Si necesitas contratarlo para que se disfrace de jardín o de campo de golf, lo hace. Pero igual lo que necesitas es que se disfrace de “trozo” de tractor para que pase desapercibido en las manifestaciones de los payeses, por ejemplo. También se puede disfrazar de "grafiti" o incluso accede a disfrazarse de zonas de despacho de despacho.
La ventajas son muchas. Desde espiar a alguién del despacho hasta escuchar una conversación secreta en un campo de golf. El tema es que el disfraz es tan perfecto que hay que preveer el día que hará porque si hace sol el contraste de la luz es diferente que si hay sombra.Y por ende el tipo de brillo de la pintura.
Lo que es increíble es que hay gente para todo. Y me pregunto de que vive. Aunque con la facilidad que tiene podría disfrazarse de "corner" de Corte Ingles y cuando cerraran podría “ponerse “ las botas.
Lo que no podría trabajar es de estatua en las Ramblas, porque nadie se enteraría que está ahí. Es brutal.
También se podría colar en una partida de poker en la habitación y así poder indicar mediante signos tipo mus si el contrincante tiene buen juego. O el viejo sueño machista el colarse en el vestuario de mujeres de un gimnasio.
Y esto me recuerda el primer día que me apunté al Dir de Diagonal.
Si no vas con alguien que sepas que estás destinado a hacer el ridículo.
Llegas animado. Te propones ir cada día, piensas mientras bajas las escaleras hacia los vestuarios.
Me lo "currare" y se me quedará un cuerpo "serrano"...que vais a ver!
Anda! Si no he preguntado cual es el vestuario. Hay dos vestuarios. Dudo, pero veo entrar a una rubia con la toalla en el hombro que entra en uno. Pues fácil no. Será la otra puerta, y me meto. Dejo la bolsa en un banco y veo que todo son tias!. Joder que agobio. Algunas vestidas peinándose, otras en topless. Me clavan sus miradas de desprecio, y con razón claro. Reacciono. Salgo al pasillo otra vez. Habrá que preguntarlo. Y yo que quería pasar desapercibido!. Veo a un tío que entrar en el vestuario que he descartado. Joder! Un vestuario mixto! Pienso. Una vez dentro confirmo de que hay más hombres. Uf por fin! Cuando veo a la chica rubia que me "engañó" con los pechos al aire y una toalla cubriéndole las partes intimas. Me fijo en el cuello. Coño! Si es un travesti!. No tengo nada contra ellos, pero ya es mala leche encontrarte con uno el primer día entrando en el vestuario. Mejor será que me relaje. Bueno a coger una taquilla. Joder, la monedita. Si me hubieran avisado. Para variar no tengo monedas. Y claro, lo de siempre. Nadie tiene cambio. Coge la bolsa sube las escaleras pide cambio en la recepción, que tampoco te dan y te mandan al bar donde una persona gruñendo te da cambio. Y de vuelta al vestuario.
Siempre te olvidas algo. Coño! Las “chancletas”. Intentas no pisar directamente el suelo con los pies. Piensas en los millones de gérmenes (que no sé que deben ser eso de los gérmenes, pero deben ser microscópicos bichitos infectos…) que están esperando poseer tus pies. Ya lo tengo. Coloco las bambas y me visto encima de ellas para no contactar con la rejilla infecta. Claro. Pierdo el equilibrio y contacto. Bah! No pasa nada.
Salgo con la toalla. He perdido ya demasiado tiempo. Que rollo.No quedan bicis de spinning.
¿Porqué todo el mundo me mira como si supieran que es mi primer día? ¿Será porque he cogido la toalla de la ducha y todo el mundo va con una mini toalla?
Solución. Vuelve a dejar la toalla en la taquilla y coge una toalla pequeña, como todos.
Joder! Se han acabado ¡ que mala suerte. Ahora dicen que traerán más. Pero ¿para qué necesito una toalla pequeña? pienso. Pues es verdad. Así que me paseo por la maquinas. Observo a la gente como lo hace. Parece fácil. Te sientas, gradúas el asiento y seleccionas el peso. Te esperas a que quede una maquina libre y te sientas. El chaval, levantaba 50 kilos. Yo calculo por lo “enclenque” del chaval, que yo podré con unos 70 kilos.
Ostias! no puedo ni levantarla una vez. Empezaré desde 40 kilos. Uf Como cuesta Estoy peor de lo que me pensaba. Ves como la gente se mira a los espejos desde todos los ángulos. Pavonean delante de las chicas. Que presumidos. Me asomo a la sala de spinning pero todas las bicicletas están ocupadas. Ya volveré.
Que coñazo esto del gimnasio. Veo un aparato que parece interesante. Es una tabla de abdominales que se inclina con un mando. Me toca. Me subo. Me fijo los pies y aprieto el mando la flecha hacia arriba. La camilla me levanta de los pies. Esperaré hasta subir un poco más. Noto que me sube la sangre a la cabeza. Joder se me ha escapado el mando. Y no puedo bajar. Intento alcanzar el mando con la mano pero no puedo.
“señorita, señorita….me puede ayudar?”
Pero que ridículo.
¡Que día! ¿Qué más me pasará mi primer día de gimnasio?.
Suerte que lo que quería es pasar desapercibido. Que sino!. Luego en el despacho comento lo del travesti y todo el mundo ya lo sabía…
Como soy terco me habitué cada día al DIR, pero sólo para hacer clase de spining. Me ayudaba a prepararme para la “Pedals de Foc”. Y reconozco que es una buena manera de entrenarse pero nada que ver con las escapadas al mediodía por Collserola.
Acabó mi reto y me desapunté. Vaya mundo más raro el de los gimnasios. No digo que este mal, pero no es para mí.
Por cierto estuve yendo casi tres meses cada día, y no volví a ver al travesti. Que según me explicaron se dedicaba a disfrazarse y se pintaba hasta que conseguía pasar desapercibido!...Ostias…El amigo invisible!