viernes, noviembre 13, 2009

El anillo. Cap. IV y último.


La singladura hasta el puerto fue de lo más agradable. No me sentía mal y el sol se ponía por el horizonte. Lo único que rompía ese momento mágico, era el ruido del potente motor diesel del Carmen Banchs y el fuerte olor a pescado.
“Que raro que no esté muerto” según lo que me dijo Sinde el veneno era infalible.

Llegamos al puerto. Amarramos el barco al muelle. Agradecí al patrón todo lo que había hecho por mí . Le intenté regalar el Baume&Mercier pero no lo quiso aceptar. Probablemente porque vio que no funcionaba. Aunque le expliqué eso era coyuntural, en cuanto se alejara de mi volvería a funcionar. Como podéis imaginar no tenía ningunas ganas de explicarle la historia del anillo.

Así que me encontré andando por el pueblo de Vilanova con la intención de coger un tren hacia Barcelona. Estaba demasiado cansado para pensar que haría en cuanto volviera a casa. Estaba claro que me habían intentado matar.

No tenía la cartera, y por supuesto nada de dinero, por lo que mi intención era colarme en el tren. Tenía sueño y hambre.

A medida que me iba acercando a la estación. Me fijaba en una limusine blanca que estaba parada en el paso de peatones. Que extraño presagio. Porque siempre pienso que será algo malo. Porqué lo relacionaba al yate Prelodus. Probablemente mis “asesinos” estarían cenando en uno de los lujosos salones del Prelodus, celebrando mi muerte. Segura si no fuera por ese pesquero que vio flotando unas cajas de madera.

Me estoy obsesionando, pensaba a medida que me acercaba a la estación y miraba de reojo esos cristales tintados de la limusine.

Pero todo ese mal presagio se convirtió en realidad cuando pasaba por al lado de la limusine en el momento que se abría una puerta y salía un enorme joven de aspecto ario apuntándome con una pistola.

“puede entrar por favor?” me dice ese armario .

“como no! Con la ilusión que me hacía subir a una limusine!- Le pude comentar ironicamente antes de recibir un fuerte empujón.

“Cabrón!” le grite instintivamente.

Había poca luz, pero reconozco que el espacio que queda en la limusine es bastante grande. Me incorporé para sentarme cuando vi una piernas femeninas que se cruzaban. Levanté la vista y ahí estaba. Era Sinde.

“hola Sinde…!- le dije intentando transmitirle tranquilidad a pesar de encontrarme con mi “potencial asesina”

“te echaba de menos, después del polvazo del otro día…- me dijo sonriendo

Había de reconocer que era realmente atractiva, y que para morir retozando con Sinde, pues no está tan mal. Que queréis que os diga.

Te debo una explicación….Se intentaba excusar Sinde

“Cómo? Una explicación puta asesina!

“No te equivoques…si te hubiera querido matar…no crees que ya estarías muerto?”

“Pero que me cuentas si me distes un veneno “infalible” y me tirastes al mar en una puta caja!!!!”

“Te crees que todavía estarías vivo si hubiera querido matarte?” “Te crees que te hubiera tirado al mar dejándote vivo?” “Y que te hubiera matado llevándote contigo el anillo?” “Si te hubiera dado un veneno mortal no te hubieras ni podido levantar!”

La verdad es que todo aquello era realmente extraño. Demasiado ingenuo sería si me creía que bebiendo litros de agua me inmunizaría con el veneno. Y además tenía razón con lo del anillo. Me hubieran tirado con el supuesto valioso anillo.

Estaba todavía dudando. Pero entonces que significado tenía todo eso.

“¿Y entonces me puedes explicar porqué a que venia lo del veneno y que me encajonaras en una caja?”

“Trabajo con un importante empresario ruso. El dueño del Prelodus. Ivan Abriaitmovic. Es el propietario de todas las refinerias del norte de Siberia, así como las minas más importantes de la antigua Unión Sovietica. Oro, cobre, estaño. Y un pequeño yacimento de au54. También es mi “dueño”. Me usa cuando quiere.

