La semana pasada fue una semana intensa.
En todos los sentidos. Profesionalmente con muchos pequeños fuegos, y donde antes habían dos bomberos ahora estoy sólo, por lo que el fuego, aunque probablemente sea el mismo pero desde luego adquiere otras dimensiones.
Ida y venida a Madrid con el famoso AVE. Que si AVE o avión. Es igual, la conclusión es que ir a la capital un día es cansado. Rompe rutinas pero eso es lo que lo hace que se sea tan cansado.
Y de la bolsa…¿qué podemos decir?. Que hay incertidumbre?...joder! pues vaya…Que no hay confianza en los mercados, que los inversores extranjeros no confían en España…¿y eso nos extraña?. Lo raro sería lo contrario.
¿Cómo queréis que los gobernantes de pacotilla que tenemos transmitan confianza?.
Si es que volvemos a lo mismo. Si se tiene que actuar porque los economistas y el “gabinete de expertos” opina que no hay más salida pues que se actúe, como sea, pero que no se nos venda que España es un ejemplo. Igual si podría ser un ejemplo de improvisación, de no saber de que medidas tomar…ni hacia dónde vamos…
Aunque todo los gobernantes el mundo quieran dejar claro, no sé para que exactamente, aquello de que España no es Grecia. No ya…no tenemos tantas islas…
Pero como dice el refranero siempre sabio “cuando veas las barbas de tu vecino afeitar…pon las tuyas a remojar…”
El juez Garzón también ha sido noticia estos días. Puedes estar de acuerdo o no en los procesos que intentaba ejecutar, pero lo que no hay duda es que lo han apartado porque no interesa un juez que sea tan insistente sobre los casos de corrupción. Y miro directamente al PP, pero también al PSOE y a los demás que eso ya les va bien…
Que pena .y que injusto ¿no?. Que triste sería más correcto. Y ahora que nos pasará? Pues nada, que la corrupción en este país ya puede “respirar” un poco.
Entre tanto ida y venida de la bolsa, miro la web de Jessica Watson. Aquella “mujercita” (ya no me atrevo a llamarla niña) que daba la vuelta al mundo en solitario en un barco de apenas diez metros.)
Pues Jessica acaba de llegar a la bahía de Sidney después de 42.600 km en solitario sin asistencia.
El recibimiento ha sido por todo lo alto. Hasta el primer ministro acudió a recibirla en la bahía de Sidney. Y es que en Australia la vela es uno de los deportes nacionales.
Aparte de los detractores de que una chica de 16 años se embarque en un proyecto de esas características, también los hay que consideran que no se puede validar esa vuelta al mundo porque su ruta no pasaba lo suficientemente cerca del ecuador.
Los que deben haber “respirado” son sus padres. Que osadía (para mi injustificada) permitir a su hija embarcarse en una aventura como esa. Jessica debió soportar olas de hasta doce metros. Y eso son olas muy altas. En el Océano es un poco diferente que en el Mediterráneo, las olas son más grandes pero están más separadas entre sí, porque el seno de las olas también es mucho más grande, por lo que te da la sensación de que vas subiendo por una montaña de agua para luego bajarla! Pero es que doce metros de ola son doce metros!.
Sería interesante saber como le debe haber influido esa experiencia de siete meses en solitario a Jessica. Un reto como ese te debe marcar durante toda la vida. Y eso no sé si es bueno o malo. Seguro que a partir de eso te debes sentir capaz de todo.
Los que siempre ven el vaso medio vacío dirán que en el fondo no estaba sola. Que tenía contacto on line con el mundo. Y que tenía un blog.
Y le pasaba como a mi a la hora de escribir. Que si tengo aviso de temporal no escribo…El concepto de “temporal” en mi es un poco ambiguo y aquí meto tanto temas externos como internos.
Eso de tener la blog o el blog (nunca aprenderé si es masculino o femenino) es un poco como estar siempre acompañado. Escribes, te escriben, te sientes controlado de alguna manera. Y eso reconforta en momentos de melancolía. Seguro.
