lunes, diciembre 28, 2009

Tears in heaven 3

Pasaron los días, y todo volvía a la normalidad. Felipe ya recuperado casi del todo, preparaba otra exposición con otro pintor Americano, Thomas Perkins.
Esta vez expondrían la colección en el MACBA. El objetivo no era la venta sino divulgar la colección de Thomas Perkins. Artista ya consagrado en los USA.
Felipe estaba contento de vivir en Barcelona. Pasaban los días y cada vez estaba más integrado en esta ciudad.
No salía casi nunca por la noche. No le gustaba. Tampoco sabía donde ir. Le aconsejaron una noche ir a “Sutton” un antro de la calle Tuset. Pero Felipe se quedó escandalizado por la actitud de la gente, era como un escaparate en donde mujeres y hombres se buscaban como si fueran pura mercancía sexual para una noche frenética. El volumen de la música era tan alto que era imposible entablar una conversación. A Felipe le recordaba épocas pasadas en Nueva York. “Así no habrá manera de que encuentre mi media naranja” pensó Felipe esa noche mientras estaba preparándose la cena, consistente en una ensalada con queso de cabra, una de sus especialidades culinarias.
Sonó el timbre de la puerta. Felipe no esperaba a nadie. Miró por la mirilla de la puerta y vio a una mujer. Abrió. Se dio cuenta de que llevaba puesto el delantal de cocinar.
“Felipe Lizondo?”
“Si, soy yo. ¿Qué quiere?”
“Necesito hablar con usted. Es importante” decía la mujer como si estuviera avergonzada de algo
“No la conozco. No sé que quiere. Creo que no necesito ningún seguro ni ninguna enciclopedia…así que no creo que tenga nada “interesante” para mi.- dijo Felipe en tono descortés imaginándose que le pretenderían vender algo
“Me llamo Rosa López…”
“No conozco a ninguna Rosa López…”
“Ya…, pero si te digo que soy a la que salvastes la vida en la Rambla Cataluña hace unos meses?”
De repente Felipe reaccionó. Si, si. Era ella. La reconocía.
“coño!” Exclamo abriéndole la puerta “ pasa, pasa por favor y disculpa mi tono…pensaba que me querías vender algo…” se disculpaba Felipe
Felipe le ofreció un té y le invitó a sentarse. Entonces Rosa empezó a explicar.
Ese día estaba todo preparado para que tu me salvaras, y  lo hicistes a la perfección.
Rafa que era mi novio, ex-boxeador te quería dar una paliza.Era parte del plan y te la dio. Yo me escapé corriendo, y llamé a una ambulancia para que te recogiera. Lo que no estaba preparado es que te apuñalara, pero sí una buena paliza para que fueras al hospital. Cuando caistes inconsciente al suelo, Rafa te cogió las llaves y la cartera. Luego Rafa y yo fuimos a tu casa copiamos todo tu el disco duro de tu ordenador, colocamos un sistema de seguimiento de tus movimientos por internet y colocamos micrófonos y cámaras en sitios estratégicos de tu casa. Sabíamos que tenías dinero. Pero no nos imaginábamos que tanto. El poder acceder a tu cuenta y tus contraseñas era una cuestión de tiempo. Cada vez que escribías algo y lo consultabas por Internet, nosotros lo controlábamos…
“¿Me estás diciendo que me queréis robar on line?” preguntó anonadado Felipe
No. Te estoy diciendo que ya te hemos robado!
Felipe se fue al ordenador  de la sala y accedió a la web de su banco. Una vez ahí introdujo su contraseña y consultó los últimos movimientos. Temblaba al pensar lo que se estaba temiendo.Rosa permanecía callada en el sofá.
Felipe no daba crédito a lo que estaba viendo en la pantalla. De los dos millones de euros de que disponía en la cuenta tan sólo le quedaban 13.000 euros. Según el extracto había hecho una transferencia a un banco de Panamá por un importe de 1,850.000 euros!.
Es decir, que efectivamente le habían robado.

