domingo, diciembre 13, 2009
sobre el frío...
El tráfico de navidad es algo antipático e inevitable. En estas fechas el que normalmente se desplaza en coche, lo seguirá haciendo, y el que no va en coche también lo cogerá. Se supone porque deberá cargar con los regalos y cestas de navidad de sus proveedores. Claro que tal y como está el patio, poco podrá cargar.
Otro motivo para coger el coche es por el frío. Aunque se llegue más tarde se hará confortablemente en el asiento de mi coche. ...y si hay tráfico, pues dos piedras. Ya se llegará…pero ¿que frío? Si no está haciendo frío. De momento. Probablemente cuando leáis esto estaremos en los días más fríos del año.
Me gusta el frío. Es una sensación desagradable que incita a otra agradable cuando se entra en algún lugar “caliente”. Es precisamente ese contraste el que me gusta. El contraste es el secreto de todo. El sentirnos bien después de sentirnos mal. El disfrutar del descanso cuando se acaba el intenso ejercicio. El tener un fin de semana que rompa la rutina diaria.
Reconozco que a partir de una intensidad, la sensación de frío incomodo se convierte en dolor.
Chamonix. Nos montamos al telesférico del Mont Blanc, el más alto de Europa a casi 4.000 metros. La temperatura era de unos 5º bajo 0. Salimos del telesférico con un guía para bajar por una ladera del Mont- Blanc. El viento era fuerte. Antes de empezar a bajar esquiando tenemos de caminar por una cornisa durante unos 150 metros. Precipicio a los dos lados de la cornisa. Somos tres. Bernardo, el guía y yo. Nos atamos. Por seguridad. Avanzamos con lentitud, clavando las botas de esqui en la nieve a cada paso. Al poco tiempo se me congela la mano izquierda. O por lo menos esa era la sensación. Hablo con el guía que me coge los esquis. Llevamos unos 70 metros de los 150. Intento no mirar hacia abajo. Una caída sería fatal. Lo estoy pasando mal, el dolor en la mano hace que me tenga de parar. El guía me grita para que mueva el brazo con rapidez trazando. Al cabo de unos pocos segundos el dolor remite. La sangre vuelve a circular, proseguimos la marcha y acabamos la cornisa. Ante nosotros una apasionante “pala” de nieve virgen. Toda la montaña para nosotros. El guía nos prohíbe adelantarlo. Al principio no entendemos porqué pero de vez en cuando vamos haciendo diagonales. Cuando llegamos al final de la bajada miramos hacia las trazas que hemos dejado. Y nos quedamos impresionados de las marcadas grietas que habíamos evitado haciendo las diagonales. Bajando con la perspectiva que se tiene no se ven las grietas. Sin guía habríamos bajado en línea recta. Y desde luego caer en una grieta significa una muerte segura. De hecho cada año mueren esquiadores en esa bajada (le valle Blanche), de gente que no conoce dónde están las grietas. Fue un gran día. Pero el dolor que sentí en la mano por el frío, ha sido algo que no he vuelto a sentir desde entonces. Pero te imaginas a los escaladores que constantemente están expuestos a congelaciones, y de hecho pierden dedos de la mano o del pie. Dicen que la muerte por congelación es algo dulce. Llega un momento en que sobrepasas el umbral del dolor, y no sientes el frío. De hecho a los que encuentran congelados tienen el rictus como si estuvieran sonriendo…mejor no probarlo.
Escribo esto Domingo 13 desde mi casa en Urus. Justo antes de “disfrazarme” para subir al refugio en MTB. Me abrigaré porque el frío que pronosticaban ya ha llegado. Estamos en estos momentos a – 6,5º …pereza…pereza yo?...de salir con este frío?
bah!....mariconadas….os cuento si no me amputan los dedos al volver…
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1 comentario:
Mira, yo soy más de frío, de chaquetas, bufandas y guantes. De norte, de hielo, de agua fresca. el frío me activa las neuronas y las ganas de hacer mil cosas. Que bién que el mundo esté repartido por gustos! Así hay para todos, para elegir entre la diversidad de temperaturas y y las actividades propias de cada una de ellas.
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