En fin, que se mire como se mire ha sido toda una proeza…con blog o sin blog y aunque los “pedorros” del World Sailing Speed Record Council no quieran reconocer su record por no tener 18 años…si es que manda guevos!. Que lo intenten ellos. Aunque bien pensado que lo reconozcan “oficialmente” o no…¿Qué más da?
jueves, mayo 20, 2010
martes, mayo 11, 2010
Hostal Kalifornia
-
Welcome to the hostal Kalifornia, sir…
-No me jodas!... que soy español. Tiene un habitación libre para esta noche?
-Si, si claro. Son 36 € sin desayuno. Me deja la Visa…
-Si si claro le dejo lo que sea.
-Tenga la habitación del gato…en el primer piso- me dijo el recepcionista dándome una llave de aquellas tan incómodas de llevar encima
-¿del gato?
-Si, si es que a las habitaciones les ponemos nombre de animales…
-Pues me tendrían de dar la habitación del “zopenco”…¿por qué mira que perder el AVE?
-No me diga señor. Lo siento. Perdone que le pregunte…pero ¿no puede coger un avión u otro tren?
-Usted que se cree? Que no lo he intentado?....- le respondí indignado.
Todo había ido bien hasta las seis. Habíamos salido de una convención en el hotel Me y las cosas se me complicaron. Me pensaba que me daría tiempo de pasarme por el Corte Inglés y comprarme un libro que llevaba mucho tiempo buscando.
Sólo me quedaba ese recurso, lo había buscado por infinidad de librerías en Barcelona y estaba agotado o nunca lo habían tenido. Además, solo era cuestión de un momento, iría rápido.
El de seguridad del Corte Inglés me dijo amablemente que en el primer piso estaba la librería y hacia ahí me dirigía. Mira que era fácil subir por las escaleras metálicas, pero no. Al pasar junto el ascensor y al ver que estaban las puertas abiertas se me ocurrió meterme.
Se cerraron las puertas del ascensor cuando me di cuenta de que el ascensor no tenía botones pulsadores ni números ni posibilidad de seleccionar piso.
La verdad es que parecía un ascensor de lujo. Elegantemente tapizado y con un espejo con un marco dorado, estilo rococó.
Buscaba algún pulsador o algo parecido pero no había nada. De repente el ascensor se elevó rápidamente. Lo notaba por la sensación extraña que me producía en el estómago..A los pocos segundos, cuando se abrieron las puertas, salí del ascensor y me encontré ante un gran despacho, con una decoración clásica y con muebles de madera oscura probablemente de caoba.
¿ dónde me había metido? Y ¿ cómo había ido a parar ahí.?
Recapitulaba, pero no lo acaba de entender. Parecía desde fuera un ascensor convencional de unos grandes almacenes hasta que una vez dentro se cerraron las puertas y me dí cuenta de que era un poco “extraño.
Ahora faltaba casi media hora para que se marchara el AVE. Y debía salir de ahí a toda prisa porque sino lo perdería.
El libro que estaba buscando era un libro muy especial.
Me dijeron que era el primer y único libro de una tal Amanda y que lo tenía de leer porque me desvelaría algo muy importante para mí. Lo llevaba buscando durante nueve meses. “La historia de Agapito” Me dijeron en las librerías donde había probado de comprarlo que el único sitio que había alguna posibilidad de encontrarlo sería en el Corte Inglés.
Bueno. No nos pongamos nerviosos, pensé. Calma. Encuentro la salida, cosa aparentemente complicada porque no había ninguna puerta y me voy cagando leches a la estación de Atocha!.
Realmente era un despacho extraño. Alto muy alto y con mucha luz. Con unas vistas impresionantes. Seguro que se trataba del despacho del presidente, con tanto lujo, pero lo jodido es que no tenía salida. Puta planta noble, mucho lujo pero sin puertas.
Ni la puerta del ascensor tenía pulsador de llamada. Me estaba poniendo un poco nervioso. Me acerqué a la gran mesa de despacho. Me senté descolgué el teléfono. A la voz de Buenas tardes Sr. Ramón – contestó una sugestiva voz femenina
-Oiga por favor …ayúdeme! – le dije con tono desesperado.
-Perdón? Oiga…Quién es usted?- me dijo la dulce voz un poco nerviosa
-Que más da quién coño soy…! – le contesté consciente de que me había pasado - La cuestión es que me he metido en un ascensor para ir a la librería a comprar un libro…y he aparecido en un elegante despacho, desde dónde le estoy llamando. Así que, por favor ¿me podría enviar a alguien que me ayude a salir?- le dije intentando conservar la calma.
