El sargento Rioné iba cruzando las calles arrastrando mi bici y yo lo seguía a una distancia prudencial. No paraba de pensar que es lo que podía hacer cuando se metiera en una portería. Yo no era lo suficientemente fuerte para reducirlo. Entre otras cosas porque él era policía y seguramente llevaría pistola. Además era obvio que lo único que haría sería levantar “la liebre”, y aunque le cogiera “in fraganti” con mi bici, el podría inventarse cualquier cosa. Es decir, que lo tenía muy complicado. Por lo pronto, intentaría controlar sus movimientos. Giró por Enrique Granados hacia abajo y se metió en el segundo portal a mano izquierda. En el número 85.
Me pasé una hora mirando por si salía, hasta que me di cuenta que era absurdo, que podía pasarme horas y horas, que probablemente él vivía ahí y que igual no salía de casa hasta el día siguiente.
Desde luego yo no soy ni un James Bond ni nada por el estilo, ni intento complicarme la vida, por lo que el no saber que podía hacer me ponía de mala leche. No paraba de preguntarme que coño hacía el sargento con mi bici.
Porque evidentemente si la hubieran recuperado me habrían avisado. Me planteaba muchas pregunta.
¿Sería posible que Rioné fuera “Felipe” el Friki de Merche, o como se llamara?. ¿Porqué no había querido acreditarse en la tienda de bicis?’ ¿Porqué me atendió él en la comisaría dando la sensación de que me estuviera esperando?.
Y ahora qué?- no paraba de preguntarme
No sabía a quién acudir, bueno exactamente si sabía a quién no acudir, evidentemente a la policía.
Después de pensarlo durante unos días , me decidí investigar por ni cuenta. Como yo tenía que trabajar opté por controlar los movimientos de Rioné a través de una agencia de detectives privados.
Concluí que si quería llegar al fondo de la cuestión debería involucrarme en investigar que carajo estaba pasando.
Evidentemente debería intentar que Rioné no sospechara nada. Porque si Rioné era culpable tarde o temprano lo descubriría.
No era un tema de dinero, porque había conseguido que el seguro de mi casa se hiciera cargo de un porcentaje del valor de los cuadros y de las joyas. Lo de los relojes lo tenía complicado. Era más un tema de orgullo.
Pasados unos días, ahí estaba, en la recepción de una agencia de detectives llamada Detectives Poc en la calle Balmes 187. Era un despacho pequeño pero correcto, amueblado con muebles de oficina baratos.
Ramiro Poc ,que así se llamaba, el detective privado que se presentó educadamente. Me hizo pasar a su despacho.
“Usted dirá…” – dijo Ramiro sentado detrás de su escritorio abriendo las manos.
"Necesitaría toda la información de todo lo relacionado con una persona. He sido objeto de un robo y creo que esa persona tiene mucho que ver" le explicaba a Ramiro
"De esa persona solo sé que creo que vive en la calle Enrique Granados y que es policía..." -proseguí con mi relato, cuando a Ramiro se le escapó un “coño, vaya marrón!”.
“¿Puedes aceptar mi encargo?”- le pregunté a Ramiro
“Pues en principio. Pero tiene de explicarmelo todo.Somos profesionales y tenemos capacidad y experiencia para conseguir información de cualquier persona. Hasta del Papa de Roma”- comentaba con cierto orgullo Ramiro
Piense que nuestro trabajo se basa en la máxima discreción y en la confianza de nuestros clientes…-argumentaba Ramiro
“Pues espero que tenga un poco de tiempo, para oír mi historia” le dije
“el tiempo que necesita…Comience por favor”
Entonces le expliqué desde el principio con todo detalle lo que me ocurrió desde el día en que oí el grito de socorro…
Ramiro era joven , unos veinticinco años. De constitución atlética, calculaba que debería medir metro noventa. Con la tez morena y el cabello rizado. Ojos muy azules. Si no lo oyeras hablar parecía que fuera brasileño.
Ramiro me explicó que la agencia la había creado su padre y que éste murió por enfermedad el año pasado. Ahora llevaban la Agencia entre su hermano Gabriel y él.
