Piel de gallina. Yo iba a ver la llegada de mi amiga en la media maratón de Barcelona el pasado sábado. Unos 17.000 participantes. 3000 mujeres. Impresionante la cantidad de gente que se apunta a esto del running.
Llegué a la meta para verla llegar cuando el crono “oficial “ indicaba 1 hora :35 minutos” “perfecto” pensé yo. Si todo iba bien, la vería llegar. El tiempo que estimaba que realizaría si todo iba bien estaría entre 1:45´ y 1:55´ ….Lo que no contaba es que ella no había salido de los primeros porque la salida de su grupo se demoró entre 10 y 15´. Total, que por muy poco pero no la vi porque a las 2 horas de carrera me fui a buscarla a la llegada pensando que ya había entrado y no la había visto.
1: 51´ fue su tiempo real pero claro que no la vi. En el crono de la llegada debería marcar 2: 01´. Fue una pena, pero eso me pasa por impaciente. Por un minuto! Una pena pero me quede impresionado de ver cómo llegaba tanta gente durante esos 25´. Francamente, me encantó. Ya sé que en ese tiempo todos los “pro” ya habían llegado, pero lo realmente interesante era ver llegar a todos los demás. Cada uno con una forma de correr diferente. Correr es algo que nadie te enseña y que haces de una manera natural. Llegaban constantemente. Gente de todas las edades, con las fisonomías más variopintas con todo tipo de indumentarias, solos o acompañados, o solos con su música. Daba igual, pero todos felices de llegar.
Lo que impresionaba era ver el comportamiento y las reacciones de la gente cuando llegaba. O mejor dicho unos 100 metros antes. Mucho mejor. Cuando era evidente que en ese momento los corredores ya saben que “han llegado”…que lo han conseguido. Y lo celebran de muchas maneras. Cada uno con la suya. Los hay que lloran. Atrás han quedado los interminables días de entreno, las dudas, las apuestas personales, los que corren por alguien que ya no está, los que corren porque se intentan demostrar que lo podían hacer y lo han hecho. A veces ves a gente totalmente emocionada, casi arrastrando los pies, piensas que detrás de ese rostro emocionado hay una historia de superación. Parejas llegando de la mano y apretándose la mano. Otros que lo celebran extendiendo los brazos como si llegaran en avión. Los que esprintan porque aún les quedan fuerzas. Los hay que gritan apretando el puño.
También los había que entraban con bebés en brazos, o los que grababan el momento de la entrada para inmortalizarlo. Sé que es gente anónima, que nunca saldrán en la prensa como deportistas de élite. Pero por eso mismo, precisamente porque para ellos era un reto conseguido, era emocionante. Muy emocionante. Felicidades a todos ellos. Uno se da cuenta que a pesar del esfuerzo y sacrificio que supone, y aunque mucha gente no lo entienda, “eso” vale la pena. Y mucho!.