Tranquilo Sr…soy la secretaria de Don Ramón…no se ponga nervioso que le envío a alguien que le ayude…deme un minuto…por favor.
- Ok…está bien…pero rápido por favor.
Era un despacho realmente lujoso. Poco podía hacer mientras esperaba a mi “rescatador” sentado comodamente en ese lujoso sillón del Sr. Ramón, con toda probabilidad uno de los hombres más poderosos del país. “Que pocas personas se deben haber podido sentar aquí” me dije observando las paredes tapizadas .Podía reconocer una pintura de Soroya. Las tonalidades de blancos y contrastes de luz que conseguía ese pintor Valenciano, siempre me han impresionado. El cuadro era el paisaje de una familia en la playa.. Observando el cuadro me tranquilicé. “Si no llego no llego…” me dije a mi mismo buscando el autoconsuelo. Me levanté del cómodo sillón presidencial buscando una posible salida. No es normal que un despacho no tenga puertas. Deben estar camufladas. Le dí un vistazo a la mesa. Quería saber por curiosidad que tenía en la lujosa mesa del presidente de una de las empresas más importantes del país. Entonces lo vi. Sólo me di cuenta cuando leí la portada. Y me subió de golpe la adrenalina “La historia de Agapito” por Amanda C.
Habían pasado más de cinco minutos y nadie había aparecido. Me levanté con el libro en la mano. Era imposible que ese despacho no tuviera una salida de emergencia. Empecé a recorrer las paredes cuando me pareció encontrar una arruga en la pared. Me acerqué y presioné. Bingo! Se abrió una puerta perfectamente camuflada que daba a unas escaleras. Bajé tan rápido como pude.
Ya era demasiado tarde. El Ave seguro que no me ha esperado, y así es como de vuelta a ningún sitio y caminando por los aledaños de la Plaza Mayor me encuentro con el Hostal Kalifornia, estirado en la cama de una habitación llamada “gato” y con un único objetivo. Leerme el intrigante libro de “la historia de Agapito”.
Cuando empiezo a leer libro leo una dedicatoria manuscrita al “ladrón del libro que tanto ha buscado por encontrarme”…
Entonces empecé a asustarme. ¿Qué estaba pasando?
Welcome to the hostal Kalifornia, sir…
-No me jodas!... que soy español. Tiene un habitación libre para esta noche?
-Si, si claro. Son 36 € sin desayuno. Me deja la Visa…
-Si si claro le dejo lo que sea.
-Tenga la habitación del gato…en el primer piso- me dijo el recepcionista dándome una llave de aquellas tan incómodas de llevar encima
-¿del gato?
-Si, si es que a las habitaciones les ponemos nombre de animales…
-Pues me tendrían de dar la habitación del “zopenco”…¿por qué mira que perder el AVE?
-No me diga señor. Lo siento. Perdone que le pregunte…pero ¿no puede coger un avión u otro tren?
-Usted que se cree? Que no lo he intentado?....- le respondí indignado.
Todo había ido bien hasta las seis. Habíamos salido de una convención en el hotel Me y las cosas se me complicaron. Me pensaba que me daría tiempo de pasarme por el Corte Inglés y comprarme un libro que llevaba mucho tiempo buscando.
Sólo me quedaba ese recurso, lo había buscado por infinidad de librerías en Barcelona y estaba agotado o nunca lo habían tenido. Además, solo era cuestión de un momento, iría rápido.
El de seguridad del Corte Inglés me dijo amablemente que en el primer piso estaba la librería y hacia ahí me dirigía. Mira que era fácil subir por las escaleras metálicas, pero no. Al pasar junto el ascensor y al ver que estaban las puertas abiertas se me ocurrió meterme.
Se cerraron las puertas del ascensor cuando me di cuenta de que el ascensor no tenía botones pulsadores ni números ni posibilidad de seleccionar piso.
La verdad es que parecía un ascensor de lujo. Elegantemente tapizado y con un espejo con un marco dorado, estilo rococó.