Aceptaban todo tipo de trabajos, aunque lo más normal era controlar las infidelidades y también los contrataban empresarios para certificar que las bajas por enfermedad tuvieran su fundamento. Lo de seguir a un policía era algo totalmente nuevo para él.
Ramiro me hizo el presupuesto por la información sobre Rioné, sin entrar en el tema de la búsqueda de Merche ni cualquier tema derivado del incidente.
- Le parecerá algo caro , pero le aseguro que quedará contento...- dijo Ramiro mientras me enseñaba el presupuesto.
“Joder, es una pasta, pero espero recuperarla con creces” - Pensaba mientras me despedía de Ramiro .
Al cabo de un mes aproximadamente la secretaria de Detectives Poc me llamaba para entregarme el informe de Rioné.
Ramiro me entregó el informe, y se levantó mientras yo miraba el extenso dossier.
- Le dejo sólo para que se miro el informe con tranquilidad...no tengo prisa, cuando se lo haya leído me avisa y lo comentamos – me dijo Ramiro amablemente
Debo reconocer que, aunque caro, el informe de cincuenta y ocho folios sobre Rioné era muy completo. Desde la bibliografía de Rioné, hasta fotos de los bares y restaurantes donde había ido durante el último mes.
Fotos de su piso. De las habitaciones…!joder! !Tenía todos mis cuadros en una habitación!. Reconocí en una foto a Merche cenando en un restaurante del Borne con Rioné.
¡Que hija de puta!- Exclamé cuando observaba una serie de fotos de Merche en actitud cariñosa.
Ahora sabía que Merche y Rioné vivían juntos. Solo debía seguirla para saber donde trabajaba, si es que trabajaba…ahora estaba seguro de que todo había sido un plan meticulosamente pensado.
Seguí leyendo el informe. “menudo pájaro” pensé al comprobar que salía casi cada noche y que solía pasar parte de la noche en un prostíbulo de la calle Aribau, a pesar de vivir con Merche.
Estaba dispuesto a llegar hasta el final.
lunes, mayo 11, 2009
jueves, mayo 07, 2009
FRIKI 4
Al final convencí a mi mujer que dejara dormir a Merche esa noche en casa, y que se marcharía al día siguiente.Nos despertamos como siempre, porque debiamos que continuar con nuestras monótonas vidas.
Nos incorporamos al trabajo , y las niñas se fueron al cole, y en casa se quedaron el mono, el perro y Merche. Antes de marchar le dije a Merche que cuando se fuera cerrara la puerta principal de golpe,
Merche me parecía una mujer culta, guapa y que había tenido el desliz de acudir a una empresa de esas de Frikis…Era injusto culparla por eso. De hecho no sabía nada de ella. Sólo que era abogada y su nombre. Esperaba no verla más. Porque me había complicado la vida.
Cuando llegue al mediodía a casa no me lo podía creer. El perro y el mono estaban, pero habían desaparecido todos los cuadros de casa. Y las alfombras de más valor. Pero no sólo eso. Mi valiosa colección de relojes y el joyero de mi mujer también habían desaparecido. El ordenador portátil. Me cago en la leche! Hasta la tele nueva de 50´ también había desaparecido.
Ostia puta! Que desilusión e impotencia. ¿Que hacer ahora?
Me dirigí a la comisaría para hacer una denuncia y me atendió el sargento Rioné. Me dio la sensación que me esperara porque sólo entrar en la comisaría me vino a buscar
- Quiero denunciar un robo
- Acompáñeme a un despacho Sr.- dijo el policía amablemente
Entramos en un frío despacho. Me hizo sentar
-Me llamo rioné. Sargento Rioné. Usted dirá
Y le explique mi odisea
No se creía lo que le estaba contando. Se quedó boquiabierto cuando le expliqué lo de Merche. No paraba de preguntarme sobre Merche, sobre la empresa esa de frikis, sobre el mono, sobre mi bici…
Bueno, decirle de que poco podemos hacer. Será difícil, sino imposible encontrar a Merche. Respecto a los cuadros…No sé yo si tienen valor de coleccionista…
Claro que tienen valor! – le contesté indignado
-No me interprete mal…evidentemente tienen valor…aunque sea simbólico…pero no son Picaso Eh. Que me entiende.