jueves, diciembre 17, 2009

Tears in heaven Cap.2

Felipe ya llevaba dos meses ingresado en el Hospital del Mar.
No le supieron decir cuanto tiempo permanecería. De hecho, él ya se encontraba bastante mejor. Cuando se movía todavía notaba la tensión de los 70 puntos que le dieron para cerrarle la herida provocada por arma blanca en su estomago. Y a veces tenía fuertes dolores de cabeza.
Según le dijeron había estado a punto de morir. Cuando ingresó de urgencias tenía reventado el bazo, y eso le provocaba hemorragias internas.
No se sabe quién avisó a la ambulancia para que lo recogieran en estado grave del suelo de Rambla Cataluña, pero desde luego ,el que hubiera sido,l e salvó la vida. El médico que le atendía le confesó que estuvieron a punto de perderlo cuando le operaron. Había perdido mucha sangre.
Felipe recordaba lo que había pasado vagamente. Una pelea, había un chica a la que le estaban haciendo daño. Un fuerte puñetazo. No podía respirar. El duro suelo.
La primera semana había estado inconsciente. Fue luego que Briggite, su eficiente secretaria, preocupada de que no tener noticias de Felipe, empezó a indagar. Llamó a todos los hospitales hasta dar con Felipe.
Briggite le visitaba casi cada día. Le informaba sobre todo. Al respecto de su exposición de cuadros había sido todo un éxito, y habían vendido prácticamente todos. 48 cuadros de los 50. De hecho 49, porque de los dos que quedaban uno se lo quería quedar Felipe. “aguas bravas” probablemente el más bonito de la colección pero también el más caro. Estaba tasado en 55.000 euros.
Pero poco le importaba eso ahora a Felipe. Ahora quería salir de ahí., y perder de vista el hospital. Se entristeció al pensar que ya no volvería a ver a Manolo. Su compañero de habitación, al que en un principio no soportaba pero que luego no tuvo más remedio de admitir que le había cogido cariño. El pobre Manolo. Tenía un cáncer avanzado. No saldría del Hospital con vida. Felipe lo sabía y Manolo también. Echaría de menos esos momentos de locura de Manolo cuando ponía a todo volumen su “loro” Sony con la melodía de Bach, DoubleViolin Concerto in D minor: I vivace. Eso hacía que todo el hospital se escandalizara, pero al “loco” de Manolo le encantaba. Manolo le contó que esa idea la sacó de una película de Tim Robbins, Cadena Perpetua . Cerraba la puerta y la atrancaba con una silla inclinada apoyada sobre el pomo para que el personal de enfermería no pudiera entrar a la habitación. Era emocionante. Manolo se levantaba desu cama, abría la ventana, encendía un porro y escuchaban los 3: 12 segundos de Bach mirando al mar.
Al cabo de unos días, los médicos le comunicaron a Felipe que le darían el alta la semana siguiente. Una buena noticia.
Ese mismo día, alguien entró esa noche en su habitación. Eran las 12 de la noche y Felipe ya dormía. Un hombre con gabardina negra entró abrió la puerta de  habitación 114, la de Manolo y Felipe y preguntó con una voz ronca... “Sr. Lizondo?
Manolo que estaba despierto respondió : “soy yo…¿quien es?”. Felipe supuso que Manolo lo dijo para que no le despertara…
En ese momento Felipe se despertó.
Todo pasó muy rápidamente. El hombre se aproximó a la cama de Manolo. Alzó el brazo, en la mano llevaba un cuchilo o una navaja. Efectuó un preciso y rápido movimiento de bajada cortándole la yugular a Manolo. El hombre huyó rápidamente. Felipe se incorporó de un salto.
“!Manolo, Manolo tranquilo…!” exclamaba Felipe intentándole tapar con la mano el cuello mientras la sangre salía a borbotones!
Socorro! Ayuda por favor! Gritaba desesperado Felipe. Sabía que lo perdía. Manolo lo miraba con tranquilidad, con la mirada propia del que se despide. Y se fue.
Manolo sabía que iba a morir en breve y había querido salvar a su amigo. Esto es lo que pensaba Felipe.
Tan frío que había en su vida con todo que no lloró ni cuando murió su padre, y ahora estaba llorando por alguien que prácticamente acababa de conocer.
Fue todo muy triste. Le dieron a Felipe el alta en seguida. Manolo tenía mujer y tres hijas. Felipe las visitó el día antes del funeral. Les regaló el cuadro de “aguas bravas”. Era algo que Felipe quiso hacer. Estaba en deuda con su familia. Si. Manolo se hubiera muerto igualmente al poco tiempo, pero el caso es que había muerto por él.