Buscaba algún pulsador o algo parecido pero no había nada. De repente el ascensor se elevó rápidamente. Lo notaba por la sensación extraña que me producía en el estómago..A los pocos segundos, cuando se abrieron las puertas, salí del ascensor y me encontré ante un gran despacho, con una decoración clásica y con muebles de madera oscura probablemente de caoba.
¿ dónde me había metido? Y ¿ cómo había ido a parar ahí.?
Recapitulaba, pero no lo acaba de entender. Parecía desde fuera un ascensor convencional de unos grandes almacenes hasta que una vez dentro se cerraron las puertas y me dí cuenta de que era un poco “extraño.
Ahora faltaba casi media hora para que se marchara el AVE. Y debía salir de ahí a toda prisa porque sino lo perdería.
El libro que estaba buscando era un libro muy especial.
Me dijeron que era el primer y único libro de una tal Amanda y que lo tenía de leer porque me desvelaría algo muy importante para mí. Lo llevaba buscando durante nueve meses. “La historia de Agapito” Me dijeron en las librerías donde había probado de comprarlo que el único sitio que había alguna posibilidad de encontrarlo sería en el Corte Inglés.
Bueno. No nos pongamos nerviosos, pensé. Calma. Encuentro la salida, cosa aparentemente complicada porque no había ninguna puerta y me voy cagando leches a la estación de Atocha!.
Realmente era un despacho extraño. Alto muy alto y con mucha luz. Con unas vistas impresionantes. Seguro que se trataba del despacho del presidente, con tanto lujo, pero lo jodido es que no tenía salida. Puta planta noble, mucho lujo pero sin puertas.
Ni la puerta del ascensor tenía pulsador de llamada. Me estaba poniendo un poco nervioso. Me acerqué a la gran mesa de despacho. Me senté descolgué el teléfono. A la voz de Buenas tardes Sr. Ramón – contestó una sugestiva voz femenina
-Oiga por favor …ayúdeme! – le dije con tono desesperado.
-Perdón? Oiga…Quién es usted?- me dijo la dulce voz un poco nerviosa
-Que más da quién coño soy…! – le contesté consciente de que me había pasado - La cuestión es que me he metido en un ascensor para ir a la librería a comprar un libro…y he aparecido en un elegante despacho, desde dónde le estoy llamando. Así que, por favor ¿me podría enviar a alguien que me ayude a salir?- le dije intentando conservar la calma.
Tranquilo Sr…soy la secretaria de Don Ramón…no se ponga nervioso que le envío a alguien que le ayude…deme un minuto…por favor.
- Ok…está bien…pero rápido por favor.
Era un despacho realmente lujoso. Poco podía hacer mientras esperaba a mi “rescatador” sentado comodamente en ese lujoso sillón del Sr. Ramón, con toda probabilidad uno de los hombres más poderosos del país. “Que pocas personas se deben haber podido sentar aquí” me dije observando las paredes tapizadas .Podía reconocer una pintura de Soroya. Las tonalidades de blancos y contrastes de luz que conseguía ese pintor Valenciano, siempre me han impresionado. El cuadro era el paisaje de una familia en la playa.. Observando el cuadro me tranquilicé. “Si no llego no llego…” me dije a mi mismo buscando el autoconsuelo. Me levanté del cómodo sillón presidencial buscando una posible salida. No es normal que un despacho no tenga puertas. Deben estar camufladas. Le dí un vistazo a la mesa. Quería saber por curiosidad que tenía en la lujosa mesa del presidente de una de las empresas más importantes del país. Entonces lo vi. Sólo me di cuenta cuando leí la portada. Y me subió de golpe la adrenalina “La historia de Agapito” por Amanda C.
Habían pasado más de cinco minutos y nadie había aparecido. Me levanté con el libro en la mano. Era imposible que ese despacho no tuviera una salida de emergencia. Empecé a recorrer las paredes cuando me pareció encontrar una arruga en la pared. Me acerqué y presioné. Bingo! Se abrió una puerta perfectamente camuflada que daba a unas escaleras. Bajé tan rápido como pude.
Ya era demasiado tarde. El Ave seguro que no me ha esperado, y así es como de vuelta a ningún sitio y caminando por los aledaños de la Plaza Mayor me encuentro con el Hostal Kalifornia, estirado en la cama de una habitación llamada “gato” y con un único objetivo. Leerme el intrigante libro de “la historia de Agapito”.
