martes, abril 21, 2009

El mono africano de cola verde

Hay que pensar en las oportunidades. Y aprovecharlas. Lo difícil es saber si realmente son oportunidades o más bien son designios del destino.
Y esto es lo que me pasó la semana pasada mientras paseaba a Fosc a las siete de la tarde por los aledaños de plaza Molina.
Mientras estábamos en la labor cotidiana de dejar “huella” en todos los árboles del barrio. ( Si os compráis un perro que sea perra) se me acercó un grupo de inmigrantes de piel morena. O sea negros, ( la Caixa lo llamaría nuevos residentes, que la pela es la pela) Al principio me asusté porque eran cuatro y la verdad es que no tenían muy buen aspecto. Pero el hecho es que se me acercaron muy educadamente y empezaron a hablar conmigo preguntándome en francés como podían ir para llegar a la Barceloneta. Fosc que al principio se mostraba nervioso acabó relajándose, a pesar de que uno de ellos, probablemente el más joven de unos quince años, llevaba un mono en el hombro. “Pues vaya perrito de “guarda y defensa” me he comprado pensé”. Si me tiene que salvar la vida lo tengo claro.
Entonces me habló el que parecía más mayor sobre el hecho que habían conseguido llegar a través de Francia, y que eran de Gambia. Y que me ofrecían el mono, por cincuenta euros, que era muy “educado” y que no tendría el más mínimo problema con él. Al principio yo me reí mientras les argumentaba la imposibilidad de tener un “bicho” así en casa. Ni me imagino la cara de mi mujer.
Pero entonces me explicaron que estaban en Barcelona de una manera ilegal y que si no colocaban al mono lo tendrían de matar. Porque era obvio que atraía la atención y más de la policía. Yo al principio me negó hasta que le dí la mano al mono y me miró a los ojos. Parecía tan humano!. No sé como pasó si en un ataque de inconsciencia pero los inmigrante se habían marchado dejándome con un mono. Y con cincuenta euros de menos.
“joder vaya marrón! – pensé yo
La verdad es que Fosc no le hacía ni caso, olisqueó al mono y se desentendió del nuevo “amigo”. A estas que acabé del paseo con el mono en el hombro, con la naturalidad de cómo si siempre hubiera estado conmigo. Fue impresionante. Acabé el paseo, y con el perro y el monito en el hombro me sentía realmente observado.
Sebastiana la portera se quedó de piedra al verme entrar en la portería. Cogí el ascensor y me miré al espejo pensando como podría explicar eso con una cierta coherencia a mi mujer y mis hijas.
“imposible de explicar” pensé. Todo lo que pueda decir o hacer desde el momento de que entre por casa será en vano.
Estuve unos segundos pensando en el rellano hasta que me decidí entrar en casa.
Cuando de repente oí la voz de mi mujer desde el salón que me comentaba sin verme mientras miraba el “pasa palabra”, “vaya paseíto…no?” “si supiera…-pensé”
La guerra estaba apunto de estallar…

(Seguirá…)

1 comentario:

goldti dijo...

no tardes mucho en seguir con la historia... ya estoy sufriendo por ti y por el mono