- Perfectamente, pero no juzgue sin saber porque igual se sorprende…
Salí de la comisaría indignado. Con la impresión de que el Sargento Rioné se reía de mi.
Como me jodía que aquel imbécil me tomara por un loco. Claro que la historia tenía tela. Rioné nunca había oído hablar de “empresas de Frikis” y cuando le expliqué lo del mono de cola verde, cambió de actitud, perdió el interés y me “facturó”.
Ni siquiera sabía si se llamaba Merche, y si había existido algún Felipe, ni que hubiera empresas de Frikis. De lo que estaba seguro es de que Merche, o como se llamará tenía algún compiche que la había atado y probablemente le había ayudado a desvalijar mi casa.
Pasaron los días, y mis investigaciones sobre empresas de Frisi habían acabado frustradas. La policía ni se digno a venir a casa a recoger posibles huellas dactilares de Merche. Porque al no haber forzado la puerta no se podía considerar robo sino hurto. O sea que sin cuadros, sin joyas, sin alfombres , sin relojes, sin bici, casi sin mujer y sin dignidad. ¡Pero que imbécil soy!
A la semana siguiente me presentaba en la tienda de bicis para comprarme una bici nueva. Conocía muy bien la tienda y a los mecánicos.
Le conté mi increíble historia a Chema, el jefe del taller, y de paso pidiéndole consejo sobre una nueva bici o una de segunda mano. Al final me compré una nueva.
Pasaron dos semanas y empezaba a rehacer mi vida. Conseguí colocar el mono a mi amigo David. Que como vivía en Sant Cugat tenía un pequeño jardín. Con dos niños pequeños que estaban encantados con el mono, era una cuestión de tiempo el que David formara parte de la lista de ex amigos.
Al cabo de dos meses me llamó Chema, el mecánico de la tienda de bicis.
-“ Juan, hoy ha venido un tío que nos quería vender una bici. Era como la tuya. Le he dicho que me la dejara para revisarla y que pasara mañana que le diría si me la quedo o no. He comprobado el nº de serie del cuadro de tu mtb y he salido de dudas. Es tu bici.” – me dijo casi más emocionado que yo.
- Joder Chema! De puta madre! A qué hora pasará? Que me quiero encontrar a ese cabrón!- Le dije con cierta emoción
- Vendrá a las doce de la mañana. Así que ya sabes…-
- Gracias Chema. Te debo una!
Y así que a las doce del mediodía me dirigía a la tienda de bicis. No llamé a la policía porque tampoco estaba seguro de que fuera el ladrón…me quería asegurar primero.
Entre a las doce y diez por la puerta de la tienda y me dirigí al taller. No sé lo que haría ni como reaccionaría. Cuando antes de llegar al mostrador del taller vi a chema hablar con un tio que estaba de espaldas, pero que me sonaba mucho. Se giró un poco y lo ví. El corazón se me aceleró. Era el Sargento Rioné. ¡Que fuerte!. ¡Ahora si que no entendía nada!. Retrocedí sin que me vieran. Cogí una tarjeta a la cajera de la tienda y salí.
Crucé la calle. Y sin dejar de mirar hacia la tienda llamé.
- Pásame con Chema por favor – le dije a la cajera
- Quién le digo que le llama-
- Soy un cliente, para una consulta….- no quería decir mi nombre por las moscas.
- Diga…- contestó Chema
- Chema! Soy Juan!. Es importante que disimules si estás delante del que te quiere vender mi bici. ¿Ok?
- Le hago un presupuesto pero me la tendrá que traer…- dijo Chema
Joder! Gracias a Dios me ha entendido – pensé aliviado
-Escúchame con atención Chema. El tío que te quiere vender mi bici es policía. No sé si me la ha robado él o qué es lo que está pasando, pero todo esto es muy raro. Síguele la corriente y cómprasela. Pero dale de alta como cliente. Más tarde hablamos…
- Ok Entonces mañana me la traes. Ciao.- Concluyó Chema habiendo entendido perfectamente mi mensaje.
