miércoles, julio 22, 2009

la tradición del limón


Las costumbres de otros países a veces son curiosas.
Cada país tiene sus costumbres y su cultura y sus tradiciones. Supongo que cuando viene uno aquí y se enfrenta a un plato de caracoles, se debe escandalizar. De la misma manera que cuando uno se va a otro país se encuentra con tradiciones especialmente culinarias, pero también de cualquier otro tipo que le escandalizan a uno. Y se me ocurre desde comer en determinados países asiáticos sesos de mono o un plato de sabrosos gusanos. Y esto es así. En cuanto a costumbres diferentes o de higiene se me ocurre a los indios haciendo sus necesidades en el Ganjes mientras a escasos metros otros se asean en las mismas aguas. O a los bereberes del desierto haciendo sus necesidades mayores sin tan siquiera arremangarse las chilabas,. Si es que por costumbres raras que no quede. Y se me ocurre una anécdota que le pasó a mi abuela Rosa hace ya algunos años.
Solía tener siempre a mujeres del servicio del país, lo que llamábamos orihundas. Pero con aquello de que si la gente le decía lo buenas que eran trabajando las extranjeras, y principalmente sudamericanas y filipinas. El caso es que esto es una cuestión de oferta y demanda. Total que tuvo durante algún tiempo una filipina en régimen de pruebas.
Pasados unos días de que la filipina, recién llegada de su Manila del alma, parecía que iba cogiendo esto de las costumbres españolas del buen llantar. Como servir la mesa, como retirar los platos, y todo lo que procede. Esa noche era muy importante para mi abuela. Tenía invitados de alto “copete” y en la cena que les ofrecía debería quedar muy bien.
Mi abuela era de tradiciones y si el servicio tenía que ponerse guantes y cofia para servir, se los ponían.
Todo iba bastante bien,. La crema de marisco de primer plato fue un éxito. Ahora faltaba la Dorada al horno de segundo plato, Mi abuela era una mujer que cuidaba los detalles cuando se dio cuenta de que se había olvidado de decir a las camareras como debían presentar la dorada al horno. Se disculpó y se levantó de la mesa antes de que fuera demasiado tarde. En apenas un minuto ya volvía a estar entre los comensales esperando el pescado. Sus instrucciones fueron precisas. Cuando “coloqueis” la dorada en la bandeja acordaros del detalle de presentarla con un limón en la boca.
Dicho y hecho. “pero que gente más rara estos españoles” debían pensar esas chicas filipinas. Y cuando salieron de la cocina los comensales no daban crédito a lo que veían. Las camareras filipina llevaban la bandeja entre las manos pero lo gracioso del tema es que el limón no se lo colocaron en la boca de la dorada sino que se lo metieron en sus bocas!! Evidentemente el descojono no se hizo esperar. Pero todo quedo en eso, en una divertida anécdota.
Y desde entonces en mi familia cuando tengo de servir pescado, me pongo un limón en la boca, no sea que se pierdan esas bonitas tradiciones!

1 comentario:

goldti dijo...

si todos los politiquillos se pusieran limones en la boca en vez de decir paridas, amén de perpetuar esta "tradición" estaríamos todos mucho más tranquilos.

Yo empezaría con Pepiño Blanco...