Al poco de estar instalado en casa,  el su ático del Born, se presentó el teniente Romerales y le interrogó. Romerales le comunicó algo que Felipe ya sabía. Alguién quería matarlo.
Pero…¿ porqué me quieren matar?. ¿ tendrá algo que ver el incidente de rambla Cataluña? pensaba Felipe asustado..

miércoles, diciembre 16, 2009

tears in heaven



Felipe Lizondo ese día no quería llegar tan pronto a casa ese día.
Aunque vivía sólo en un ático del Born, quería bajar andando desde donde trabajaba, en una elegante oficina de la planta 15 del edificio de Deustchbank de Paseo de gracia con Diagonal.
Bajaría andando como casi siempre por el paseo de Rambla Cataluña hasta Plaza Cataluña, y luego por Trafalgar hasta la calle Argentería 27.
Pero ese día, después de trabajar se metió en la “bodeguita” para tomarse un Gin Tónic.
Eran las nueve de la noche de ese frío día de Diciembre. Llevaba siete meses viviendo en Barcelona, y a pesar de la humedad de la que no se acababa de acostumbrar a pesar de haber vivido en NY, era una ciudad que le gustaba.
Felipe se consideraba un “trotamundos”. Nació en Teruel, pero a los 17 años dejó su casa para irse a vivir a Madrid, a un internado para estudiar en la universidad de económicas de Madrid, luego vino la beca y acabó su formación en Harvard.
Se graduó brillantemente, y para estudiar luego  un Master de management financiero y empezar a trabajar como asesor financiero en Goldman& Sachs en Chicago. Al cabo de dos años lo trasladarían  a Nueva York donde vivió durante ocho años. Viviá en Manhattan. Ganó una fortuna especulando. Pero su vida sólo era trabajo. Después del banco montó su propia empresa. Tenía 45 años y buena presencia, pero no había conseguido nunca una relación estable, de más de tres meses de duración a pesar de que le gustaban mucho las mujeres. No tenía tiempo para ellas, y al final le acababan abandonando. Él buscaba sólo sexo fácil, ellas un proyecto. Pero ya estaba cansado de vivir así. Ya eran muchos años viviendo con demasiada tensión. Estaba sólo. Tenía la sensación de que la vida la estaba pasando a mucha velocidad. Decidió dejar esa vida, Nueva York, Manhatan, su empresa de Hedge Funds , Lizondo brokers, y largarse. Montar un nuevo negocio en otra ciudad que no tuviera nada que ver con las inversiones en bolsa, se especializaría en Arte, consiguiendo la representación de varios artistas americanos para el extranjero. En poco tiempo se convertiría en marchante de arte, principalmente de pintura, pero sin descartar otras especialidades.
Era la primera exposición de cuadros que montaba en la sala Ortuño de Paseo de Gracia.
No necesitaba el dinero, ya había ganado lo suficiente para no preocuparse, por lo que tampoco se angustiaba sino vendía ningún cuadro de Perkins, el pintor que representaba, era sólo una cuestión de orgullo.
Cuando decidió cambiar de ciudad para vivir, la única premisa que se impuso era que estuviera cerca del mar. Dudó entre Londres y Barcelona. Al final se decidió por la ciudad condal. Buen clima y ciudad medianamente cosmopolita.
Debían ser las 10 de la noche y andaba deprisa. Estaba ya a la altura de Consejo de ciento, cuando delante de él, a unos diez metros un hombre estaba amenazando a una mujer, en romperle el brazo que tenía inmovilizado. “O callas o te rompo el brazo” le amenazaba
“socorro….decía llorando, sin casi fuerzas para gritar”
Fue entonces que Felipe se dirigió al hombre de la chaqueta de cuero
“Que la dejes…que la dejes ya o llamo a la policía”
“Tu a lo tuyo, gilipollas
No solo no la dejaba, sino que parecía que le retorciera más el brazo, cuando Felipe se abalanzó contra el hombre consiguiendo tirarlo al suelo y liberando así a la mujer que corrió paseo abajo.
Cuando el hombre se incorporó le pegó un puñetazo en la boca del estomago a Felipe, el cual cayó al suelo quedándose estirado en el suelo en posición fetal, intentando recuperar la respiración.
Vio como el agresor sacaba del cinturón una navaja de esas náuticas desplegando la afilada hoja “!Te voy a matar cabrón!” y fue cuando Felipe perdió el conocimiento.
Se despertó en una habitación del hospital del mar, un poco mareado, con una sonda que salía de su brazo para llegar a una botella de cristal transparente, y todo la parte del estomago con una amplia venda.
Felipe no se podía mover, tampoco lo intentaba, simplemente intentaba recordar como había podido ir a para allí. Pero no recordaba nada. Miraba esa fría y blanca habitación. Sentía que tenía el mar cerca.
No sabía si podía hablar, ni moverse. Probó de mover la cabeza hacía la izquierda cuando vio a una persona también estirada como el pero sin sonda que le miraba a los ojos y gritaba
“enfermera, enfermera!! Ya se ha despertado!” “Enfermeraaaaaaaaa” gritaba a todo pulmón el vecino de la cama de al lado.
“Como tenga que estar mucho tiempo aquí con este histérico me muero seguro” pensó Felipe.