Tenía una premonición. Pero no estaba seguro. Seguiría a Rioné cuando saliera de la tienda.
Media hora más tarde Rioné salía de la tienda. Salía andando pero con la bici!. Era evidente que no la había vendido. No entiendo porque. Le seguí por la calle Paris mientras llamaba desde el móvil a chema.
- lo siento Juan, pero no se la he comprado porque no quería dejar sus datos. Bajó el precio a la mitad pero con la condición de no dejar los datos…-me dijo excusándose Chema
- No te preocupes. Todo esto es muy raro pero tengo a este tío andando treinta metros delante de mí. Ya te contaré como acaba esto pero gracias por todo Chema- y colgué.
Nos incorporamos al trabajo , y las niñas se fueron al cole, y en casa se quedaron el mono, el perro y Merche. Antes de marchar le dije a Merche que cuando se fuera cerrara la puerta principal de golpe,
Merche me parecía una mujer culta, guapa y que había tenido el desliz de acudir a una empresa de esas de Frikis…Era injusto culparla por eso. De hecho no sabía nada de ella. Sólo que era abogada y su nombre. Esperaba no verla más. Porque me había complicado la vida.
Cuando llegue al mediodía a casa no me lo podía creer. El perro y el mono estaban, pero habían desaparecido todos los cuadros de casa. Y las alfombras de más valor. Pero no sólo eso. Mi valiosa colección de relojes y el joyero de mi mujer también habían desaparecido. El ordenador portátil. Me cago en la leche! Hasta la tele nueva de 50´ también había desaparecido.
Ostia puta! Que desilusión e impotencia. ¿Que hacer ahora?
Me dirigí a la comisaría para hacer una denuncia y me atendió el sargento Rioné. Me dio la sensación que me esperara porque sólo entrar en la comisaría me vino a buscar
- Quiero denunciar un robo
- Acompáñeme a un despacho Sr.- dijo el policía amablemente
Entramos en un frío despacho. Me hizo sentar
-Me llamo rioné. Sargento Rioné. Usted dirá
Y le explique mi odisea
No se creía lo que le estaba contando. Se quedó boquiabierto cuando le expliqué lo de Merche. No paraba de preguntarme sobre Merche, sobre la empresa esa de frikis, sobre el mono, sobre mi bici…
Bueno, decirle de que poco podemos hacer. Será difícil, sino imposible encontrar a Merche. Respecto a los cuadros…No sé yo si tienen valor de coleccionista…
Claro que tienen valor! – le contesté indignado
-No me interprete mal…evidentemente tienen valor…aunque sea simbólico…pero no son Picaso Eh. Que me entiende.
- Perfectamente, pero no juzgue sin saber porque igual se sorprende…
Salí de la comisaría indignado. Con la impresión de que el Sargento Rioné se reía de mi.
Como me jodía que aquel imbécil me tomara por un loco. Claro que la historia tenía tela. Rioné nunca había oído hablar de “empresas de Frikis” y cuando le expliqué lo del mono de cola verde, cambió de actitud, perdió el interés y me “facturó”.
Ni siquiera sabía si se llamaba Merche, y si había existido algún Felipe, ni que hubiera empresas de Frikis. De lo que estaba seguro es de que Merche, o como se llamará tenía algún compiche que la había atado y probablemente le había ayudado a desvalijar mi casa.
Pasaron los días, y mis investigaciones sobre empresas de Frisi habían acabado frustradas. La policía ni se digno a venir a casa a recoger posibles huellas dactilares de Merche. Porque al no haber forzado la puerta no se podía considerar robo sino hurto. O sea que sin cuadros, sin joyas, sin alfombres , sin relojes, sin bici, casi sin mujer y sin dignidad. ¡Pero que imbécil soy!
A la semana siguiente me presentaba en la tienda de bicis para comprarme una bici nueva. Conocía muy bien la tienda y a los mecánicos.