Cuando empiezo a leer libro leo una dedicatoria manuscrita al “ladrón del libro que tanto ha buscado por encontrarme”…
Entonces empecé a asustarme. ¿Qué estaba pasando?
Hoy de primer plato...AVE
Pues eso. Ya estoy en vuelo rasante.
Parezco de pueblo. Me meto en otro vagón, e incluso en otro asiento. ¿Desde cuando el tren tienes asiento reservado? Ostras es verdad, que es el Ave.
Salida con puntualidad suiza. 6:30 de la mañana. Dicen que si todo va bien a las 9:00 ya estaremos en Atocha, el centro de Madrid. Miro el panel indicador. Y vamos a 300 km/h. Bueno. Estoy encantado. Puedo escribir. Y lo más importante es que no me he sentido como un presunto terrorista. Ok. Ya sé cual es la opción buena para ir a los madriles…
Los campos verdes de las últimas lluvias van pasando rapidamente. Se me hace dificil pensar en que gracias al cambio climatico estos campos puedan convertirse algún día en desiertos.
La mujer sentada que veía en los asientos de la fila delante de mi, la que me miraba de vez en cuando. Ha caído en el sueño. En silencio. Con una extraña belleza. Es una mujer madura, desde luego, pero a su vez misteriosa. Me imagino que debe ser una ejecutiva agresiva e implacable. Y ahora está descansando del madrugón para coger fuerzas para llegar a estar a la altura de la ejecutiva que ella misma espera demostrar. Porque ser mujer tiene una dificultad añadida, en el juego de las demostraciones de liderazgo. Muchas veces son cuestiones más de índole personal que no profesional, intentar demostrarse a si misma que sigue siendo tan capaz como cuando le promocionaron, que sean conscientes de que no se equivocaron. Probablemente siempre lo han sido.
Ayer comentaba con mi amigo Lino que todavía nos queda esperar otra generación más para que a los trabajadores se les exijan resultados unicamente por objetivos.
Que más da el horario. El lema valido es “ Intento cumplir mis objetivos y punto.”
Salió en la conversación el caso de una empresa americana que el director general sacaba a los empleados del despacho cuando era la hora. A las cinco de la tarde. Nada de aquello que me quedo un rato más a acabar el trabajo…el trabajo se tiene de acabar a la hora. Si no, tenemos un problema. No somos lo suficientemente eficientes y eficaces para conseguirlo. Ahora, eso sí desde primera hora ya están al 100%. Exigencia en la puntualidad. Algo que parece tan banal y que cada vez le doy más importancia, no ya como un tema de eficiencia sino más como un tema de respeto.
Luego y esto es personal, a las siete de la tarde ya me siento cansado. Necesito un extra de concentración. Supongo que también influye que ya esté en danza desde primera hora de la mañana.
La fiera leona de delante sigue durmiendo placidamente. Es como aquello del descanso del guerrero antes de la batalla. Lo que empezó con una leve inclinación de la cabeza, ahora ya ha pasado al dejarse retorciendo parte del torso, quedando en una posición que se aleja de que se entendería como confortable. Y desde luego tan poco glamourosa.
Y hablando de temas posturales. Mi postura al dormir dista mucho de lo que podríamos llamar como convencional. Lo intentaré explicar, que no es fácil. Estirado boca arriba doblo y cruzo las piernas al más puro estilo contorsionista indio. Entonces me coloco las palmas de las manos en la nuca. Me imagino que aparte de poco estético a veces me despierto con un intenso dolor muscular. La clásica “rampa”.
Vaya!... suena el móvil de la leona. Ya se ha despertado. Contesta y sin escuchar su conversación parece que esté dando indicaciones. Me imagino que alguno de sus hijos pequeños se debe haber despertado con dolor de cuello y la filipina de turno espera instrucciones…
Miro al cielo despejado , cuesta creer que haya una nube tóxica que obligue a cerrar los aeropuertos. Claro que bien pensado, puedo pedir audiencia a ese tal Hereu y convencerle que definitivamente en la diagonal haga un aeropuerto para aviones pequeños. No sé si será muy popular eso, pero desde luego si lo que quiere es pasar a la historia y que se hable de él es una idea…pero eso es técnicamente posible?...bueno como lo de las olimpiadas de invierno en un lugar de mar dónde no hay un invierno riguroso…Ah! Vale…pues me lo pienso!...
