viernes, enero 22, 2010

Tears in heaven 5


Felipe ya no pudo dormir en toda la noche. Pensaba en como podía recuperar su dinero. Y que debería de hacer con Lucía. Llegó a la conclusión que lo mejor sería que hiciera ver que no sabía nada. Para el esa chica sería Rosa. Estaba decidido llegar hasta el final.
Debería actuar con cautela y ser más inteligente que “ellos”.
Rosa se despertó. Con un poco de jaqueca, suponía que debido al vino más el Gin tónic.
- Buenos días Felipe…como estás
- Un poco jodido. Con resaca y con la terrible sensación de haberme gastado dos millones de euros el polvo de ayer!!...
- No seas cruel…si no estuviera arrepentida, no te hubiera dicho nada…
- Ah, entonces ya está….te has arrepentido y todo arreglado…yo te debo de perdonar…
A medida que iban hablando Rosa se iba vistiendo mientras Felipe la observaba sentado en la cama, con sólo los calzoncillos puestos.
Felipe iba a entrar a la ducha. Necesitaba su ración de agua a presión, y sus segundos de agua totalmente muy caliente. Era una costumbre que tenía desde muy pequeño, cuando preveía que necesitaría una especial concentración. Y ese día era uno de esos.
Cuando salió de la ducha, Lucía o Carmen, o como carajo se llamara se había ido.
“Joder. Yo que quería pactar con ella para que volviera con Rafa…ahora ha desaparecido. Suerte que me acuerdo de la dirección del dni, Muntaner 525.” Pensaba Felipe.
Se fue al despacho y le comentó a Briggitte que estaría ocupado unos cuantos días, le cualquier cosa le enviara un e-mail que el le contestaría con la mayor brevedad. Sólo podía llamar ante una urgencia. Pero no le dijo nada a Briggite. No quería que lo tomara por un lunático.
Tardó dos semanas en hacerse con todo lo que necesitaba. Y empezar de lleno con su nuevo oficio, el de espía.
Conseguía transformarse en tres personas muy diferentes. No quería riesgos. Tres caracterizaciones distintas. Era increíble como podía cambiar de look con una peluca, barba y bigotes postizos y un poco de maquillaje.
Se compró una buena máquina de fotos. Una Sony réflex de última generación. Con un potente zoom. También se hizo con todo un kit de “espionaje”.
Micrófonos, grabadoras, hasta una pistola de aire comprimido que parecía real.
Felipe se lo tomaba como si fuera un juego. Era consciente que entrañaba cierto peligro, pero a él le volvía a dar sentido al la vida.
Pasaban los días y Felipe avanzaba poco. Había localizado la casa de Lucía, pero todavía no había podido entrar. Pero sólo sabía el horario, donde iba cada día. Trabajaba en un estudio de arquitectura “PAMEN y asociados” en la calle Balmes, esquina con Travesera. Iba cada día en autobús. Un día cambió la rutina y se bajó en otra parada. Eran las diez de la mañana. Entró en una tienda llamada Vinçon, en el Paseo de Gracia. Había comprado un cubo de basura metálico de “diseño” de la marca brabaria. Felipe había aprendido a seguirla con discreción. Pagaba con tarjeta de crédito. Fue entonces cuando a Felipe se le ocurrió la idea de enviarle un regalo departe de la tienda. Se inventaría que había sido la afortunada por ser precisamente ser la clienta número 1.000.000 desde la inauguración de la tienda, y la tienda le haría un regalo muy especial.
El regalo que Felipe escogió era una lámpara de diseño de Santa Cole. Podía funcionar
Estaba orgulloso de su elección, porque a pesar que le había costado un ojo de la cara cuando la miraba en su casa mientras la “customizaba” estaba convencido de que tenía buen gusto.
Felipe analizó todas las posibilidades de su idea. Una era de que no le gustara la lámpara, y pretendiera cambiarla, pero pensaba que no lo haría, porque eran ganas de complicarse la vida. Además la carta que se adjuntaba especificaba que el regalo era de una serie limitada y que no admitía canje.
Una segunda posibilidad era de que la regalara a alguien por lo que todo ese montaje no le serviría de nada a menos de que la regalara a su novio Rafa. Y eso sería perfecto. Pero en principio ni era navidad ni nada por el estilo.
Y la última posibilidad era que no le gustara y la arrinconara en un desván. Esta opción sería la peor porque si no la conectaba el micrófono no era operativo.
Ese día, como cada día desde hacía un par de semanas estaba tomando un café en el bar “el pirata” situado “casualmente” en frente de la portería de Lucía. Eran las cinco de la tarde, cuando apareció una furgoneta rotulada de DHL de la cual, extraían el paquete rojo y blanco, con los colores corporativos de la tienda.
“La suerte está echada. Tiene de funcionar” pensaba Felipe mientras observaba la escena de la furgoneta y cómo el mensajero entraba en la portería de Lucía.
Calculaba que en total la broma le había salido por unos 2000 euros. Era un lámpara de sobremesa con un elegante pie cuadrado macizo de madera de sapelli. Había conseguido incorporar un micrófono electrónico en el portalámparas. Era imposible darse cuenta. La había probado y funcionaba a la perfección . Empezaba a emitir en cuanto se enchufaba. La señal llegaba directamente a un grabador digital muy sofisticado y sensible a las voces. Podía recoger conversaciones en salas anexas.
Felipe se marchó a su casa para esperar ansiosamente si su invento funcionaba.
Pasaron dos días y Felipe se desesperaba. No lograba tener señal del receptor. Cuando estuvo a punto de pensar que todo se iba a la mierda, y ya había urdido un plan para entrar en casa de Lucía, vio que el piloto rojo del grabador se encendía intermitentemente. Se estaba grabando un mensaje. En cuanto acabó la intermitencia Felipe se dispuso a escuchar el mensaje.
El mensaje era corto:
“no sé nada de él. Es como si hubiera desaparecido” decía una voz femenina
“se me ocurre un plan, quedamos donde siempre a las 8 y te lo cuento”
“ok. Necesitaré más dinero.”
Lo sorprendente es que a Felipe le resultaban familiares esas dos voces. Una era evidente la de Lucia pero la otra también la conocía, y lo corroboró cuando escuchó la despedida.
“hasta mañana, Briggite”

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