Cuando Gertrudis llegó a la isla de Mallorca, era Domingo y un mes de julio. Por lo que pasaba totalmente desapercibida como una turista danesa.
Tenía un contacto que le había proporcionado Philip Duschamp el director de la BNP de Paris.
Recordaba la conversación telefónica desde el hotel de Copenhague antes de partir con el Cerveza hacia Barcelona.
“Pase lo que pase, tu y yo no hablaremos más”- le decía en tono amenazador Philip
“Si te pasa algo preocupante coges el primer avión para Mallorca.Te paso una dirección de un contacto, será la persona que hará de puente entre nosotros”. “Se llama Catalina y vive en una casa a las afueras de el pueblo de Santa Ponsa, te presentas y le dices solo una palabra :Cellini. Y ella te acogerá.
Gertrudis estaba asustada pero quería salir de Barcelona. Quedarse podía ser peligroso para ella.La habían descubierto en el bar de las ramblas donde trabajaba de camarera, y luego había visto como Guillermo la observaba cuando salía de piso de Enrique Granados en donde había alquilado una habitación. De eso ya habían pasado dos días. Y Gertrudis sabía que si se topaba de frente con Guillermo no podría disimular. Todavía no había podido hacerse con el “encargo”, pero ahora lo prudente era marcharse durante una temporada.
El taxi del aeropuerto de Palma le dejo en el pueblo de Santa Ponsa. Que feo es!. La gran mayoría de gente paseando estaban descamisados y tatuados y muchos ya borrachos a las 5 de la tarde.
Ufff, en donde me he metido….- pensaba Gertrudis mientras iba andando por la playa hacia la zona de las casas donde tenía la dirección de Catalina.
La dirección que tenia y gracias a google Maps le llevó a través de las rocas hasta una casa muy moderna. Con piscina y vistas a la bahía.
La casa prometía, Pensó ella. Pero antes de llamar y preguntar por Catalina decidió bañarse en un embarcadero natural con una escalera metálica, parecía como si el lugar fuera de la casa. Pero nada indicaba que eso fuera privado.
Sacó una toalla de la samsonite negra y la dejó debajo de un árbol. Se desnudo y se tiró al agua.
El agua estaba caliente. Pero se sintió aliviada de la intensa calor.
Se dirigió nadando “estilo braza” hacia un catamarán que había fondeado a escasos metros. Dos hombres maduros, pero interesantes pensó ella, estaban desmontando el motor de la barca auxiliar.
Llegó a escasos metros del catamarán, de dónde procedía una música muy antigua que le recordaba a su madre. Creyó reconocer algo de ABBA.
Decidió volver y cuando alcanzó la escalera le esperaba una mujer mayor con un perro, que le amenazaba con denunciarla por bañarse en su casa. La escuchaba desde el agua porque no se atrevía a salir del agua desnuda…No callaba y todo eran improperios. Decidió interrumpirla
- Catalina?
- Perdón.. quién es usted?
- Le venia a visitar ud… un mensaje…Cellini!!!.
La mujer cambio el rictus, se tapo la boca y reculó dos pasos…parecía preocupada y asustada.
- Salga del agua …por favor – Le dijo Catalina, con un tono diferente ofreciéndole la toalla.- Cuando esté seca, entra por esa puerta y cuando este dentro la cierra. Yo bajaré a buscarla.
Todo era muy raro, pensó Gertrudis. Qué hacía una mujer como esa en una casa tan moderna en medio de un pueblo tan cutre. Se notó observada. Se giro hacia la bahía y vio como los hombres que estaban arreglando el motor lo habían subido al catamarán pero notaba que le miraban. Es que nunca habían visto una chica desnuda? Se volvió a girar y entró por la portezuela del jardín en la casa.