¿au 54? Y eso que es. Nunca lo había oído”

Au54 es un nuevo mineral. Un descubrimiento de Iván. Es de lo que está hecho tu anillo. Tiene propiedades parecidas al uranio pero carece de radiactividad. Digamos que será el descubrimiento de este siglo.

“Y yo que tengo que ver en esto? “

“Desgraciadamente, distes casualmente con la muestra más pura que existe trabajada de Au54. Con forma de anillo. Y esa pieza fue robada, todavía no se sabe cómo, de la caja fuerte del Prelodus hace un mes aproximadamente. Se dio la alarma y se controlaron todas las joyerías de la ciudad ofreciendo una autentica fortuna para quién la encontrara.”

“Pero entonces, ¿tu que hacías trabajando en la joyería Ramos?” pregunté incrédulo

“Es una de las principales joyerías de Barcelona. Desde luego la más prestigiosa del Paseo de Gracia, y mi “novio” Iván se ha gastado auténticas fortunas en joyas. Tenemos una gran amistad con Florencio. Cuando se produjo el robo, se lo explicamos y no tuvo el más mínimo inconveniente de que yo hiciera de empleada de la tienda. Y bingo, porque a la semana entrabas tu con el anillo…estaba todo preparado.”

“joder….vaya historia” pensé. Sería imposible explicárselo a alguien y que me creyera…

“y si no querías matarme ¿porque hicisteis ver que me matabas y me tirastes al mar? – le dije ya con otro tono.

“La verdad es que Iván te quería matar porque pensaba que tu habías robado la pieza de Au54” Tiene todo el barco con micrófonos ocultos y cuando tomó la decisión de eliminarte le convencí de que me dejara hacerlo a mi manera”

“¿Y porque no me matastes?”

“la verdad es que al principio, lo quería hacer. Pero debo de reconocer que desde que el momento que entrabas a la joyería, mi fijé en ti. Me atraías y no quería deshacerme de ti. Pero no podía ser que Iván pensara que no era capaz de hacerlo…porque entonces lo haría él a su manera”. Lo preparé todo en poco tiempo. Llamé a una amiga llamada Carmen Banchs que vive en Sitges pero que tiene una flota de pesca en Vilanova y podía recoger las cajas si las tirábamos al agua y así lo hizo.”

“Era la única manera de hacer creer a Iván que me había deshecho de ti” se excusó

Sin embargo habían cosas que no me acaban de cuadrar. Porque no tenía mucho sentido que Sinde traicionara a Iván.

“Entonces explícame una cosa… Si es verda,d lo que dices que tiene micrófonos por todo el barco tu novio, está claro que está enterado de que estuvimos follando toda la noche..¿no? ¿no le importa?

Iván y yo tenemos una relación un poco especial. El tiene muchas “amigas” que se tira siempre que quiere y no debe darme ninguna explicación. Y yo hago lo mismo. Además sé que le “pone” el verme por las cámaras o micrófonos follar con otra persona. Es lo que más le excita.

Además te debo reconocer que soy una adicta al sexo…y como me lo pasé tan bien contigo…no quería que fuera la última vez…- me decía a medida que me iba desabrochando el pantalón…

“joooder Sinde! Ya estamos otra vez? – le dije notando como me crecía el miembro

“pero esta vez no me preparas un mojito con viagra?- Le preguntaba mientras me iba acomodando en la Limusine.

“la verdad es que no te puse viagra….so capullo!- comentó Sinde riéndose

Y lo volvimos a hacer. Por arriba por abajo. Acabando con todas las posturas del Kamasutra y alguna de más…

Me desperté en mi cama. Supuse que Sinde me había acompañado a casa. Quería volver a mi rutina del estudio. No sabía cuanto tiempo había estado fuera pero ya daba igual.

