domingo, septiembre 14, 2008

la buena crisis

Crisis. What crisis? Como decía Supertram en su famosa canción.
La recesión de la que todos se alarman y se ponen las manos en la cabeza. Yo estoy convencido de que es buena. Buena y necesaria.
Ustedes se me alarmaran y me dirán, “pero si mucha gente se ira al paro, y muchas empresas cerrarán”. Y eso es así. Y tiene que ser así. No se aguantaba este hiper consumismo en el que estábamos inmersos. Todos nos comprábamos de todo. Todos viajábamos y nos cambiábamos el coche cada dos años. Todos pagábamos precios de escándalo en restaurantes mediocres.
Aún me acuerdo las épocas en las que uno se cambiaba el coche cuando se le reventaba…y literalmente.
En el fondo eso era lo que ´debería de ser. Rentabilizar los productos al máximo. Lo mismo ocurre con las segundas viviendas. La media anual de ocupación en la Cerdaña son 13 días al año. ¿Justifica pagar lo que valen las casas por esos trece días? Pues no. Y es que además iban incrementado precios sin ningún justificante. Enriqueciendo los bolsillos de los promotores. ¿Es que ahora no se vende nada? Pues claro que no. Y tiene de ser así. De momento ir bajando precios, luego ya veremos.
¿Es que no podemos ir a esquiar cada fin de semana? Pues mejor. Porque los fines de semana que nos toque ir los disfrutaremos más. Habrá menos gente y lo valoraremos más.
¿Es que mi empresa me despedirá? Y sin meterme en camisa de once varas, yo diría que te hace un favor, porque no estás considerado en tu empresa. Igual el problema es tuyo. Pues entonces si que tienes un problema. Deberías rendir más y desvivirte por tu empresa para conseguir esa valoración que indudablemente ahora no tienes.
Y los inmigrantes… ¿Qué pasará? Pues que como aquí no se ganen la vida buscarán otro país o se volverán a sus casas.
Viviremos más felices. Porque las empresas que sobrevivan serán las realmente competitiva, y no sólo en nuestro mercado.
Los trabajadores no cualificados, igual no les hacen tantos ascos a determinados trabajos aquellos que sólo aceptan los inmigrantes.
No tendremos tanta ropa. No gastaremos en banalidades. Y además sabremos valorar lo que ya se nos había olvidado de valorar.
En definitiva seremos inmensamente más felices. Porque el tema no es si tienes mucho o poco, el problema viene cuando te comparas.
Sirva de ejemplo del niño que siempre iba descalzo porque no le podían sus padres comprar unos zapatos, y lloraba triste su desgracia. Hasta que vio a otro niño que…! no tenía pies! A partir de ese momento dejo de llorar.

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