martes, mayo 11, 2010

Hostal Kalifornia

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Welcome to the hostal Kalifornia, sir…
-No me jodas!... que soy español. Tiene un habitación libre para esta noche?
-Si, si claro. Son 36 € sin desayuno. Me deja la Visa…
-Si si claro le dejo lo que sea.
-Tenga la habitación del gato…en el primer piso- me dijo el recepcionista dándome una llave de aquellas tan incómodas de llevar encima
-¿del gato?
-Si, si es que a las habitaciones les ponemos nombre de animales…
-Pues me tendrían de dar la habitación del “zopenco”…¿por qué mira que perder el AVE?
-No me diga señor. Lo siento. Perdone que le pregunte…pero ¿no puede coger un avión u otro tren?
-Usted que se cree? Que no lo he intentado?....- le respondí indignado.
Todo había ido bien hasta las seis. Habíamos salido de una convención en el hotel Me y las cosas se me complicaron. Me pensaba que me daría tiempo de pasarme por el Corte Inglés y comprarme un libro que llevaba mucho tiempo buscando.
Sólo me quedaba ese recurso, lo había buscado por infinidad de librerías en Barcelona y estaba agotado o nunca lo habían tenido. Además, solo era cuestión de un momento, iría rápido.
El de seguridad del Corte Inglés me dijo amablemente que en el primer piso estaba la librería y hacia ahí me dirigía. Mira que era fácil subir por las escaleras metálicas, pero no. Al pasar junto el ascensor y al ver que estaban las puertas abiertas se me ocurrió meterme.
Se cerraron las puertas del ascensor cuando me di cuenta de que el ascensor no tenía botones pulsadores ni números ni posibilidad de seleccionar piso.
La verdad es que parecía un ascensor de lujo. Elegantemente tapizado y con un espejo con un marco dorado, estilo rococó.
Buscaba algún pulsador o algo parecido pero no había nada. De repente el ascensor se elevó rápidamente. Lo notaba por la sensación extraña que me producía en el estómago..A los pocos segundos, cuando se abrieron las puertas, salí del ascensor y me encontré ante un gran despacho, con una decoración clásica y con muebles de madera oscura probablemente de caoba.
¿ dónde me había metido? Y ¿ cómo había ido a parar ahí.?
Recapitulaba, pero no lo acaba de entender. Parecía desde fuera un ascensor convencional de unos grandes almacenes hasta que una vez dentro se cerraron las puertas y me dí cuenta de que era un poco “extraño.
Ahora faltaba casi media hora para que se marchara el AVE. Y debía salir de ahí a toda prisa porque sino lo perdería.
El libro que estaba buscando era un libro muy especial.
Me dijeron que era el primer y único libro de una tal Amanda y que lo tenía de leer porque me desvelaría algo muy importante para mí. Lo llevaba buscando durante nueve meses. “La historia de Agapito” Me dijeron en las librerías donde había probado de comprarlo que el único sitio que había alguna posibilidad de encontrarlo sería en el Corte Inglés.
Bueno. No nos pongamos nerviosos, pensé. Calma. Encuentro la salida, cosa aparentemente complicada porque no había ninguna puerta y me voy cagando leches a la estación de Atocha!.
Realmente era un despacho extraño. Alto muy alto y con mucha luz. Con unas vistas impresionantes. Seguro que se trataba del despacho del presidente, con tanto lujo, pero lo jodido es que no tenía salida. Puta planta noble, mucho lujo pero sin puertas.
Ni la puerta del ascensor tenía pulsador de llamada. Me estaba poniendo un poco nervioso. Me acerqué a la gran mesa de despacho. Me senté descolgué el teléfono. A la voz de Buenas tardes Sr. Ramón – contestó una sugestiva voz femenina
-Oiga por favor …ayúdeme! – le dije con tono desesperado.
-Perdón? Oiga…Quién es usted?- me dijo la dulce voz un poco nerviosa
-Que más da quién coño soy…! – le contesté consciente de que me había pasado - La cuestión es que me he metido en un ascensor para ir a la librería a comprar un libro…y he aparecido en un elegante despacho, desde dónde le estoy llamando. Así que, por favor ¿me podría enviar a alguien que me ayude a salir?- le dije intentando conservar la calma.
Tranquilo Sr…soy la secretaria de Don Ramón…no se ponga nervioso que le envío a alguien que le ayude…deme un minuto…por favor.
- Ok…está bien…pero rápido por favor.
Era un despacho realmente lujoso. Poco podía hacer mientras esperaba a mi “rescatador” sentado comodamente en ese lujoso sillón del Sr. Ramón, con toda probabilidad uno de los hombres más poderosos del país. “Que pocas personas se deben haber podido sentar aquí” me dije observando las paredes tapizadas .Podía reconocer una pintura de Soroya. Las tonalidades de blancos y contrastes de luz que conseguía ese pintor Valenciano, siempre me han impresionado. El cuadro era el paisaje de una familia en la playa.. Observando el cuadro me tranquilicé. “Si no llego no llego…” me dije a mi mismo buscando el autoconsuelo. Me levanté del cómodo sillón presidencial buscando una posible salida. No es normal que un despacho no tenga puertas. Deben estar camufladas. Le dí un vistazo a la mesa. Quería saber por curiosidad que tenía en la lujosa mesa del presidente de una de las empresas más importantes del país. Entonces lo vi. Sólo me di cuenta cuando leí la portada. Y me subió de golpe la adrenalina “La historia de Agapito” por Amanda C.
Habían pasado más de cinco minutos y nadie había aparecido. Me levanté con el libro en la mano. Era imposible que ese despacho no tuviera una salida de emergencia. Empecé a recorrer las paredes cuando me pareció encontrar una arruga en la pared. Me acerqué y presioné. Bingo! Se abrió una puerta perfectamente camuflada que daba a unas escaleras. Bajé tan rápido como pude.
Ya era demasiado tarde. El Ave seguro que no me ha esperado, y así es como de vuelta a ningún sitio y caminando por los aledaños de la Plaza Mayor me encuentro con el Hostal Kalifornia, estirado en la cama de una habitación llamada “gato” y con un único objetivo. Leerme el intrigante libro de “la historia de Agapito”.
Cuando empiezo a leer libro leo una dedicatoria manuscrita al “ladrón del libro que tanto ha buscado por encontrarme”…
Entonces empecé a asustarme. ¿Qué estaba pasando?

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