Le conté mi increíble historia a Chema, el jefe del taller, y de paso pidiéndole consejo sobre una nueva bici o una de segunda mano. Al final me compré una nueva.
Pasaron dos semanas y empezaba a rehacer mi vida. Conseguí colocar el mono a mi amigo David. Que como vivía en Sant Cugat tenía un pequeño jardín. Con dos niños pequeños que estaban encantados con el mono, era una cuestión de tiempo el que David formara parte de la lista de ex amigos.
Al cabo de dos meses me llamó Chema, el mecánico de la tienda de bicis.
-“ Juan, hoy ha venido un tío que nos quería vender una bici. Era como la tuya. Le he dicho que me la dejara para revisarla y que pasara mañana que le diría si me la quedo o no. He comprobado el nº de serie del cuadro de tu mtb y he salido de dudas. Es tu bici.” – me dijo casi más emocionado que yo.
- Joder Chema! De puta madre! A qué hora pasará? Que me quiero encontrar a ese cabrón!- Le dije con cierta emoción
- Vendrá a las doce de la mañana. Así que ya sabes…-
- Gracias Chema. Te debo una!
Y así que a las doce del mediodía me dirigía a la tienda de bicis. No llamé a la policía porque tampoco estaba seguro de que fuera el ladrón…me quería asegurar primero.
Entre a las doce y diez por la puerta de la tienda y me dirigí al taller. No sé lo que haría ni como reaccionaría. Cuando antes de llegar al mostrador del taller vi a chema hablar con un tio que estaba de espaldas, pero que me sonaba mucho. Se giró un poco y lo ví. El corazón se me aceleró. Era el Sargento Rioné. ¡Que fuerte!. ¡Ahora si que no entendía nada!. Retrocedí sin que me vieran. Cogí una tarjeta a la cajera de la tienda y salí.
Crucé la calle. Y sin dejar de mirar hacia la tienda llamé.
- Pásame con Chema por favor – le dije a la cajera
- Quién le digo que le llama-
- Soy un cliente, para una consulta….- no quería decir mi nombre por las moscas.
- Diga…- contestó Chema
- Chema! Soy Juan!. Es importante que disimules si estás delante del que te quiere vender mi bici. ¿Ok?
- Le hago un presupuesto pero me la tendrá que traer…- dijo Chema
Joder! Gracias a Dios me ha entendido – pensé aliviado
-Escúchame con atención Chema. El tío que te quiere vender mi bici es policía. No sé si me la ha robado él o qué es lo que está pasando, pero todo esto es muy raro. Síguele la corriente y cómprasela. Pero dale de alta como cliente. Más tarde hablamos…
- Ok Entonces mañana me la traes. Ciao.- Concluyó Chema habiendo entendido perfectamente mi mensaje.
Tenía una premonición. Pero no estaba seguro. Seguiría a Rioné cuando saliera de la tienda.
Media hora más tarde Rioné salía de la tienda. Salía andando pero con la bici!. Era evidente que no la había vendido. No entiendo porque. Le seguí por la calle Paris mientras llamaba desde el móvil a chema.
- lo siento Juan, pero no se la he comprado porque no quería dejar sus datos. Bajó el precio a la mitad pero con la condición de no dejar los datos…-me dijo excusándose Chema
- No te preocupes. Todo esto es muy raro pero tengo a este tío andando treinta metros delante de mí. Ya te contaré como acaba esto pero gracias por todo Chema- y colgué.
martes, mayo 05, 2009
FRIKI 3
Seguimos andando despacio hacia el camino principal. El que nos lleva a la carretera que llaman “la Rabasada”. Desde allá pediré un taxi. Notaba las magulladuras de la caída, pero lo mío es lo de menos. Me doy cuenta de que el móvil tiene cobertura, y la digo a la chica que lleva cinco minutos sin abrir boca, que ya tengo cobertura.
