lunes, noviembre 09, 2009

El anillo.cap.III

Hacía un buen día ese 13 de noviembre. No frío ni calor. Quería solucionar el tema del anillo de una vez por todas. Así que me dirigí a la joyería Ramos en el Paseo de Gracia, porque tenía entendido de que además de comercializar muchas marcas de relojes innovaban en el campo de la joyería por lo cual un anillo como el mío de un misterioso material parecido al oro les podía interesar. Además ya empezaba ha estar harto de que en mi casa ya no funcionará ningún reloj.


A pesar de ser las nueve, para mi primera hora de la mañana, la tienda estaba llena. Me atendió una guapa dependienta. Debería tener unos 35 años y sus facciones orientales le daban un atractivo especial. Me hizo sentar amablemente. Ella se sentó en frente. Nos separaba un moderno escritorio de madera, que me pareció uno de esos costosos diseños de Treserras. Le mostré el anillo y le pregunté que podía hacer con ese anillo. Lo observó detenidamente. Tanto que parecía estar absorta en la contemplación de ese anillo. Como cuando un enólogo cata un buen vino.

Pasó un tiempo, que debieron ser unos cinco minutos cuando llamó por teléfono a una extensión y al poco tiempo aparecía otro empleado dispuesto a dar una segunda opinión.

“El caballero nos ha traído “esto” para ver que podemos hacer…u oro diseño o alguna pieza original…- dijo la exótica vendedora

- ummm….muy curioso…..un momento que lo quiero enseñar al jefe…. comentó el dependiente sin dejar de mira el anillo.

-¿me lo puedo llevar un momento señor? – me preguntó amablemente

- Si no me lo pierde!- le dije en broma aunque ni se inmutó. La chica que me atendió si que se rió. Por la chapa que llevaba en su ajustado polo sabía que se llamaba Sinde. Curioso nombre pensé. De dónde debería ser.

- “Sinde…” comenté ella parecía despertar de su “letargo”

-“ Dígame señor.

- Bueno….saber que está pasando con mi anillo. Veo que se lo miran de una forma especial…

- Es que es un anillo especial señor. Sabíamos de la existencia de este curioso metal y de sus propiedades, pero nunca habíamos visto un anillo así…- Sinde paró de hablar “en seco” Como si se diera cuenta de que había hablado más de la cuenta…

- Ahora le dirán algo Sr…¿le apetece tomar algo?

- Un café sólo por favor!

Sinde se levantó y fue ella misma la que lo preparaba. Un “Nespreso” fuerte. A juzgar por el color negro de la capsula que introducía en una cafetera Krupps de esas tan modernas.

Mientras esperaba me quedé observando el local. Que local tan curioso. Con la música un poco alta, y el ambiente oscuro con la excepción de las vitrinas iluminadas por haces de luz y las luces encendidas de las mesas de diseño.

Había mucho movimiento. Yo conté unos ocho empleados atendiendo. No sé quienes debían ser esos clientes. Supuse que propietarios de tiendas más pequeñas.

De repente se presentó otro señor. Era joven pero parecía ser el jefe.

- Buenos días. Me presento me llamo Florencio Ramos. Me han dicho que quiere deshacerse de una anillo. Es así? preguntó Florencio.

“No lo sé todavía. Dependerá de las ideas que me puedan dar…” dije sin saber que me iban a ofrecer.

-“Su anillo es un ejemplar hecho por una aleación de diferentes metales diferentes, que se parecen al oro, pero que tienen menos valor comercial. Es difícil trabajarlo por su dureza, pero si quiere se lo compramos….le podríamos ofrecer un poco de dinero a cambio….señor…me ha dicho su nombre?

“Sr. Morató…” “no sé si me interesa venderlo -le dije yo haciéndome el interesante.- Aunque bien pensado, podría tener una buena cena, a costa del trabajo que me estaba dando…”

“Bien Sr. Morató …Teniendo en cuenta las circunstancias le podríamos ofrecer unos doscientos euros por el anillo…Piense, Sr. Morató que el trabajo de fundirlo será grande…..

Yo pensaba que si había pasado por las manos de tres joyeros y estaba hablando con el dueño de casi un “imperio” en el sector de la joyería, para que me ofrecieran tan sólo doscientos euros…no sé donde me estaba metiendo pero parecía que era un anillo muy interesante, mucho más que los doscientos euros que me ofrecían. Como no tenía nada que perder estaba dispuesto a jugar un poco.

“!doscientos euros! ¡Vaya miseria para un anillo que no se funde ni a 1.800 º! – le dije medio en broma, pero con el semblante serio. Noté que cambiaba la cara.

-“bueno….puede que tenga razón Sr. Morató. Como me he encaprichado del anillo, porque ciertamente es de una aleación un poco rara…le podría cambiar su anillo por un reloj de oro de Baume & Mercier valorado en 12.300 euros.

Joder con el anillo. Si al final resultará que valdrá una fortuna. Por lo que veo tiene prisa en quedárselo…Lo pondré a prueba hasta donde llega…pensé.

