domingo, abril 26, 2009

El ermitaño cornudo

Estoy en Montserrat. Es una parte de las obligaciones familiares de mi familia política. Yo creo que a ninguno de los que vamos nos apetece, pero compensa la tremenda ilusión que le hace a mi suegro. Es un día al año. Y no le quedan muchos. Subimos por la noche, cuando no hay prácticamente gente. Dormimos, o mejor dicho mal dormimos en la habitación de hotel, y bajaremos al día siguiente, después de vernos con el padre abat.
Que por cierto, el otro día lo ví en un programa de televisión como sorteaba las preguntas de la incisiva periodista, que intentaba que se pronunciara a favor o en contra de las polémicas declaraciones del papa sobre la “inutilidad” de los preservativos.
Particularmente la iglesia en general me ha ayudado a no creer. No en dios sino en ella.
Históricamente la iglesia jugaba un papel de “ong universal” que servía para todo. Desde acoger a los enfermos hasta defender a los más marginados. Y eso lo están perdiendo. Bueno, por lo menos en lo que a mi se refiere. Eso no quita de la admiración por los “curas” que están dedicando su vida a los demás. Y más que evangelizar les están ayudando a sobrevivir. Y eso es loable.
Pero Montserrat es algo más que el monasterio, que un fantástico museo, que ingentes multitudes de todos los colores (los distinguimos por la “pasta”.Los que tienen son turistas y todos los demás son inmigrantes. Es una montaña ciertamente extraña, con unas paredes con sinuosas formas femeninas objeto del deseo de unos escaladores, que nunca entenderé como les gusta quedarse colgados en medio del abismo. Igual es eso lo que les gusta. Son como los “caracoles” (Avanzan muy lentamente enganchados a la pared…).
También Montserrat es bullicio. Es todo un entramado comercial para sacar dinero sea como sea. (Que si tiendas de souvenirs, que si restauración, que si el museo, etc…Ah! Y pretendes “escaparte” sin hacer gasto no te librarás que todavía te queda el parking. En esa rara montaña vive una gente especial. Y no me refiero a los monjes, o a los turistas, ni a los que alquilan celdas (supongo que para purgar todos los remordimientos que tienen)…sino a dos personas diferentes. Me refiero a los ermitaños. Son personas que viven en contacto con la naturaleza al margen de todo lo demás. Solicitaron en su día permiso para vivir en la montaña, y desde hace unos años ahí están. Separados uno del otro. Sin verse pero conscientes ambos que tienen un vecino. Hay uno que vive en una cueva. El otro vive en una ermita, y de alguna manera la cuida. De vez en cuando algún monje le lleva alguna provisión. El de la ermita era un profesor de música. Y a veces se oye, según sopla el viento los acordes de su saxofón.
El otro es mucho más “Friki”. No se sabe de que vive. Era un obrero de la SEAT, y un día cuando volvió a casa, antes de la hora habitual, porque se encontraba enfermo se encontró a su mujer en la cama con su primo. Los engancho “in fraganti” retozando en la cama, y retrocedió sin ser visto. Decidió vivir solo y al margen de todo y de todos. Decidió que su venganza sería no decir nada a su mujer ni a nadie, y que lo dieran por desaparecido, y que se infiel mujer se angustiara al no saber nada de él. Tanto es así que ya han pasado cuatro años de la desaparición de Julián, que así se llama, y nadie ha sabido desde entonces nada más de de él.
Desde luego la venganza de Julián es de las peores que pueden existir, porque poniéndose uno en lugar de la mujer de Julián, no lo ha debido pasar bien, porque siempre luchara con sus remordimientos y la sensación de culpabilidad. Y pasados cuatro años el castigo se me antoja excesivo.