Había decidido tomarme mi tiempo. Un buen desayuno en la charcutería y al trabajo.

Me senté en la terraza. Y pedí un pincho de tortilla con pan con tomate y una coca cola Light. Cuando veía detrás del mostrador a Fernando. Luego le saludaría, pensé.

Acabado el pincho me pedí un café sólo. Para mi todo aquello era un ritual. Cuando observé que Fernando desde dentro me había reconocido y salía a saludarme

“ Sr. Morató!!! Que alegría verle! “ No sabíamos como localizare!- me dijo asustado

Me fije que no tenía ninguna marca en las manos ni le faltaba ningún dedo. Pensé en que hoy en día la cirugía hace auténticos milagros. Seguro que lleva una prótesis.

“Sr. Morató….me alegro de que este bien! – Estábamos asustados porque la bandeja de fricandó que me acuerdo que usted compró una ración esta mala” explicó lamentándose.

“¿qué quiere decir exactamente con lo de mala?”

“pues que la salsa del fricandó estaba hecha con unas setas, por lo visto altamente venenosas por una confusión del cocinero, y sabemos que cuatro de las 6 personas que tomaron ese día el fricandó las hospitalizaron de urgencias. E incluso dos de ellas todavía están en la UVI. Solo faltaba que pasó con usted y otra clienta...

Joder. Había sido todo una alucinación provocada por una puta seta!.

Llegue a casa hundido. Mejor así. Pero joder!. Con la aventura que había pasado!. Y resulta que no era más que una alucinación

Miré el reloj.Era casí la una. Me dio un vuelco el corazón cuando me di cuenta que llevaba un Baume& Mercier. El mismo que me regalaron en la joyería. El corazón me iba a mil. Porque ese reloj no podía haber sido mío.

Se me ocurrió volver a llamar a la charcutería.

“Fernando…Soy Morató…una pregunta…¿cómo se llama la chica que faltaba avisar?

“Una tal Sinde…un nombre muy raro …no?”.

jueves, noviembre 12, 2009

El anillo Cap V.



Me empecé a estresar. No sabía cuanto me quedaba de vida pero empezaba a notar unos fuertes retortijones. No sabía nada del veneno. Pero no me encontraba muy bien. Encontré los pantalones en una esquina en el suelo. Me angustiaba la posibilidad de morirme. No saía que hacer, me coloqué los pantalones e intenté abrir la puerta. Imposible. Empecé a golpearla con el hombro con la esperanza de que cediera. Imposible. Tuve de descansar porque me volvían a coger retortijones. Ostias!! El veneno que ya debe empezar sus efectos. Que coño hacer!.

Entré en el lavabo y cogí el vaso lo llené de agua y me lo bebí. Tenía sed. Luego se me ocurrió la idea de beber mucha agua para intentar minimizar los efectos del veneno y que no fuera tan mortal.