“Desde luego 12.300 euros ya no son los 200 euritos que me ofrecía hace un minuto…pero no estoy seguro …la oferta es interesante pero me lo debería de pensar…” le comenté haciendo ver que no me interesaba demasiado.

“Por favor Sr. Morató…podría esperarme dos minutos” comentó el Sr. Ramos levantándose de la mesa.

-“si,si…pero ya empiezo a tener algo de prisa” le comenté para que no me entretuvieran toda la mañana.

-“disculpeme Sr. Morató, ahora vuelvo…”

Pasaron 5 minutos hasta que volvió el Sr. Ramos…con lo que parecía una sonrisa.

“lo siento. Pero creo que ahora mi oferta es para que se decida sin pensarlo más…” Estamos dispuestos a darle 30.000 euros al contado – decía convencido de que yo diría que sí.

Eso me hacía pensar en que el anillo tenía “algo” especial y que era demasiado importante para que Ramos lo dejara escapar…” estaba convencido que la oferta todavía se podía mejorar.

“No sé….desde luego es muy tentador…pero creo que me lo debería de pensar…ya les diré algo si me interesa”. Le dije yo sin saber si realmente estaba haciendo el tonto….

El señor Ramos se levantó de golpe y llamó al de seguridad.

“Lo siento Sr. Morató….no se que me habla de un anillo, nadie ha visto un anillo como el que usted dice….

“Queeeee! “ Exijo que me devuelva el anillo!” le dije gritando cabreado.

“seguridad! Seguridad! Llévense a este hombre, que parece que halla perdido el juicio”

Me cogíó ese gigante segurata por el cuello de mi camisa y me iba llevando hasta la puerta.

Y no se le ocurra volver…” me dijo el gorila mientras golpeaba mi cuerpo contra la dura acera.

Aluciné. De acuerdo que el anillo no se puede decir que me perteneciera del todo. Pero me sentía estafado. Me habían robado en mi propia cara. Y minutos antes me ofrecían 30.000 €. No sé que estaba pasando pero eso no podía quedar así. Pensaba con el cuerpo dolorido todavía por la caída y con la autoestima por los suelos!!!

miércoles, noviembre 04, 2009

el anillo Cap II



Reconozco que la historia del fricandó fue muy bestia.
El problema es que podía hacer yo con el anillo del dichoso Fernando.
En fin que culpa tengo yo. Y que culpa tiene él. Pensé. Cogí el anillo de la mesita de noche, me lo guardé en el bolsillo y me dirigí a la charcutería Molina.
“Bona nit” dije yo al entrar. Fernando no estaba detrás del mostrador sino que estaba si la bata de trabajo, con la mano izquierda cubierta de un aparatoso vendaje. Estaba gracioso porque recordaba a los boxeadores cuando les ponen esas vendas.
“Hola Fernando. Como estás?”
“pues bien, con dos dedos menos pero bien….jodido”
“ya me imagino. Lo siento. Me contaron lo del accidente”.
Le expliqué a Fernando que el día del accidente pasé por delante de la ambulancia, y entonces luego me explicaron lo que le había pasado. Le comente que me lleve un fricandó con “sorpresa”. Mientras se lo explicaba buscaba en el bolsillo el anillo. No lo encontraba. Joder! Que raro. Juraría que lo puse en el bolsillo. Mientras registraba los bolsillos de la chaqueta me di cuenta de que Fernando no paraba de reír. Le debía hacer gracia que no encontrara el anillo.
-¿De que te ríes? -Le pregunté algo mosqueado
-De que yo no llevaba anillo! Simplemente no tengo!..
-Me cago en la leche.-pensé- Ahora si que no entiendo nada!.
Me disculpé, por suerte no le comenté que note como masticaba lo que me pareció un hueso, simplemente le dije que me había encontrado un anillo en el fricando.
Estaba lleno de dudas. Por un lado, de quién coño era es anillo que había encontrado en el fricandó?. Y hablando del anillo, ¿Dónde estará el puto anillo?
Cuando llegue a casa no dije nada. Me limite a buscar el anillo hasta que al fin lo encontré. Se había colado por un pequeño orificio del bolsillo y estaba dentro del forro de la americana. Me quedé un rato mirándolo y preguntándome “ Y tú…a quien perteneces”.
Como no soy mucho de anillos decidí llevarlo a una joyería a la mañana siguiente.
Lo llevé a una pequeña joyería de la calle Guillermo Tell, detrás de casa.
Le enseñé al joyero el anillo, que se lo miró minuciosamente. Le pedí que lo fundiera para poder hacer unos pendientes de diseño.
Josep, que es como se llama el joyero. Se lo miraba detenidamente con una lupa de esas que las fijan al ojo.
“ummmh…que color tan raro” me dijo mientras se lo miraba con detenimiento
“¿no es éste color el que llaman oro rosa?” le preguntaba a Josep
“Se parece, pero no exactamente” me dijo sin dejar de mirarlo.
“En fin…que lo fundo y por el peso que tiene el anillo puedo hacerte una cadena como esta…” mostrándome una fina pulsera.
Le dí mi teléfono y quedamos que cundo lo tuviera me avisarían. Me dijo que la broma me costaría costar unos 30 euros.
Ok – le dije ofreciéndole la mano. –Ya me llamará cuando lo tenga.
- Por cierto, ¿se ha dado cuenta de que su reloj se le ha parado?. – me comentó el joyero. Joder que vista que tenía. Yo no me había dado ni cuenta. Agité bruscamente mi muñeca pero no conseguía que funcionara. Ya lo llevaré a arreglar. Maldije mi mala suerte, porque también el despertador de casa se había estropeado.
Volví a mi despacho de arquitectura, porque debía presentar un proyecto esa misma mañana y como no me pusiera las pilas no lo acabaría a tiempo.
Pasaron sólo tres horas desde que lleve el anillo a la joyería, cuando me sonó el móvil. Número desconocido.
“¿Sr. Morató?” me preguntó
Por el tono de voz parecía Josep. Instantes después lo confirmaba.
“lo siento, pero no puedo hacerle la cadena” – me decía lamentándose Josep
“porqué?” le pregunté
“ No lo sé exactamente….desconozco de que material está hecho, pero desde luego no es oro. Si la temperatura de fusión del oro es de 1.500º , yo le he aplicado 1.800º y nada de nada. Piensa que es la máxima temperatura que llega mi horno, y tu anillo ni se ha inmutado. Lo más extraño es que cuando lo he sacado del horno ni siquiera estaba caliente…nunca he visto nada igual y desde luego me supera…lo siento- decía mientras el joyero- “Aquí lo tengo. Venga cuando quiera a recogerlo “
Por la tarde, al salir del despacho lo recogí y cuando llegue a casa me lo miré con extrañeza. Estaban pasando cosas muy raras últimamente…
Y ahora…¿ que hago contigo? Pensaba mientras lo observaba detenidamente. Miré la hora en el reloj de la cocina y me di cuenta que se había parado. Lo mismo con el reloj del horno y del microondas…