“voy a llamar a la policía que te recoja…y les explicas” le digo en un tono suave
“no, por favor no! No llames a la policía” – me dice la chica con la voz recuperada
“Pero... porqué no? Después de lo que han hecho contigo…!- le digo indignado entendiendo que a quien o quienes hayan sido esos hijos de puta se merecen un castigo. La verdad es que no sé bien lo que le han hecho a esa chica ,porque estaba vestida y con la camisa abrochada, no parece que haya sido violada.
“Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí, pero no estaba previsto que aparecieras...” – comentaba la chica avergonzada
“!!!queeeeé!!!” “ ¿me quieres decir que querías morirte en el bosque???” le grité indignado.
“Lo siento. Pero te tengo que explicar… lo primero presentarme, me llamo Merche…- Me decía con voz suave.
“Bueno Merche…yo Juan …venga explícamelo todo, porque ahora sí que no entiendo nada…¿me estás diciendo de que no estamos en peligro? – Le pregunté sin evitar enfadarme otra vez.
Pasábamos por delante de una gran roca y ella la señaló.
“será mejor que nos sentemos, y te lo explico todo” dijo Merche.
Nos sentamos de lado. Bebí un sorbo del botellín que todavía llevaba y la miré esperando una explicación. Y debía ser convincente porque entre otras cosas me habían robado la bici.
Era todo un juego. Merche me explicó como había contratado a una empresa que ofrecía un fin de semana con un Friki. Por lo visto era una empresa que “comercializaba” fines de semana con personas muy “Friki” Tenían todo un “catálogo” de frikis. Me explicó que habían frikis de la tecnología, frikis de sexo, frikis gamberros, frikis pobres, y frikis por un color…etc. Y que el "contrato" consistía en pasar un fin de semana con el “Friki” que escogieras. No hacía falta convivir con ese Friki toda la vida, sino que vivías la experiencia un fin de semana. Hacía poco que se había separado y ya lo había probado un fin de semana con un Friki del sexo. Y realmente fue un fin de semana inolvidable.
Había experimentado y conocido experiencias difíciles de describir. Había utilizado todo tipo de “aparatejos” para conseguir orgasmos inimaginables. Después de esta experiencia se atrevió a elegir a un friki sadomasoquista.
Su amiga íntima había probado con un Friki pobre, el cual le hizo vestirse con harapos y pedir limosna en el metro y en las iglesias. Tuvo momentos difíciles, especialmente cuando dormían con cartones en cajeros automáticos, pero fue la experiencia más impactante que había tenido en su vida. Merche optó por el friki sadomasoquista pensando que tendría sus dosis de sexo, pero a hora de la verdad, Felipe, que así se llamaba su “Friki” no tenía ningunas ganas de sexo, sino que le provocaba situaciones extremas. Y además lo contrató para dos días laborables, porque ella se pediría fiesta en el buffete. Era abogada.
El hecho es que Felipe le propuso una experiencia única e inolvidable mientras paseaban por el parque de Collserola. Ella no se dio cuenta y medio en broma Felipe le ató al árbol y le tapó la boca con cinta americana para que no pudiera gritar. Una vez atada y amordazada ella se dio cuenta de que Felipe se estaba pasando, pero ya no podía hacer nada. No se trataba de sexo, era sólo sufrimiento.
Entonces Merche fue presa del pánico. Esperaba que durara poco esta situación pero el muy bestia la dejó toda la noche atada. Merche no daba crédito. Él se marchó. Y pasó el miedo más terrorífico que jamás se hubiera imaginado. No pudo hacer nada, se hizo de noche y cuando creía que los ruidos que oía eran del cabrón de Felipe, se dió cuenta de que estaba rodeada de jabalíes que no paraban de olisquearle. Ella les empezó a dar patadas, hasta que perdió el conocimiento…Ahora Merche interrumpía la explicación y empezó a llorar desconsoladamente…
“lo siento mucho! “ le decía todavía llorando
“Va anímate. Que ya ha pasado todo…” – Le dije consolándola. Si había algo que no podía soportar era a una mujer llorando. Me trastocaba.
Llegaron a la carretera pero no había manera de convencer a los "taxis mercedes" de que no vinieran a buscar a la carretera de la Rabasada km 15, se creían que era una broma!.
