matón no. Entonces Isabel se dio cuenta de lo que tenía de hacer. Se movió unos metros mientras se desbrochaba la camisa, justo para que él quedara totalmente de espaldas a Rosana. Se quedó desnuda de torso. No podía permitir que se girara y pudiera ver a Rosana.
- Pero que puta eres!- le dijo el matón riendose - sabes que no te voy a pagar y te gusta.
Entonces Rosana se hizo con una piedra de tamaño considerable, que asió con una mano con fuerza. Y se abalanzó impactando con un golpe certero y seco al matón en la cabeza.
El matón soltó de golpe la pistola y se giró para mirar a Rosana, tapándose la brecha que le había hecho con las dos manos. El golpe había sido mortal y a los pocos segundos sin quitar la vista de Rosana cayó fulminado.
Rosana e Isabel no se hablaron. Sabían lo que debían hacer. Le quitaron el reloj y los anillos de oro llenos de sangre. Le registraron los bolsillos delanteros y se quedaron con los cuatro billetes que encontraron y algunas monedas..
Luego cogiéndole entre las dos una por un brazo y otra por la pierna, la dejaron en el borde del río. Se miraron y lo empujaron a patadas hasta que quedo flotando.
- Hijo de puta! Ya tienes tu merecido!- Comentó Rosana
Sabían que daba igual que no se hundiera porque al poco rato acabaría en el estomago de algún caimán. Era la ley de la selva.
No dijeron nada a nadie, pero se quedaron con ese bonito reloj, el Rolex de Tomás.
- Se lo merecía ese cabronazo. Seguramente debió se él el que me tiró desnudo al prado…- dijo Tomás
Tomás recuperó el reloj y ya no volvieron a hablar del tema.
Llegaron a la mansión de la viuda. No había nadie. La casa estaba desierta. No encontraron pistas de la viuda. Se lo había llevado todo. Ya no había nada que hacer ahí.
Dejó a Rosana y a Isabel en la capital Lima. Les dejo dinero para sobrevivir unos meses y les rogó que no volvieran al tema de drogas ni de prostitución, que si encontraban un negocio honrado, desde un bar hasta una librería, el invertiría en él.
“He dicho librería” pensó Tomás pensando que probablemente no supieran leer..pero bueno, es la idea…
Las dejó en la avenida principal porque Tomás debería volver. No había manera de encontrar una pista de lo que le había pasado. Tomás devolveríó el coche en el Aeropuerto de Lima.
Una vez en Barcelona, Tomás intentó rehacer su vida. De hecho en poco tiempo la rehizo. Se incorporó de nuevo a Telares Maristany .
Pasaron unas semanas. Ya era el mes de Mayo. El mes donde practicaba intensamente su afición de navegar. Lo hacía desde hacía unos años en el Bribón el barco de José Cusí.
Navegaba en competición desde que era pequeño, pero en crucero y a ese nivel tan sólo hacía dos años. Le llamaron para hacer una sustitución en la proa, y lo había hecho muy bien por lo que le ficharon.
Empezaría las regatas dentro de dos semanas, y ya habían entrenado maniobras con el nuevo barco. Tenían esperanzas en hacerlo bien. Pero todavía notaba la tirantez de aquella cicatriz que detectó en Perú. Hasta entonces ni se había acordado más.
Lunes. Ese día tenía hora en la nueva Quirón con el Dr. Masiá. Le hizo un chequeo y una revisión y le dijo que estaba hecho un toro, pero había un tema que le preocupaba. Y era el hecho de que no entendía la cicatriz del estomago, porque no era habitual. Lo de las molestias, de la tirantez le resultaba lógico, pero no el motivo de aquella cicatriz. Ni para acceder a los riñones, ni por una posible peritonitis, ni nada similar. Así pues El Dr. Masiá envió a Tomás a radiología. Quería saber el motivo de tan extraña cicatriz.
A Tomás no le dijeron nada en radiología sobre las radiografías que le habían hecho. Debería enseñárselas al doctor. Cuando llegó por segunda vez a la consulta del Dr. Masiá no le hicieron esperar. Paso directamente al despacho, donde el doctor le hizo sentar mientras colgaba las radiografías en la caja de neón.
- Sr. Conesa…..no sé usted lo que tiene…pero entre los plieges del intestino grueso tiene alojado un dispositivo electrónico, que no le sabría yo decir que es...
- Doctor no puede ser. Que coño sé que es eso si no me lo dice usted.- dijo Tomás entre asustado y enfadado.
- Quitelo de mi cuerpo Dr. Por favor sea lo que sea pero rápido.
Tiene usted suerte Sr. Conesa, mañana tenía una intervención que desgraciadamente se ha anulado. Pero si quiere lo preparamos todo para las cuatro de la tarde…
- Por favor Doctor. Lo antes posible. Y me gustaría el viernes ya estar en casa…
- Eso ya es más difícil…
Esa noche Tomás no pudo dormir. Le daba vueltas a que tipo de aparato electrónico le habían colocado en su cuerpo. Y de repente lo relacionó todo. La Viuda de Perú era mujer de un narcotraficante, Medellín, que había leído en algún lado que dejaban entrenar a terroristas de ETA en una isla caribeña…Si todo iba bien, el Sábado participaría en la regata Conde de Godó, en principio con la asistencia confirmada de Su Majestad el Rey a bordo del Bribón de José Cusí.
“Una bomba!!” – grito involuntariamente Tomás
No puede ser. Demasiado rocambolesco. Pero sino que sentido tendría. ..Que oportunidad más buena para atentar contra el Rey.
- Joder, Ostias!!! ¿Qué cojones hago ahora? . se preguntaba Tomás.
“Si se lo digo al médico, seguro que no me opera. Si lo digo en la casa real, seguro que me apartan de las regatas para el resto de mi vida. Si se lo digo a la policía, peor. Hacen explotarla en un descampado los muy brutos, pero conmigo incluido claro.” "En el fondo soy un don nadie" pensaba Tomás, "si me pela la policía con aquello de que ha sido un accidente…"
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