miércoles, abril 22, 2009

sobre Bush, el mono africano de cola verde...

¿El puto mono o yo?- me gritaba amenazante mi linda mujercita.
Yo creo que el silencio que se produjo emulando una cierta duda fue el detonante de todo.
Pues ya os lo podéis imaginar. Menos sangre hobo de todo. Gritos, amenazas, insultos. No fue una noche muy agradable. El puto mono de los cojones que menos tumbar la lavadora, que pesa lo suyo, y por como encontré el lavadero al día siguiente, estoy seguro que lo intentó. Que no hay mono que valga. Como lo primero es lo primero, y se trata de intentar hacer que la parienta vuelva a casa. Que sus padres ya la han aguantado los suficientes años.
- “que me cojo el día de fiesta para irme al “valle”!- dije al recepcionista a primera hora para avisar.
- Muy bien. Ya lo comunicaré. Buena esquiada.
Si supiera que el Valle es el Hospital del Valle Hebrón y no Baqueira Beret…pero bah! No valía la pena dar más explicaciones. Era obvio que el cerebro me fallaba.
Y ya me veis, con “Bush” que así decidí llamar a mi puto mono. Era evidente que debía de solucionar el tema, para que el agua volviera a su cauce.
“Que raro mono” – me comentaba el veterinario de Gracia. – Yo no te puedo ayudar, porque como comprenderás no me lo puedo quedar, pero te aconsejo llevarlo directamente al zoológico, que seguramente se lo quedarán.
Y una hora más tarde, ahí estaba con Bush, cogido con su correa, que no debía de entender nada, aunque pareciera lo contrario. Sentados en una fría pasillo delante de una puerta con la inscripción de “departamento de primates”.
Ahí dentro debía trabajar mi cuñado, porque como es político…
Al cabo de media hora salió un Sr. Con bata de médico. Debería ser el especialista en monos, deduje.
- Así que nos quiere donar su mono no?- Me dijo con cierto “Rintintin” . Supongo que no debo ser ni el único ni el primero en pasar por eso.
- Si,si. Porque debo solucionar este tema con carater de urgencia
- Ya me imagino…- comentaba el señor mirándose al mono. – Que raro….Espere un momento por favor.
Y volvió a entrar en su despacho. Hasta media hora me tuvo con “Bush”.
- Pasé por favor con el mono.
Estuvieron mirándolo a Bush por todas partes. Se lo llevaron toda la mañana. Hasta me dio pena, pobre Bush.
“¿Tan difícil es dejar un mono en el zoo?
Lo jodido fue cuando salieron todos los veterinarios, o lo que sean, para devolverme el mono.
El mayor de los especialistas me dijo: “lo siento pero no nos lo podemos quedar” “no sabemos de que especie se trata porque no encontramos referencias. Hay alguna especie con rasgos parecidos, pero ninguno con la cola verde. Es realmente raro, y es que además lo hemos corroborado con diferentes zoos y especialistas y nadie tiene la menor idea de donde puede haber, salido. Y lo peor de todo es que como no está catalogado no nos lo podemos quedar….
“Qué?????????????????????” ¿Estará bromeando…no?- Grite
Pero no bromeaba…