“¿Cómo te encuentras? Es difícil que venga un taxi, creo que iremos más rápidos si bajamos a Barcelona caminando. " le dije a Merche
“ Ya me encuentro mejor…” me dijo
Y así fue como una hora después llegábamos al pie del funicular del Tibidabo.
Bueno, creo que será mejor que te deje aquí y te vas en taxi…
“No me encuentro muy bien. Crees que me puedo quedar solo esta noche en tu casa? Tengo mucho miedo…”- me preguntó.
“Ostiaputacojones!, ya tengo bastante con la tardecita que me has dado…Espero no volverte a ver!” le dije girándome y empezando a caminar calle abajo por la Avenida de Tibidabo. ¡Vaya marrón! pensaba. ¿Cómo coño le explico a mi mujer que llego a casa con una chica separada llamada Merche, que le gustan los juegos sadomasoquistas y que la he desatado de un árbol mientras me robaban la bici?
Los remordimientos no me dejaban tranquilo. Que cabrón soy, pensé.
Me paré en seco. Grité “joooder!!!! Es que todo me tiene de pasar a mí!!!!!
Di la vuelta y la fui a buscar. “!A tomar por culo! ¡Qué pase lo que sea! ¡Me da igual todo!
Volví a por ella y a las diez de la noche llamaba por el interfono a mi mujer que me abriera la puerta. Merche llena de barro y sucia, que a pesar de sus bonitos ojos, asustaba y yo pues ya os podéis imaginar vestido de ciclista, sucio y magullado y lo peor de todo...sin mi bici.
“Merche!” –le dije – “déjame explicarlo a mi…que no será fácil”
“Ah! Y espero que te gusten las niñas, mi perro y un mono llamado Bush, porque sino te cruzas la calle y te vas al hotel!”
“Ostia Juan! – Me dijo Merche riendo – “Tu si que eres un “Friki”!!!!
“voy a llamar a la policía que te recoja…y les explicas” le digo en un tono suave
“no, por favor no! No llames a la policía” – me dice la chica con la voz recuperada
“Pero... porqué no? Después de lo que han hecho contigo…!- le digo indignado entendiendo que a quien o quienes hayan sido esos hijos de puta se merecen un castigo. La verdad es que no sé bien lo que le han hecho a esa chica ,porque estaba vestida y con la camisa abrochada, no parece que haya sido violada.
“Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí, pero no estaba previsto que aparecieras...” – comentaba la chica avergonzada
“!!!queeeeé!!!” “ ¿me quieres decir que querías morirte en el bosque???” le grité indignado.
“Lo siento. Pero te tengo que explicar… lo primero presentarme, me llamo Merche…- Me decía con voz suave.
“Bueno Merche…yo Juan …venga explícamelo todo, porque ahora sí que no entiendo nada…¿me estás diciendo de que no estamos en peligro? – Le pregunté sin evitar enfadarme otra vez.
Pasábamos por delante de una gran roca y ella la señaló.
“será mejor que nos sentemos, y te lo explico todo” dijo Merche.
Nos sentamos de lado. Bebí un sorbo del botellín que todavía llevaba y la miré esperando una explicación. Y debía ser convincente porque entre otras cosas me habían robado la bici.
Era todo un juego. Merche me explicó como había contratado a una empresa que ofrecía un fin de semana con un Friki. Por lo visto era una empresa que “comercializaba” fines de semana con personas muy “Friki” Tenían todo un “catálogo” de frikis. Me explicó que habían frikis de la tecnología, frikis de sexo, frikis gamberros, frikis pobres, y frikis por un color…etc. Y que el "contrato" consistía en pasar un fin de semana con el “Friki” que escogieras. No hacía falta convivir con ese Friki toda la vida, sino que vivías la experiencia un fin de semana. Hacía poco que se había separado y ya lo había probado un fin de semana con un Friki del sexo. Y realmente fue un fin de semana inolvidable.