El museo de Montserrat

Mientras los demás están en misa yo me he pasado gran parte de mi tiempo en el Museo. Impresionante colección de obras de arte fruto de donaciones.
He visto Dali, Miro, Picasso y Tapies. Pero también he visto Monnet, Degas. Pero lo que más me gusta son los pintores catalanes de principio del siglo XX, y estos son Casas, Mir, Rusiñol, Nonell…etc..
He visitado el museo con el reproductor explicativo, que te ayuda a ponerte en la piel del pintor y ha entender mejor su obra.
Probablemente la obra que más me ha impactado es la “Madeleine”, de Ramón Casas. Donde Casas pinta a una chica joven sentada sola con mirada triste y enfermiza contemplando el ambiente de un bar de Montmatre. El ambiente que contempla Madeleine se adivina a través del espejo situado detrás de la joven. Está pintado cuando a Casas le pronosticaron una grave enfermedad y eso se transmite en la cara de la chica. Madeleine está con una copa y un cigarro, por lo que interpretas piensa aquello de “por lo que me queda en el convento…”.
El museo estaba prácticamente vacío, y la iglesia prácticamente llena. No será que el raro seré yo?. Al salir del museo me he fijado que la tarifa de la entrada era reducida, y lo he ido ha preguntar, el porque. Y la respuesta ha sido porque la mayoría de los cuadros son reproducciones, los originales están haciendo una “gira” por las principales ciudades europeas!.
“Que me estás diciendo qué?” “Qué me he pasado el tiempo mirando unas copias?”
“Si, si es eso…pero si no se ha dado cuenta?”
“Pues ya que lo dices, es verdad!” – Además si lo pienso, se me ocurre una idea. Ya que se consigue el mismo efecto con las “reproducciones” que con los originales, ¿no podría montar yo una galería temática con las mejores pintoras de todos los siglos?. Explicar con el traductor las características de cada una de las obras, y que el público disfrutara al contemplar esas obras!. O sea que nos ahorramos el viajecito al Louvre no?.
Pues más o menos. La idea no es engañar sino enseñar y explicar. Porque los cuadros lo que transmiten es lo que el pintor plasma. Y lógicamente si no se distinguen los originales de las copias, entonces el mensaje del pintor queda intacto. ¿no?
Sé lo que pensáis. Qué el raro soy yo… y razón tendréis!

El paso de los años

Cada día paseo al perro a la misma hora. Es curioso, porque no soy el único que tiene un hábito en mi barrio. Hay una chica haciendo footing que siempre me cruzo a la misma hora, y luego veo a las mismas personas que hacen los rituales de cada día. Hay un bar que abre las persianas metálicas, y la camarera se tiene que subir al marco de la ventana, para abrirla pero siempre abre el bar con el mismo orden. También el ejecutivo un poco mayor que yo que también pasea a su perro. Nos cruzamos y nos saludamos, con un simple “buenos días “y nada más. De vuelta del paseo también me cruzo dos a dos señores elegantemente vestidas con traje que bajan juntos por el paseo hablando animosamente. Me imagino que trabajan juntos, y que además deben vivir muy cerca. Pero ignoro de donde vienen y donde van. Simplemente me los cruzo pero es curioso porque son muy parecidos. A propósito de los dos señores de traje, ahora hace aproximadamente dos semanas que sólo me cruzo a uno. Y he empezado a pensar en el que le debe haber pasado a su compañero, probablemente este enfermo o igual se ha muerto. Ya se que es muy bestia, pero la vida es así. Hoy he estado a punto de preguntarle sobre su compañero, pero me lo he repensado porque no me va ni me viene.
Los años pasan irrefutablemente. Y no nos damos cuenta de lo rápido que pasan. El otro día me enseñaron una revista muy curiosa llamada “Matador”. Es una revista muy especial, de tamaño Dina 2, muy diferente y muy cualitativa a las demás revistas. Se hace una vez al año, y cada año trata sobre un tema monográfico. El tema del 2008 ha sido el tiempo. Los anunciantes adaptan sus creatividades a esa publicación. Este año la temática era el tiempo. El ejemplar es la letra L. Acabará el proyecto con la letra Z. A letra por año. El interior no tiene desperdicio, incluye un reportaje de un famoso fotógrafo americano (Nicholas Nixon), que se le ocurre fotografiar a cuatro mujeres (son hermanas) en blanco y negro, una foto cada año. Y en el mismo orden y la misma posición. Empieza en 1984 y acaba en el 2008. Sus edades van de los 14 años a los veinticinco. Es increíble el efecto que produce. Como van cambiando físicamente, los rasgos, el tipo de piel y como van evolucionando, no digo que si a mejor o a peor, porque cada muesca y cada arruga que aparece es una experiencia y cada edad tiene su belleza. Las expresiones de las caras plasmadas en blanco y negro y al no estar maquilladas se acentúan. Realmente cuando acabas de ver el reportaje de quedas pensando. Impresiona. (www.revistamatador.com)
Extrapolas y te imaginas tu propia evolución porque en el 84 yo tenía 20 años.
La verdad es que es un gran trabajo. Pero si las chicas tenían de quince a veintipoco, ¿que edad debía tener el fotógrafo?. Se echa de menos que el fotógrafo de alguna manera también envejece y es aquello de que “aquí si folla alguien, follamos todos” es decir si plasma la crudeza del paso del tiempo de las chicas, también me parece injusto que de alguna manera no salga el fotógrafo antes y después del montaje.
En fin, intentemos a hacer que cada arruga que aparece en nuestra cara sea el reflejo de una gran experiencia. …..joder! pues lo podías haber dicho antes!. No perdamos más tiempo!...