Ya no vale los conceptos tradicionales del marketing. Ni las cuatro p´s ni Maslow, ni matrices de Boston consulting ni tan siquiera de Philip Kotler.
Estamos en otra dimensión. Los sentimientos y las experiencias se anteponen a los argumentos razonados. No nos vale la historia, vamos creando un camino nuevo, sin saber la dirección ni la duración.
En publicidad ni tan si quiera sirve el que te vean. Ya no vale todo con el objetivo de aparecer el mayor número de veces el mayor tiempo posible.
Ya no sirven aquellos presupuestos ilimitados para hacer acciones diferentes. Hay que actuar con humildad y transmitir calidad desde luego. Pero eso se puede hacer desde la simplicidad y la originalidad. Ya no me sirve aparecer con el logo en la camisa de JJSantos (tele 5) mientras retransmite un partido de la selección española.
Porque la visualización de las marcas se alejan del concepto de la intención de compra. Porque se cuestiona la credibilidad de los productos. Uno ya no se cree al fabricante, sino que confía en el amigo que lo ha probado y te lo explica las virtudes y los defectos. Y a veces ni eso, en un simple foro que hablen del producto.
Internet es todo, pero también es el limbo de lo perdido.
El señor Jobs se vanagloria de nunca haberse gastado un duro en estudios de mercado para la viabilidad de sus productos. Es él el visionario. No funciona la oferta-demanda. El precio ya ni siquiera es una variable importante. O se tiene o no. Pero eso si, tiene de ser Apple.
Conceptos nuevos afloran. Marketing experimental, “holístico”, del consumidor al “persumer” , es la idea del consumidor + la persona (si es que ya no saben que inventar!) Todo cambia muy rápidamente y vivimos en un momento en que sabemos que todo está mal pero no sabemos si irá a peor o mejorará. El problema es que estamos en la famosa nube sin saber la duración del viaje, ni tan siquiera el destino. Es apasionante, pero eso precisamente es lo que más nos angustia.
Cuando uno se sube en un avión, sabe a que hora llegará y donde llegará. Si hay retraso, protesta y se indigna pero lo asume, principalmente si hay conocimiento de causa. El problema es cuando se da cuenta que nadie sabe cuanto durará este viaje, pero no solo eso ni a donde llegará. En cualquier caso un consejo. Bueno dos. Teniendo en cuenta que no me gusta dar consejos porque no soy nadie para darlos. Pero los que pienso que hay de tener en cuenta: Lo primero es que de lo malo siempre sale algo bueno. Y lo segundo es que siempre hay intentar reír. Es vital.
Pero quién ha dejado subir a un pasajero con la dichosa “vugucela” del mundial. Que ruido tan insoportable. Me voy a “pillar” un paracaídas, que como no pare el de la “vugucela” me tiro al vacío! Joooder ya empezamos…sólo encuentro el chaleco salvavidas…que no sé yo si en los Monegros me servirá para algo.
Aunque igual me amortigua la hostia….no?
1 comentario:
Pues el que ha vendido las vuvuzelas se ha forrado a pesar del repugnante sonido y del marketing cambiante...
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