Era ya viernes . Ese día Tomás debía bajar al barco a entrenar y probar velas nuevas. Un día antes de la regata, pero no estaba con ánimos y llamó para disculparse.
Todavía estaba sufriendo los efectos de la operación. Prefería aparecer al día siguiente, directamente para la regata. La policía no le había dicho nada más desde que los vio en la clínica. Era raro porque habían quedado que recibiría instrucciones y la regata era el sábado, es decir el día siguiente.
“igual se lo han repensado mejor, y creen que yo no les puedo servir de señuelo…” pensaba Tomás
Cuando de pronto y en el momento que había decidido irse a dormir sonó el timbre de la puerta.
“Esto es Murphi”… pensó Tomás
Miró por la mirilla y ahí estaban. Los dos policías de la clínica.
“un poco tarde no?” les ironizó Tomás
“lo estábamos preparando todo…” dijo el policía que parecía más joven.
“ siéntense por favor” “ya me dirán que quieren que haga…” – les preguntaba Tomás.
-“bien. “ El plan es el siguiente. Te llevas este reloj Brietling que en su interior lleva una radio frecuencia ultrasensible. Si detecta ondas teledirigidas hacia ti, porque está programado para la misma frecuencia que el mecanismo que te extrajeron, se desplegará automáticamente una pequeña antena, y en la pantalla aparecerá la posición desde donde se ha activado el mando del dispositivo. Deberás apuntar la esfera giratoria hacía el norte. Y te indicará el rumbo y la distancia desde dónde están emitiendo. Nosotros te preguntaremos el rumbo y la dirección. A través de un auricular que te pondremos mañana antes de embarcar.- decía el policía mayor, que llevaba barba y que parecía el que llevaba la voz cantante
“ Pero si antes de embarcar procedemos a pesarnos y es ahí donde la seguridad personal del Rey nos hace un registro, con discreción pero nos hacen pasar por un arco de seguridad y si detectan algo sospechoso procedan a investigarlo a fondo.” Le explicaba Tomás
“Ya lo sabemos y debemos actuar con suma cautela. Porque la seguridad personal de su majestad no debería ni enterarse. Eso puede suponer pánico y en definitiva que no podamos capturar a esos peligrosos terroristas.”
“lo tenemos todo pensado. Una vez que pasas el control de seguridad y el pesaje, te embarcas en el bribón y cuando quede poco para zarpar, te bajas del barco comentando que tienes un “apretón” y te diriges al lavabo del vestuario del club. No te volverán a registrar. Y en el lavabo te estaremos esperando. Allí es donde en dos minutos procederemos a implantarte el auricular y te daremos el reloj localizador, y entonces te vuelves a embarcar” le dijo el poli de barba
“ok. Así lo haremos” les dijo Tomás levantándose y acompañándoles a la puerta.
- Gracias por todo Tomás. Estás haciendo un gran favor a la justicia, y ahora descansa que mañana será duro.
- Buenas noches…ah, se me olvidaba…no sé ni como os llamáis?
Se miraron extrañados como si estuviera preguntando algo super secreto porque tardaron en reaccionar.
- Ah si…si…claro yo me llamo Santi y mi compañero José…- Se le notaba algo nervioso como si esa pregunta ni hubiera estado en el guión.
- Ok. Pues buenas noches.
Tomás se metió en la cama aún sabiendo que le costaría dormir. Era una operación contra los terroristas que lo utilizaban a él de cebo. Había algo de todo eso que le chirriaba. Se levantó y se fue al salón para abrir el mueble bar y prepararse un Whysky con hielo, también tenía pensado tomarse un orfidal para acelerar los proceso del sueño.
Se sentó con el whisky en el sofa, cuando se dio cuenta que el contestador tenía un mensaje. Pulso el botón de nuevos mensajes
Del aparato contestador salía una voz de hombre maduro con cierto nerviosismo_
“Hola Sr. Conesa, soy el sargento Martín del cuerpo de policía nacional de Barcelona. Me gustaría que me llamara porque tengo que comentarle…mi número es el 61732 06 46..Llame a cualquier hora. Es urgente. Muchas Gracias.”
“que raro era todo eso…” “¿porque recibo un mensaje de la policía nacional si la “secreta” que es del mismo cuerpo me han venido a ver una hora antes?
A Tomás sólo se le ocurría un motivo que le hacía poner los pelos de punta: Que los de la “secreta” Santi y Jose no fueran policías”. “ “¿Entonces quién coño eran?
Es complicado de explicar pero Tomás apuró el whisky y no se tomó la pastilla de Orfidal se volvió a vestir y salió de casa. Tenía una premonición. Eran las once de la noche cuando Tomás buscaba una cabina de teléfonos por la calle Balmes.
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