Es curioso lo de Ferrán Adriá. Y es que según el Financial Times es el español más influyente. Lo ves físicamente y da la sensación de sucio, sin afeitar y con la camisa por fuera con barrigón cervecero… Hoy lo he visto en las noticias, porque le han concedido el premio al mejor restaurante del mundo ( por quinto año consecutivo!). Lo oyes hablar y se te cae el mundo a los pies. Como puede ser, si parece inculto y además tartamudea. Pues a pesar de todo ello debe de ser un tipo muy especial. Tiene muy claro que lo que no busca son premios sino que la gente disfrute. Y experimente. Y eso debe ser la ostia porque con la facturita de marras que te debes encontrar, ¿ no fue un restaurador inglés que hizo un “sinpa” y la policía lo buscaba porque pensaba que lo habían secuestrado?. Tiene delito el tema.
Coincidí por casualidad con él, en una fiesta de la revista Elle en Valencia hace unos tres años mientras hablaba con Andrés Sardá, Ferrán se acercó para saludar… al sr. Sardá, claro, que os pensabais. Pero Ferrán Adriá educadamente se presentó. Estuvieron durante cinco minutos charlando animosamente y yo boquiabierto como espectador de lujo. Y es que resulta de que Andrés había estudiado restauración en Paris, durante casi tres años en cursillos de tres semanas, mientras que Ferrán Adriá consiguió tocarle el pecho a una novia suya, pero sin haberle podido soltar el complicado cierre del sujetador de la marca de Andrés Sardá. Y los dos se reían pensando en lo gracioso de la situación.
Después de esta anécdota. Mi opinión sobre él cambio. En cualquier caso debería pasar la prueba del público, que no es más de dejar que sus clientes pagaran lo que quisieran, en función del grado de satisfacción. Y entonces se comprobaría realmente si lo que paga la gente corresponde a lo que cobra.
Y es que esto que parece una falacia, es precisamente lo que hizo el propietario de un restaurante que adaptándose a la crisis, no quería cobrar un precio a sus clientes sino que lo que dejó es un sobre vacío en cada mesa, comentándole a los comensales que pagaran lo que quisieran, o mejor dicho lo que consideraban que tenían de pagar.
Por la noche hizo el recuento, el propietario no daba crédito a lo que veía. Había ganado más que si hubiera cobrado el menú habitual.
Por eso si la satisfacción fuera la misma, ¿pensáis que los clientes del Bulli pagarían los 300 euros del menú?. Yo tampoco.
Para mí. Sería justo de que funcionáramos así. Hubo un grupo ingles de rock que decidió pasar de la discográfica y decidió que la gente se bajara el disco por Internet y que pagara lo que quisiera. Pues bien lo mismo. Se forraron y eso da que pensar. Hay que asumir que las cosas cambian y que las discográficas no pueden cobrar lo que cobran por los CD´s. Y si se hunden, pues que se hundan. Se lo merecen.
Para mi todo eso de los derechos de autor sí que se tienen de considerar, pero no pagando las barbaridades que se pagan. Yo, si bajarme un disco legalmente me cuesta dos o tres euros los pagaría. Si me cuesta 20 euros que me busquen.
Bueno lo dicho, a reservar una mesa en el Bulli, para dentro de dos años, y tener el gusto de anular la mesa el mismo día para irme con una amiga al Kaiku de la Barceloneta. Me encantaría. Si pa chulos yo.
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