No sé cuantos litros ingerí. Pero me dio la impresión que muchos. Vomitaba agua y me sentía muy mal me desmayé. No sé cuanto tiempo pasó. Pero abrí los ojos y estaba todo oscuro. Estaba encajonado. Casi no podía moverme estaba dentro de una caja. Parecía que la caja estuviera flotando. Oía el leve chapoteo del agua. Estaría ya muerto? ¿Era esto morir? Lo estuve dudando unos segundos pero llegué a la conclusión de que me habían metido en un ataúd, probablemente pensando que estaba ya muerto o sino que me acabaría muriendo. Empecé a recordar…el barco, el anillo, Sinde…Respiraba con dificultad. Joder por una puta mierda de anillo, pensé. Desde luego que estaba encajonado porque el espacio para moverme era mínimo. No podía mover los brazos. Sólo podía flexionar un poco las piernas, para golpear con las rodillas el tablero superior. Imposible. Sólo conseguía emitir un sonido. Pero debían haberme sellado el tablero porque no cedía nada. De repente oí un ruido de motor en el exterior. Se oía el chirriar de un cabestrante. Me imagine que era la grúa del yate, la que usan para tirar al agua los tender, zodiac, motos de agua y demás juguetes del barco. Me debían estar subiendo porque notaba que la sangre me bajaba a la cabeza. Pensé que quienes fueran los que me intentaban matar se querrían asegurar que estuviera muerto. No podía pensar en que hacer porque poco podía hacer en esa situación. Al cabo de un tiempo, no sabría decir si pasaron cinco minutos o media hora, notaba como un escoplo forzaba la junta superior y se introducía en la caja. Hacía palanca y lentamente se fue abriendo la caja. Empezaba a ver puntos blancos de luz. Y de repente la luz del sol que me cegaba. Por fin aire puro. Poco a poco empecé a ver sombras, el sol me seguía cegando eran personas que se asomaban a mirarme. Estaba en un barco. Pero no era el lujoso yate,” sino un pesquero.

Noté como me cogían varias manos y me sacaban de la caja. No podía hablar, tenía la boca totalmente seca. Me colocaron en una esterilla y me ayudaron a incorporarme lo suficiente para que pudiera beber agua.

Notaba cómo el agua bajaba por mi esófago y recorría el circuito de mis intestinos. Movía la lengua, y la boca. Miré un poco a las personas que me miraban con extrañeza. Parecían moros y había algún negro.

Se presentó un señor vestido con unos rojos pantalones rojos y una camisa de cuadros. Debía ser el jefe.

“hola! Se encuentra bien?” me dijo en un correcto castellano con acento catalán

Eso me alivió. Pensé que muy lejos de casa no estaría

“Donde estoy?” le pregunté

“Se encuentra usted a bordo del Carmen Banchs, un pesquero de Vilanova faenando por el litoral. A doce millas de la costa, en estos momentos a la altura de Sitges. Hemos encontrado cuatro cajas aflotando a la deriba y las hemos recogido. Todas estaban vacías menos la tuya…Que le ha pasado?

“Que quiere que le cuente?...no sé como he venido a para aquí?”

“Quiere que llame a la Guardia costera?”

“no,no por favor…estoy bien. Cuando lleguemos al puerto desembarco y me apaño.

Hacía frío y me taparon con una manta y me dieron algo parecido a un caldo caliente.

Debía haber sido un buen día de pesca a juzgar por el gran número de gaviotas revoloteando por la popa del barco.

No llevaba camisa, pero notaba dos bultos en los pantalones. Palpé el primero con la mano era el móvil, y luego el siguiente bulto….la caja del anillo!

Abrí el estuche, pensando con toda seguridad de que el anillo no estaría. Desde luego que no funcionaba ni el móbil ni el reloj. Pero me sobrecogí cuando lo vi. Ahí estaba ese anillo!!!

