Es práctica habitual en medicina cuando a un paciente lo tienen de operar de algo un poco complicado, pedir una segunda opinión. Realmente desconozco el porcentaje de segundas opiniones que hayan hecho cambiar la idea inicial, pero está bien porque te puede reafirmar de la decisión inicial o hacerte dudar tanto que se tenga de pedir a veces una tercera opinión. Y eso es bueno. Porque al final, la vida está repleta de decisiones importantes y muchas veces tener una segunda opinión es como dejar que te ayuden a una elección complicada.
Interesante tema trasladarlo al mundo consumista en que estamos.. La segunda opinión ayudaría al que se tienen que cambiar de piso, a dar el paso o no. Ha pedir una hipoteca a 20 o 50 años. Ha cambiarse de trabajo o no. A la decisión en un restaurante si carne o pescado, o incluso llevado más al tema sentimental. Si me tengo de separar o no, si me tengo de casar o no, si quiero tener niños y cuantos quiero tener…
En definitiva todo lo ponemos en una balanza.
Tal y como avanza de rápido la tecnología, con los móviles de última generación, las aplicaciones, Internet…tendría mucho sentido el desarrollar una aplicación llamada “ la segunda opinión”, que incluso no fuera una opinión de alguien tan humano como nosotros (o a veces tan poco humano) ni tan siquiera de un especialista, sino que bajo los parámetros tuyos predefinidos con anterioridad te pudiera recomendar de una manera más o menos automatizada.
Es decir, si me quiero comprar un coche utilizo la aplicación de” la segunda opinión”. Y me da tres opciones. Descartando por el sueldo que gano los que no me puedo comprar y los que si. Y estipulando un número de años para pagarlo y la utilización. Tendríamos exactamente el coche que deberíamos tener.
Tema un poco más complicado el de la inteligencia emocional y de los sentimientos, pero si pudiésemos definir parámetros de felicidad, que evidentemente en cada persona son distintos, podríamos tomar decisiones importantes ayudados por esta aplicación llamada “la segunda opinión”.
Chicos…me voy a forrar!...Voy a llamar al de Apple o al de Google…o porque no tenerlo siempre en el Facebook…
Me voy a ir ya al concesionario Ferrari…no un momento que no sé que pone en mi móvil de la aplicación…
Vaya…me recomienda un utilitario y si puede ser de segunda mano mejor…si es que claro…deberé perfeccionarlo…
Ahora en serio…dentro de los límites claro…
Podría tener cierto sentido para determinadas decisiones tener una cierta referencia, pero
los problemas que veo son dos. El primero es que necesitamos equivocarnos. Forma parte de nosotros. De nuestro ADN. Es vital el que podamos equivocarnos para nuestro propio aprendizaje, y el segundo es de que en un proceso de decisión, aunque lo intentemos disfrazar argumentando algo lógico y racional, sino tenemos en cuenta “el corazón” nos estaremos equivocando…y sino el tiempo dirá!
2 comentarios:
La gran mayoría de decisiones se toman con la "emoción" y solo después las racionalizamos y las justificamos completamente desde la "razón"
Y los sueños, cuando sueñas con un coche y el ordenador te dice que eres un desgraciado, que cobras el 35% de lo que te hace falta para comprarlo y que hay citroen 2 CV de desguace mucho más apropiados para mi... quien paga los costes del suicidio????
Publicar un comentario