Había experimentado y conocido experiencias difíciles de describir. Había utilizado todo tipo de “aparatejos” para conseguir orgasmos inimaginables. Después de esta experiencia se atrevió a elegir a un friki sadomasoquista.
Su amiga íntima había probado con un Friki pobre, el cual le hizo vestirse con harapos y pedir limosna en el metro y en las iglesias. Tuvo momentos difíciles, especialmente cuando dormían con cartones en cajeros automáticos, pero fue la experiencia más impactante que había tenido en su vida. Merche optó por el friki sadomasoquista pensando que tendría sus dosis de sexo, pero a hora de la verdad, Felipe, que así se llamaba su “Friki” no tenía ningunas ganas de sexo, sino que le provocaba situaciones extremas. Y además lo contrató para dos días laborables, porque ella se pediría fiesta en el buffete. Era abogada.
El hecho es que Felipe le propuso una experiencia única e inolvidable mientras paseaban por el parque de Collserola. Ella no se dio cuenta y medio en broma Felipe le ató al árbol y le tapó la boca con cinta americana para que no pudiera gritar. Una vez atada y amordazada ella se dio cuenta de que Felipe se estaba pasando, pero ya no podía hacer nada. No se trataba de sexo, era sólo sufrimiento.
Entonces Merche fue presa del pánico. Esperaba que durara poco esta situación pero el muy bestia la dejó toda la noche atada. Merche no daba crédito. Él se marchó. Y pasó el miedo más terrorífico que jamás se hubiera imaginado. No pudo hacer nada, se hizo de noche y cuando creía que los ruidos que oía eran del cabrón de Felipe, se dió cuenta de que estaba rodeada de jabalíes que no paraban de olisquearle. Ella les empezó a dar patadas, hasta que perdió el conocimiento…Ahora Merche interrumpía la explicación y empezó a llorar desconsoladamente…
“lo siento mucho! “ le decía todavía llorando
“Va anímate. Que ya ha pasado todo…” – Le dije consolándola. Si había algo que no podía soportar era a una mujer llorando. Me trastocaba.
Llegaron a la carretera pero no había manera de convencer a los "taxis mercedes" de que no vinieran a buscar a la carretera de la Rabasada km 15, se creían que era una broma!.
“¿Cómo te encuentras? Es difícil que venga un taxi, creo que iremos más rápidos si bajamos a Barcelona caminando. " le dije a Merche
“ Ya me encuentro mejor…” me dijo
Y así fue como una hora después llegábamos al pie del funicular del Tibidabo.
Bueno, creo que será mejor que te deje aquí y te vas en taxi…
“No me encuentro muy bien. Crees que me puedo quedar solo esta noche en tu casa? Tengo mucho miedo…”- me preguntó.
“Ostiaputacojones!, ya tengo bastante con la tardecita que me has dado…Espero no volverte a ver!” le dije girándome y empezando a caminar calle abajo por la Avenida de Tibidabo. ¡Vaya marrón! pensaba. ¿Cómo coño le explico a mi mujer que llego a casa con una chica separada llamada Merche, que le gustan los juegos sadomasoquistas y que la he desatado de un árbol mientras me robaban la bici?
Los remordimientos no me dejaban tranquilo. Que cabrón soy, pensé.
Me paré en seco. Grité “joooder!!!! Es que todo me tiene de pasar a mí!!!!!
Di la vuelta y la fui a buscar. “!A tomar por culo! ¡Qué pase lo que sea! ¡Me da igual todo!
Volví a por ella y a las diez de la noche llamaba por el interfono a mi mujer que me abriera la puerta. Merche llena de barro y sucia, que a pesar de sus bonitos ojos, asustaba y yo pues ya os podéis imaginar vestido de ciclista, sucio y magullado y lo peor de todo...sin mi bici.
“Merche!” –le dije – “déjame explicarlo a mi…que no será fácil”
“Ah! Y espero que te gusten las niñas, mi perro y un mono llamado Bush, porque sino te cruzas la calle y te vas al hotel!”
“Ostia Juan! – Me dijo Merche riendo – “Tu si que eres un “Friki”!!!!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)