Me preparé un Gin tónic. Y me tumbé en el sofá. Necesitaba pensar.

martes, noviembre 03, 2009

El anillo cap.1

A veces resulta que a mi mujer, y con toda la razón, le da cierta pereza cocinar. Es entonces cuando decidimos o comer fuera o comprar comida ya preparada.
Y esto es lo que nos pasó ayer. Los lunes y miércoles acompaño a mi hija en moto a las 8h de la tarde a los ensayos de ballet, para luego recogerla a las 9 : 20. Es en este intervalo de tiempo en el que me dedico a comprar la comida ya preparada. Y escogí, como habitualmente, comprar algo en la Charcutería Molina, porque nos gusta el tipo de comida que preparan.
De camino a la escuela de baile, me fijé que había una ambulancia en el kiosko de Via Augusta, justo al lado de la charcutería. Pero no le dí mas importancia. Deje a Elisabet y me dirigí a la charcutería para comprar la cena. Elegí de primero una ensalada de arroz y de segundo un fricando. Todo calculado para cuatro personas porque a pesar de que con Tati , la americana que vive en casa, somos cinco, siempre sobra comida.
El hecho es que el que habitualmente me atiende, el fiel Fernando, que me extraño no verlo detrás del mostrador y al preguntar por él me explican lo que le acababa de pasar al bueno de Fernando, ni más ni menos que deshuesando una pata de jamón se había cortado tres dedos. Enseguida se dieron cuenta de la importancia del accidente y llamaron a urgencias.
Ahora me explico lo de la ambulancia. El bueno de Fernando se ha cortado la mano. En fin parece que dentro de la gravedad está todo controlado me dicen.
No le doy más importancia. Recojo a mi hija de ballet, y por fin a cenar. El encargo de la cena. Macarrones y fricandó.Los macarrones gratinados, en su línea. Creo que no son los mejores que he tomado pero dadas las circunstancias están la mar de ricos. El fricandó, que no siempre lo tienen, lo bordan. Con su salsita que creo yo que deben de poner un poco de vino.
La cena un éxito. Las niñas encantadas si no fuera por lo poco que comen. Yo repito fricandó, cuando masticando me encuentro con un trozo de carne excesivamente duro. Me lo trago y luego lo ayudo con un gran sorbo de agua. Y pienso “que raro, porque siempre la carne se deshace” un día tonto lo tienen cualquiera pienso imaginándome al cocinero. Bueno una gran cena. Pero lo mejor la salsa. Aunque ya estoy “saciado” siempre me ocurre que la gula de último momento hace que coja un trozo de pan para rebañar la salsa. Y lo hago. Si es que así nunca adelgazaré. Cuando me doy cuenta que en la salsa hay algo que brilla. Lo separo con el tenedor y me sorprendo al constatar que es un anillo. “Debe ser el mío…” pienso confiado antes de mirar a mi dedo y darme cuenta de que yo lo llevaba. Joder!. Que para no montar un numerito me levanto de la mesa para recoger los platos. Llego al fregadero lo cojo con los dedos y le paso agua. Me pongo mis gafas de leer y leo la inscripción del anillo que pone Fernando – Silvia 28 / 05 /74.
Que mal rollo y eso que la salsa estaba para chuparse los dedos. Aunque fueran los de Fernando!!!