Parezco de pueblo. Me meto en otro vagón, e incluso en otro asiento. ¿Desde cuando el tren tienes asiento reservado? Ostras es verdad, que es el Ave.
Salida con puntualidad suiza. 6:30 de la mañana. Dicen que si todo va bien a las 9:00 ya estaremos en Atocha, el centro de Madrid. Miro el panel indicador. Y vamos a 300 km/h. Bueno. Estoy encantado. Puedo escribir. Y lo más importante es que no me he sentido como un presunto terrorista. Ok. Ya sé cual es la opción buena para ir a los madriles…
Los campos verdes de las últimas lluvias van pasando rapidamente. Se me hace dificil pensar en que gracias al cambio climatico estos campos puedan convertirse algún día en desiertos.
La mujer sentada que veía en los asientos de la fila delante de mi, la que me miraba de vez en cuando. Ha caído en el sueño. En silencio. Con una extraña belleza. Es una mujer madura, desde luego, pero a su vez misteriosa. Me imagino que debe ser una ejecutiva agresiva e implacable. Y ahora está descansando del madrugón para coger fuerzas para llegar a estar a la altura de la ejecutiva que ella misma espera demostrar. Porque ser mujer tiene una dificultad añadida, en el juego de las demostraciones de liderazgo. Muchas veces son cuestiones más de índole personal que no profesional, intentar demostrarse a si misma que sigue siendo tan capaz como cuando le promocionaron, que sean conscientes de que no se equivocaron. Probablemente siempre lo han sido.
Ayer comentaba con mi amigo Lino que todavía nos queda esperar otra generación más para que a los trabajadores se les exijan resultados unicamente por objetivos.
Que más da el horario. El lema valido es “ Intento cumplir mis objetivos y punto.”
Salió en la conversación el caso de una empresa americana que el director general sacaba a los empleados del despacho cuando era la hora. A las cinco de la tarde. Nada de aquello que me quedo un rato más a acabar el trabajo…el trabajo se tiene de acabar a la hora. Si no, tenemos un problema. No somos lo suficientemente eficientes y eficaces para conseguirlo. Ahora, eso sí desde primera hora ya están al 100%. Exigencia en la puntualidad. Algo que parece tan banal y que cada vez le doy más importancia, no ya como un tema de eficiencia sino más como un tema de respeto.
Luego y esto es personal, a las siete de la tarde ya me siento cansado. Necesito un extra de concentración. Supongo que también influye que ya esté en danza desde primera hora de la mañana.
La fiera leona de delante sigue durmiendo placidamente. Es como aquello del descanso del guerrero antes de la batalla. Lo que empezó con una leve inclinación de la cabeza, ahora ya ha pasado al dejarse retorciendo parte del torso, quedando en una posición que se aleja de que se entendería como confortable. Y desde luego tan poco glamourosa.
Y hablando de temas posturales. Mi postura al dormir dista mucho de lo que podríamos llamar como convencional. Lo intentaré explicar, que no es fácil. Estirado boca arriba doblo y cruzo las piernas al más puro estilo contorsionista indio. Entonces me coloco las palmas de las manos en la nuca. Me imagino que aparte de poco estético a veces me despierto con un intenso dolor muscular. La clásica “rampa”.
Vaya!... suena el móvil de la leona. Ya se ha despertado. Contesta y sin escuchar su conversación parece que esté dando indicaciones. Me imagino que alguno de sus hijos pequeños se debe haber despertado con dolor de cuello y la filipina de turno espera instrucciones…
Miro al cielo despejado , cuesta creer que haya una nube tóxica que obligue a cerrar los aeropuertos. Claro que bien pensado, puedo pedir audiencia a ese tal Hereu y convencerle que definitivamente en la diagonal haga un aeropuerto para aviones pequeños. No sé si será muy popular eso, pero desde luego si lo que quiere es pasar a la historia y que se hable de él es una idea…pero eso es técnicamente posible?...bueno como lo de las olimpiadas de invierno en un lugar de mar dónde no hay un invierno riguroso…Ah! Vale…pues me lo pienso!...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)