miércoles, noviembre 11, 2009

El anillo Cap.IV



Pasó una semana, hasta que volví a la charcutería. Hablé con Fernando, que me explicó que unas personas con acento extranjero preguntaban por un anillo. Le llegaron a amenazar diciéndole que como en una semana no lo encontraba, volverían a por él.
Ya estaba bien. La historia del puto anillo ya había llegado demasiado lejos.
Cabreado por las amenazas a mi amigo Fernando, me dirigí a la joyería Ramos, y pregunté directamente por Florencio, el dueño.
Me atendió la guapa Sinde, preocupada por el trato recibido la última vez. Me volvió a sentar en la misma silla de la primera vez.
“Siento todo lo que le ha pasado Sr. Morató. Creo que ha habido un mal entendido. Se disculpaba la bella vendedora.
“Me siento ultrajado. Y es para denunciarles por el trato. Además les exijo que me devuelvan mi anillo!”- dije con seriedad
“De hecho, el Sr. Ramos le buscaba para devolvérselo pero no dejo ninguna dirección…”
“Y yo me lo tengo de creer…bueno. Ya estoy aquí!.
Sin haberle avisado por el teléfono interior apareció Florencio Ramos.
“Sr. Morató, disculpe el mal entendido. Es que en el registro de los clientes nos aparecía un anillo como el suyo con la misma inscripción. Pero lo hemos llamado y nos ha dicho que la policía ya se lo devolvió hacía ya algún tiempo…”.
“Tiene que entender nuestra postura…cuidamos y velamos por las joyas de nuestros principales clientes…”
“joder…si se descuidan” les dije yo aceptando las disculpas. Parecía que la intención que tenían era la de devolvérmelo. Y eso me mosqueaba. ¿Porqué?
“En fin, ahora Sinde se lo va a buscar, y acepte mis disculpas y un pequeño obsequio para resarcirle de las molestias…”
El Sr. Ramos se fue cuando volvió a aparecer la guapa y exótica Sinde con dos estuches.
Uno el que contenía el extraño anillo y el otro el Baume & Mercier que me ofrecían en mi primera visita.
Lo acepté. Y llamé a Fernando desde casa para comunicarle que el dichoso anillo ya obraba en mi poder.
“ Me dejaron un teléfono “ dijo Fernando “les llamaré para decirles que ya lo tengo…”
Se le notaba aliviado. Todas las amenazas anteriores le habían provocado un stress que paliaba con tranquilizantes. Ahora podía volver a la normalidad. Y él también.
Por la tarde recibió la llamada de Fernando. Otra vez preocupado.
“Sr. Morató. Perdone. He hablado con ellos. Pero me han dicho que lo tiene que llevar usted en persona. Lo siento mucho. He insistido mucho que usted no tienen ninguna culpa, sinó que lo encontró casualmente….pero no ha habido manera de convencerles que lo vinieran a buscar aquí…lo siento” decía desesperado. Parecía que estaba llorando. “Si quiere llamo a la policía y se lo explico todo…”
“Usted no se preocupe, Fernando…déme la dirección que lo llevo yo…pero no llore más, que no pasa nada!.
Y así fue como me encontré yo en el muelle de oriente del puerto de Barcelona, con la única referencia que me había dado Fernando.
Yate Prelodus. Muelle de Oriente. Puerto de Barcelona. Miércoles 17:00 pm
Mientras andaba por el muelle en dirección al único yate que estaba amarrado iba pensando en que debía haber llamado a la policía y explicarles toda mi historia, y las amenazas a Fernando. Pero ya era tarde.
Llevaba tejanos y un buen jersey. Hacía frío. Suerte del barbour. El sol se ponía. Pero sin duda ese Yate era el Prelodus, por llamarlo yate. Nunca había vista nada semejante. Debería de tener más de 100 metros de eslora. Estaba abarloado al muelle pero yo no sabía como subir. Parecía que no había nadie. Ni pasarela ni nada. Que debía de hacer.
Para variar el Baume&Mercier se me había parado. El anillo! Pensé.
No sabía que era ese añillo, ni tan siquiera de que era. Lo único que sabía es que cualquier reloj a menos de dos metros se paraba. Mientras que esperaba a que pasara algo. O que viniera alguien.
De repente oí un ruido mecánico. Me dí cuenta de que una pasarela salía del casco y se apoyaba en el muelle. Pero no había nadie. Esperé 5 minutos pero como seguía sin aparecer nadie. Me armé de valor y subí por la pasarela.
