lunes, agosto 17, 2009

La actuación de Joshua Bell


Joshua se sentó en una estación de metro de Washington y se puso a tocar durante 45 minutos seis obras de Bach. Pasaron más de mil personas por delante, pero solo se pararon siete personas y veinte dieron dinero sin pararse. El que más interés mostró fue un niño de tres años. Joshua recaudó 32 $.
Una escena cotidiana de los metros?. Esto era “algo” diferente aunque nadie lo apreció.
Se trataba de hacer un estudio sobre la percepción de la música clásica con la gente de la calle, sus gustos y sus prioridades.
Poco dice de los americanos que cogen esa línea del metro a esa hora, porque el violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, interpretando las más bellas obras jamás escritas para violín y con la ayuda de un Stradivarius valorado en 3,5 millones de dólares.
Lo que se cuestionaba el estudio era si el ambiente banal a una hora intempestiva hace que no se valore la belleza. Aunque yo no creo que ese sea el tema sino la cuestión es lo poco que le interesa a la gente de Washington la música clásica y el arte, aunque no se diga porque el estudio lo financiaba el Washington Post, y no sea que sus lectores se “mosqueen” y dejen de leer su periódico, o más exactamente dejen de comprarlo, porque habida cuenta de la sensibilidad cultural de los de la capital, igual lo utilizan para envolver los bocatas.
No creo que sea tanto una cuestión de que si el ambiente no era el adecuado y la hora intempestiva, como un tema de apreciación. Es como darle virutas de jamón de Jabugo a un vegetariano” Si es que como se dice en mi tierra “on no ni ha, no en raja …” Que es algo así como que no le pidas peras al olmo…
Otra lectura diferente es ¿como que no lo valoran?. 35$ por 45 ´. Hacer números…serían 350 $ por 10 horas. 3500 $ por diez días. 7.000 por veinte días…voy a seguir practicando con la guitarra, no sea que un día de estos…

el viaje a Formentera


Luego me preguntan porqué no me gusta viajar.
Colas, esperaras, calores, nervios…más colas.
Mi travesía ha empezado a las 8h en punto de hoy miércoles 29 en viaje de BCN a Denia. Habiendo viajado durante más de los 400km a 80 km por hora. Que coñazo! Cargado con un barco casi más grande que el coche, una guitarra, tres maletas, dos mtb…etc.
Con la sorpresa de que después de las casi seis horas de viaje, cuando saco la tarjeta de embarque, me comunican que no vamos directamente a Formentera sino que haremos transbordo en Ibiza para finalmente llegar a nuestra querida Formentera.. Y cuando llegue a mi querida isla ya me encargaré de encontrar braceros para mi barco…
Seguramente dejaremos el desembarco para mañana.
En fin que “tot plegat” es un stress. Para luego empezar el stress de cada año para encontrar mesa para los 35 que vamos…que seguro que me lo pasaré muy bien. Y aquí también entra en juego “los juguetes” que tanto he insistido en llevar.
Miro por la escotilla de la acomodación “sirena” ( no sé porque porqué no la llaman puta butaca a secas!) y veo que a pesar que el barco se mueve más bien poco, hay viento fresco y bastante oleaje. No nos dejan subir a cubierta y como siempre algo tiene de fallar (esto es España) no va el aire acondicionado y el hedor ajeno empieza a ser importante.
Prefiero no pensar mal y que lo hacen para que pasemos por el bar…No, no…como puedo pensar tan mal de Balearia…
Felices vacaciones.
Ah! Comentaros que a mi querido perro no me lo he llevado a las islas. Lo tengo de colonias para ver si aprende algo de Ingles.
Os cuento.

miércoles, julio 22, 2009

la tradición del limón


Las costumbres de otros países a veces son curiosas.
Cada país tiene sus costumbres y su cultura y sus tradiciones. Supongo que cuando viene uno aquí y se enfrenta a un plato de caracoles, se debe escandalizar. De la misma manera que cuando uno se va a otro país se encuentra con tradiciones especialmente culinarias, pero también de cualquier otro tipo que le escandalizan a uno. Y se me ocurre desde comer en determinados países asiáticos sesos de mono o un plato de sabrosos gusanos. Y esto es así. En cuanto a costumbres diferentes o de higiene se me ocurre a los indios haciendo sus necesidades en el Ganjes mientras a escasos metros otros se asean en las mismas aguas. O a los bereberes del desierto haciendo sus necesidades mayores sin tan siquiera arremangarse las chilabas,. Si es que por costumbres raras que no quede. Y se me ocurre una anécdota que le pasó a mi abuela Rosa hace ya algunos años.
Solía tener siempre a mujeres del servicio del país, lo que llamábamos orihundas. Pero con aquello de que si la gente le decía lo buenas que eran trabajando las extranjeras, y principalmente sudamericanas y filipinas. El caso es que esto es una cuestión de oferta y demanda. Total que tuvo durante algún tiempo una filipina en régimen de pruebas.
Pasados unos días de que la filipina, recién llegada de su Manila del alma, parecía que iba cogiendo esto de las costumbres españolas del buen llantar. Como servir la mesa, como retirar los platos, y todo lo que procede. Esa noche era muy importante para mi abuela. Tenía invitados de alto “copete” y en la cena que les ofrecía debería quedar muy bien.
Mi abuela era de tradiciones y si el servicio tenía que ponerse guantes y cofia para servir, se los ponían.
Todo iba bastante bien,. La crema de marisco de primer plato fue un éxito. Ahora faltaba la Dorada al horno de segundo plato, Mi abuela era una mujer que cuidaba los detalles cuando se dio cuenta de que se había olvidado de decir a las camareras como debían presentar la dorada al horno. Se disculpó y se levantó de la mesa antes de que fuera demasiado tarde. En apenas un minuto ya volvía a estar entre los comensales esperando el pescado. Sus instrucciones fueron precisas. Cuando “coloqueis” la dorada en la bandeja acordaros del detalle de presentarla con un limón en la boca.
Dicho y hecho. “pero que gente más rara estos españoles” debían pensar esas chicas filipinas. Y cuando salieron de la cocina los comensales no daban crédito a lo que veían. Las camareras filipina llevaban la bandeja entre las manos pero lo gracioso del tema es que el limón no se lo colocaron en la boca de la dorada sino que se lo metieron en sus bocas!! Evidentemente el descojono no se hizo esperar. Pero todo quedo en eso, en una divertida anécdota.
Y desde entonces en mi familia cuando tengo de servir pescado, me pongo un limón en la boca, no sea que se pierdan esas bonitas tradiciones!