Felipe recordaba su encuentro con el primer galerista, Bermudez, en su comida de presentación y cuando ya se tenían confianza éste le comentó “si lo necesitas yo tengo a una persona que te puede ayudar. Alemana. De buena presencia. Bueno, que coño!...esta buenisima! .Se llama Briggite, sabe idiomas y también mucho de pintura…”. Se le olvidó comentar que también sabía de finanzas y transferencias bancarias, pensaba Felipe sonriendo irónicamente.
Se sentó en la mesa despacho que tenía en el espacioso salón, frente al porticón de la terraza.
Encendió se pequeño portátil ultraligero, un Sony Vaio de tan sólo 0, 66 kg que se había comprado en su último viaje a NY.
Abrió la carpeta de “mis documentos” en dónde encontró el documento de Word titulado CV BRIGGITE NIELSEN.
Leyó con detenimiento el curriculum.
La verdad es que se fió de la palabra de Bermudez y ni tan siquiera se había detenido a leer con detenimiento el curriculum de Briggite. Bueno si que lo había leído pero en diagonal. Lo único que en ese momento le había interesado era que tenía 29 años, que había nacido en Dusseldorf y era soltera. Y como aficiones tenía el submarinismo y el alpinismo. Curiosas aficiones pensó Felipe en un primer momento. Qué contradictorias!. A Briggite le atraía lo más alto, pero también lo más bajo. Seguramente sería géminis pensaba mientras buscaba la fecha de su nacimiento. Efectivamente. Y del 28 de mayo de 1981.
Felipe ya había conocido alguna chica géminis y se creía lo de las dos personalidades diferentes. Ahora ya no tenía dudas, Briggite era una persona que podía ser corderito, pero también un lobo feroz.
Intentaba recordar alguna situación en la que se hubieran enfadado, o que hubieran discutido. Pero desde luego Beatriz era tan eficiente y de “tan buena pasta” que nunca se habían peleado…En cuanto a Bermúdez, había perdido el contacto hacía tiempo, pero lo conocía desde hacía años. De hecho los Lizondo y los Bermúdez habían compartido abuelo. No creía que Bermúdez estuviera implicado, pero ahora el juego consistía en no creer en nada ni en nadie.
Con su juego de ser un detective había seguido a Rosa. Pero ahora también debería seguir a Briggite. Pensaba que la conocía. Pero ahora se daba cuenta de que era una auténtica desconocida para él. Había estado convencido que Briggite era una jovencita, más bien tímida, que iba del despacho a su casa y de su casa al despacho, pero lo cierto es que nunca le hablaba de su vida personal. Y que probablemente aún viviera con su padres.
Empezó a seguirla y la nada que ver. La chica “tímida” y discreta que nunca había roto un plato, se convertía en una leona salvaje devoradora de corazones. Con un físico espectacular y un porte realmente impresionante.
Cada día iba un par de horas por la tarde a un club ciertamente elitista llamado Bona Esport, en la parte alta de BCN. Una vez en el club ignoraba lo que hacía aunque suponía que clases de aerobic, o spinning, o Pilates…Conducía un deportivo. A Felipe nunca le dijo que tenía coche. Y ese coche no era un coche cualquiera sino que era un espectacular biplaza Masserati Quattroforte de color plateado.
¡Joder con la Briggite! Pensaba Felipe de cómo era posible haberla subestimado de esa manera!. La siguió durante quince días aproximadamente. Siempre entraba y sa´lia del club sólo, menos ese día que la vio salir acompañada de un hombre. Por lo poco que Felipe podía ver, tenía aspecto de ser Rafa, el cómplice de Rosa.
“Igual estos tres están liados en un trío” pensó con sorna Felipe. Y porque no, pensó, puestos a “liarla” y visto lo visto ya nada es lo que parece.
Al día siguiente, Felipe apareció por el despacho entrando con sigilo y sorprendiendo a Briggite desprevenida, en su despacho, con los pies descalzos apoyados en su mesa y limándose las uñas de los pies.
“Que piernas más largas” fue lo primero que pensó Felipe
Briggite se sobresaltó.
“Felipe….¿cómo estás?...¿dónde has estado estos días?....¿estás bien?...-preguntaba Briggite con cierto nerviosismo
Felipe intentó no darle importancia a la situación comprometida. Debía intentar aparentar tranquilidad y normalidad.
“No te lo creerás Briggite” le dijo con cierta emoción “He conseguido reunir una representación de los mejores pintores Flamencos para una exposición el mes que viene…!”
“Veo que no has perdido el tiempo, Felipe…” sonreía Briggite mientras se calzaba sus zapatos de tacón, “lo primero será preparar el tema de seguridad para evitar cualquier tipo de contratiempo…”
“pero…¿no te interesa saber de quién son esas obras…?”
“La verdad?...pues no…porque me lo imagino.
“ Rembrant, Monnair, Van Dick, Rubens…y dos cuadros del maestro impresionista ¡Vicent Van Gogh!!” – dijo Felipe intentando transmitir emoción, pero a su vez, por dentro Felipe pensaba que se había pasado exagerando. Pero ya estaba hecho y ahora debería seguir la corriente.
“que bien suena…pero no los podrás vender…o si?”
“Si, si …precisamente la exposición es para venderlos….pertenecían todas esas obras a Fritz Holsdfridum, un rico y acaudalado conde Alemán!. Murió el mes pasado y su legado pasó a su hijo Carl, jovencito de 35 años que lo último que le gusta la buena vida y lo primero que quiere hacer es deshacerse de su colección de cuadros...Así que he llegado a un acuerdo con él. Si lo vendo todo. Que son concretamente 14 obras, todas auténticas y algunas inéditas. Valoradas en 30 millones de Euros. Podemos ganar el 10% y que calculando a la baja, son unos 3 millones de Euros!!
“Qué cabronazo Felipe!...Qué callado lo tenías…así que esto es lo que has estado haciendo todo este tiempo…no?- le decía Briggite mientras insconcientemente se sentaba en su mesa de “secretaria”.
“Si,si claro…” respondió Felipe
“ Y donde harás la gran exposición, si se puede saber?” Felipe meditaba la respuesta mientras se sentaba en la silla para las visitas que Briggite tenía en el otro lado de la mesa.
“ No lo sé. Todavía hay que cerrarlo, pero a mi me gustaría en el Macba…no crees? “ le contestaba Felipe mientras pegaba un micrófono discretamente debajo de la mesa de Briggite.
Perfecto, buen trabajo!…pensó Felipe.
“Bueno Briggite, debo hacer un recado…nos vemos por la tarde y te explico más…” -decía Felipe mirando al suelo, mientras se incorporaba de la mesa y se colocaba su elegante “loden” azul marino.
Pasados 40 minutos Felipe entraba por la puerta de su ático, colgando el loden en el perchero.