Una vez a bordo. Apareció un marinero uniformado que me señalaba por donde tenía de ir. Sin dirigirme la palabra me dejó en un salón elegantemente decorado.
Es más grande que el de mi casa pensé.
“Te gusta el Gin tónic no?”
Esa voz la conocía. Y la ví. Era Sinde.
A pesar de estar a mediados de noviembre. Iba casi desnuda. Ropa interior negra muy extremada y una bata prácticamente transparente. Llevaba dos Gin tónic ya preparados en copas anchos en la mano. Mientra se dirigía hacía mi el batin se le abría mostrando un escultural cuerpo. Me dio una copa mientras se sentaba a mi lado.
No entendía nada. Pero no era momento para entender nada. Mi idea es pedirle explicaciones pero era imposible. Sobretodo si seguía besuqueándome el cuello. Que uno no es de piedra. Por mi arquitecto que sea. Ella estaba muy excitada, mientras me iba desabrochando la camisa. Luego los pantalones. Hasta quedar totalmente desnudo.
Sólo atinaba a pensar que me estaba pasando, porque me excitaba tanto esa situación cuando debía estar sufriendo porque probablemente esa gente, sin saber quién exactamente era peligrosa. Pero que podía hacer yo. Totalmente excitado y con una erección importante me invitaba a penetrarla. Yo empecé a resistirme mientras ella utilizaba hábilmente sus dedos, combinándolos con su experimentada boca. La interrumpía de vez en cuando, me apartaba de sus turgentes y erectos pechos de vez en cuando para aprovechar y dar un trago de Gin tónic, y para eternizar el momento. Ya me daba igual todo. El anillo, la arquitectura, la charcutería, el fricandó. Tenía un cuerpo perfecto. Y la notaba húmeda. Era el momento de empezar la penetración suavemente. Al principio con un ritmo pausado, ella me tiró al suelo sentándose encima mío. Y marcando ella el ritmo, que se hacía cada vez más acelerado. De repente y en un momento de lucidez, que ya es difícil en esa situación, pensé que no tenía puesto el preservativo.
“ostras! Tienes preservativo?” le preguntaba sacando mi pene de su húmedo coño
No,no ahora no! Me gritaba cogiéndome mi miembro y volviendo a introducirlo en su interior. “Si a ella no le importa a mí tampoco. Ya se tomará una pastilla al día siguiente”. Pensé. Pero no acaba de correrse, a pesar de sus jadeos, y yo tampoco. Fuimos cambiando de posiciones. Ahora la penetraba por detrás acariciándole los pechos para al cabo de un rato yo estaba arriba, y nos cambiábamos y luego ella volvía a subirse a mí pero en sentido contrario. Chocaban las lenguas entre sí que habían lamido casi la totalidad de los cuerpos.
No sé cuanto tiempo estuvimos follando, pero supongo que mucho tiempo. Posiciones contorsionistas que nunca había experimentado. Al final me invitaba a eyacular, cuando ella gritaba : ahora…ahora!...ahora!...ya…ya….ya!. Contorneándose cada vez que mi pene llegaba a lo más profundo de su húmeda cavidad. Finalmente yo también me corrí dentro de ella.
Cuando me desperté estaba sólo en un camarote que no recuerdo. Y sabía que era un camarote por el ojo de buey como ventana. Eso era obvio.
Ni señales de Sinde. Estaba cansado. Resacoso. Debió ser el Gin tónic, aunque sólo me tome uno. Una sensación rara. Me debían haber drogado. No veía mi ropa.
Solo llevaba puesto mi Baume&Mercier y mis calzoncillos de Calvin Klein. Pero el reloj funcionaba, y eso quería decir de que ya no tenía el anillo!
Encima de un escritorio de caoba había una nota escrita a mano. “ha sido un placer conocerte. No intentes salir del camarote porque es imposible. Te hemos dados una droga, sulfatinia que lamentablente te hará efecto a las pocas horas de leer está nota. Te espera una muerte segura. En cualquier caso, decirte que ayer estuviste muy bien, pero en tu Gin Tonic tenías un poco de Viagra, por lo que tampoco te creas un semental. Buen viaje.Ciao.
Sinde”
Jooooooooooooder. Ya estamos otra vez! pensé.