jueves, marzo 04, 2010

un día extraño


Hoy ha sido un día extraño. Esta mañana me he encontrado, paseando a mi perro. Al lado de un árbol, a una paloma moribunda. Las palomas son unos pájaros a los que no les tengo mucho cariño. Es más siento algo de repulsa porque los considero sucios, aunque que no culpa tienen porque los sucios y los que polucionan somos los ciudadanos. Eso de la suciedad urbana y de la polución pertenece a otro post.
Pero la cuestión ha sido que la paloma me miraba, como si quisiera decirme algo. Tampoco mi perro ha tenido ganas de hacerle mucho caso. Y eso es extraño porque siempre que las ve corre hacia ellas intentando morderlas, y evidentemente nunca llega a tiempo y las contempla como levantan el vuelo, sintiéndose orgulloso y por un momento el rey del barrio, sólo hasta que nos cruzamos un poco más abajo al pastor alemán, tres veces mayor que él, dejando las cosas claras. Bueno. ¿Que sería de la paloma?. Iba pensando. Inmóvil. Si tener a nadie que la pudiera ayudar, expuesta a la lluvia que después caería. Pensaba que moriría pronto. Porque ahí seguía la paloma. Sin moverse. Sin poder o querer luchar. Resignada. Y eso es triste. Y entonces te preguntas cosas muy extrañas. ¿Qué culpa tendrá la paloma de ser paloma?. Que solitaria se debe encontrar la paloma viendo que ni las de su especie le ayudan. Concluyes que no hay solución posible. Piensas que en esa situación mejor que se muera rápidamente sin sufrir porque sino la lluvia le acabará ahogando, o los barrenderos le tiraran directamente a la basura. Ningún animal merece sufrir. Y piensas en el eterno debate taurino del que a veces he sido defensor y que ahora me posiciono claramente en contra de las corridas. Pero lo que más me ha sorprendido de todo ello ha sido que cuando he vuelto a pasar, mi perro tampoco ha tenido intención de atacarla. Como si supiera que no era momento de juegos. Y me ha vuelto a mirar fijamente. Y entonces ha sido cuando ha abierto el pico y me ha dicho: “¿que miras tío?” “¿nunca has visto la muerte tan cerca? Y entonces, dándome rápidamente la vuelta me he marchado no dando crédito a lo que había pasado.
En el paseo de la tarde. Ahí estaba. La paloma ya muerta. La verdad es que hubiera deseado no verla más, pero la he visto. Y la pregunta que me he hecho es: ¿Qué le debe pasar por la cabeza a una paloma que sabe que va a morir? Y la otra es ¿qué mal debo estar yo para pensar en estas cosas, no?

1 comentario:

goldti dijo...

Dia gris en Barcelona... las palomas como el resto de animales seguramente anticipan su muerte pero desde un punto de vista físico.

Solo los hombres nos planteamos,preguntamos y acojonamos ante la muerte, los animales no, y no por que no sean sensibles que lo son sinó por que no son conscientes ( que sepamos)

Tu paloma te miraba dándote las gracias de lo bien educado que está tu perro, que le ha ahorrado el último susto de su vida mientras se apagaba tranquilamente.

Políticos y palomas sobran en Barcelona, no te preocupes demasiado, eso sí, si ves a un político acurrucado al pie de un árbol, no pienses en su egoismo y avaricia, ni en su inutilidad y desidia, ni en el dineral que nos cuesta... mejor llama al 116...el paseo de la tarde será mucho más placentero si se lo llevan...