martes, abril 21, 2009

Ferrán Adriá

Es curioso lo de Ferrán Adriá. Y es que según el Financial Times es el español más influyente. Lo ves físicamente y da la sensación de sucio, sin afeitar y con la camisa por fuera con barrigón cervecero… Hoy lo he visto en las noticias, porque le han concedido el premio al mejor restaurante del mundo ( por quinto año consecutivo!). Lo oyes hablar y se te cae el mundo a los pies. Como puede ser, si parece inculto y además tartamudea. Pues a pesar de todo ello debe de ser un tipo muy especial. Tiene muy claro que lo que no busca son premios sino que la gente disfrute. Y experimente. Y eso debe ser la ostia porque con la facturita de marras que te debes encontrar, ¿ no fue un restaurador inglés que hizo un “sinpa” y la policía lo buscaba porque pensaba que lo habían secuestrado?. Tiene delito el tema.
Coincidí por casualidad con él, en una fiesta de la revista Elle en Valencia hace unos tres años mientras hablaba con Andrés Sardá, Ferrán se acercó para saludar… al sr. Sardá, claro, que os pensabais. Pero Ferrán Adriá educadamente se presentó. Estuvieron durante cinco minutos charlando animosamente y yo boquiabierto como espectador de lujo. Y es que resulta de que Andrés había estudiado restauración en Paris, durante casi tres años en cursillos de tres semanas, mientras que Ferrán Adriá consiguió tocarle el pecho a una novia suya, pero sin haberle podido soltar el complicado cierre del sujetador de la marca de Andrés Sardá. Y los dos se reían pensando en lo gracioso de la situación.
Después de esta anécdota. Mi opinión sobre él cambio. En cualquier caso debería pasar la prueba del público, que no es más de dejar que sus clientes pagaran lo que quisieran, en función del grado de satisfacción. Y entonces se comprobaría realmente si lo que paga la gente corresponde a lo que cobra.
Y es que esto que parece una falacia, es precisamente lo que hizo el propietario de un restaurante que adaptándose a la crisis, no quería cobrar un precio a sus clientes sino que lo que dejó es un sobre vacío en cada mesa, comentándole a los comensales que pagaran lo que quisieran, o mejor dicho lo que consideraban que tenían de pagar.
Por la noche hizo el recuento, el propietario no daba crédito a lo que veía. Había ganado más que si hubiera cobrado el menú habitual.
Por eso si la satisfacción fuera la misma, ¿pensáis que los clientes del Bulli pagarían los 300 euros del menú?. Yo tampoco.
Para mí. Sería justo de que funcionáramos así. Hubo un grupo ingles de rock que decidió pasar de la discográfica y decidió que la gente se bajara el disco por Internet y que pagara lo que quisiera. Pues bien lo mismo. Se forraron y eso da que pensar. Hay que asumir que las cosas cambian y que las discográficas no pueden cobrar lo que cobran por los CD´s. Y si se hunden, pues que se hundan. Se lo merecen.
Para mi todo eso de los derechos de autor sí que se tienen de considerar, pero no pagando las barbaridades que se pagan. Yo, si bajarme un disco legalmente me cuesta dos o tres euros los pagaría. Si me cuesta 20 euros que me busquen.
Bueno lo dicho, a reservar una mesa en el Bulli, para dentro de dos años, y tener el gusto de anular la mesa el mismo día para irme con una amiga al Kaiku de la Barceloneta. Me encantaría. Si pa chulos yo.

El mono africano de cola verde

Hay que pensar en las oportunidades. Y aprovecharlas. Lo difícil es saber si realmente son oportunidades o más bien son designios del destino.
Y esto es lo que me pasó la semana pasada mientras paseaba a Fosc a las siete de la tarde por los aledaños de plaza Molina.
Mientras estábamos en la labor cotidiana de dejar “huella” en todos los árboles del barrio. ( Si os compráis un perro que sea perra) se me acercó un grupo de inmigrantes de piel morena. O sea negros, ( la Caixa lo llamaría nuevos residentes, que la pela es la pela) Al principio me asusté porque eran cuatro y la verdad es que no tenían muy buen aspecto. Pero el hecho es que se me acercaron muy educadamente y empezaron a hablar conmigo preguntándome en francés como podían ir para llegar a la Barceloneta. Fosc que al principio se mostraba nervioso acabó relajándose, a pesar de que uno de ellos, probablemente el más joven de unos quince años, llevaba un mono en el hombro. “Pues vaya perrito de “guarda y defensa” me he comprado pensé”. Si me tiene que salvar la vida lo tengo claro.
Entonces me habló el que parecía más mayor sobre el hecho que habían conseguido llegar a través de Francia, y que eran de Gambia. Y que me ofrecían el mono, por cincuenta euros, que era muy “educado” y que no tendría el más mínimo problema con él. Al principio yo me reí mientras les argumentaba la imposibilidad de tener un “bicho” así en casa. Ni me imagino la cara de mi mujer.
Pero entonces me explicaron que estaban en Barcelona de una manera ilegal y que si no colocaban al mono lo tendrían de matar. Porque era obvio que atraía la atención y más de la policía. Yo al principio me negó hasta que le dí la mano al mono y me miró a los ojos. Parecía tan humano!. No sé como pasó si en un ataque de inconsciencia pero los inmigrante se habían marchado dejándome con un mono. Y con cincuenta euros de menos.
“joder vaya marrón! – pensé yo
La verdad es que Fosc no le hacía ni caso, olisqueó al mono y se desentendió del nuevo “amigo”. A estas que acabé del paseo con el mono en el hombro, con la naturalidad de cómo si siempre hubiera estado conmigo. Fue impresionante. Acabé el paseo, y con el perro y el monito en el hombro me sentía realmente observado.
Sebastiana la portera se quedó de piedra al verme entrar en la portería. Cogí el ascensor y me miré al espejo pensando como podría explicar eso con una cierta coherencia a mi mujer y mis hijas.
“imposible de explicar” pensé. Todo lo que pueda decir o hacer desde el momento de que entre por casa será en vano.
Estuve unos segundos pensando en el rellano hasta que me decidí entrar en casa.
Cuando de repente oí la voz de mi mujer desde el salón que me comentaba sin verme mientras miraba el “pasa palabra”, “vaya paseíto…no?” “si supiera…-pensé”
La guerra estaba apunto de estallar…

(Seguirá…)