miércoles, noviembre 04, 2009

el anillo Cap II



Reconozco que la historia del fricandó fue muy bestia.
El problema es que podía hacer yo con el anillo del dichoso Fernando.
En fin que culpa tengo yo. Y que culpa tiene él. Pensé. Cogí el anillo de la mesita de noche, me lo guardé en el bolsillo y me dirigí a la charcutería Molina.
“Bona nit” dije yo al entrar. Fernando no estaba detrás del mostrador sino que estaba si la bata de trabajo, con la mano izquierda cubierta de un aparatoso vendaje. Estaba gracioso porque recordaba a los boxeadores cuando les ponen esas vendas.
“Hola Fernando. Como estás?”
“pues bien, con dos dedos menos pero bien….jodido”
“ya me imagino. Lo siento. Me contaron lo del accidente”.
Le expliqué a Fernando que el día del accidente pasé por delante de la ambulancia, y entonces luego me explicaron lo que le había pasado. Le comente que me lleve un fricandó con “sorpresa”. Mientras se lo explicaba buscaba en el bolsillo el anillo. No lo encontraba. Joder! Que raro. Juraría que lo puse en el bolsillo. Mientras registraba los bolsillos de la chaqueta me di cuenta de que Fernando no paraba de reír. Le debía hacer gracia que no encontrara el anillo.
-¿De que te ríes? -Le pregunté algo mosqueado
-De que yo no llevaba anillo! Simplemente no tengo!..
-Me cago en la leche.-pensé- Ahora si que no entiendo nada!.
Me disculpé, por suerte no le comenté que note como masticaba lo que me pareció un hueso, simplemente le dije que me había encontrado un anillo en el fricando.
Estaba lleno de dudas. Por un lado, de quién coño era es anillo que había encontrado en el fricandó?. Y hablando del anillo, ¿Dónde estará el puto anillo?
Cuando llegue a casa no dije nada. Me limite a buscar el anillo hasta que al fin lo encontré. Se había colado por un pequeño orificio del bolsillo y estaba dentro del forro de la americana. Me quedé un rato mirándolo y preguntándome “ Y tú…a quien perteneces”.
Como no soy mucho de anillos decidí llevarlo a una joyería a la mañana siguiente.
Lo llevé a una pequeña joyería de la calle Guillermo Tell, detrás de casa.
Le enseñé al joyero el anillo, que se lo miró minuciosamente. Le pedí que lo fundiera para poder hacer unos pendientes de diseño.
Josep, que es como se llama el joyero. Se lo miraba detenidamente con una lupa de esas que las fijan al ojo.
“ummmh…que color tan raro” me dijo mientras se lo miraba con detenimiento
“¿no es éste color el que llaman oro rosa?” le preguntaba a Josep
“Se parece, pero no exactamente” me dijo sin dejar de mirarlo.
“En fin…que lo fundo y por el peso que tiene el anillo puedo hacerte una cadena como esta…” mostrándome una fina pulsera.
Le dí mi teléfono y quedamos que cundo lo tuviera me avisarían. Me dijo que la broma me costaría costar unos 30 euros.
Ok – le dije ofreciéndole la mano. –Ya me llamará cuando lo tenga.
- Por cierto, ¿se ha dado cuenta de que su reloj se le ha parado?. – me comentó el joyero. Joder que vista que tenía. Yo no me había dado ni cuenta. Agité bruscamente mi muñeca pero no conseguía que funcionara. Ya lo llevaré a arreglar. Maldije mi mala suerte, porque también el despertador de casa se había estropeado.
Volví a mi despacho de arquitectura, porque debía presentar un proyecto esa misma mañana y como no me pusiera las pilas no lo acabaría a tiempo.
Pasaron sólo tres horas desde que lleve el anillo a la joyería, cuando me sonó el móvil. Número desconocido.
“¿Sr. Morató?” me preguntó
Por el tono de voz parecía Josep. Instantes después lo confirmaba.
“lo siento, pero no puedo hacerle la cadena” – me decía lamentándose Josep
“porqué?” le pregunté
“ No lo sé exactamente….desconozco de que material está hecho, pero desde luego no es oro. Si la temperatura de fusión del oro es de 1.500º , yo le he aplicado 1.800º y nada de nada. Piensa que es la máxima temperatura que llega mi horno, y tu anillo ni se ha inmutado. Lo más extraño es que cuando lo he sacado del horno ni siquiera estaba caliente…nunca he visto nada igual y desde luego me supera…lo siento- decía mientras el joyero- “Aquí lo tengo. Venga cuando quiera a recogerlo “
Por la tarde, al salir del despacho lo recogí y cuando llegue a casa me lo miré con extrañeza. Estaban pasando cosas muy raras últimamente…
Y ahora…¿ que hago contigo? Pensaba mientras lo observaba detenidamente. Miré la hora en el reloj de la cocina y me di cuenta que se había parado. Lo mismo con el reloj del horno y del microondas…

Me preparé un Gin tónic. Y me tumbé en el sofá. Necesitaba pensar.

martes, noviembre 03, 2009

El anillo cap.1

A veces resulta que a mi mujer, y con toda la razón, le da cierta pereza cocinar. Es entonces cuando decidimos o comer fuera o comprar comida ya preparada.
Y esto es lo que nos pasó ayer. Los lunes y miércoles acompaño a mi hija en moto a las 8h de la tarde a los ensayos de ballet, para luego recogerla a las 9 : 20. Es en este intervalo de tiempo en el que me dedico a comprar la comida ya preparada. Y escogí, como habitualmente, comprar algo en la Charcutería Molina, porque nos gusta el tipo de comida que preparan.
De camino a la escuela de baile, me fijé que había una ambulancia en el kiosko de Via Augusta, justo al lado de la charcutería. Pero no le dí mas importancia. Deje a Elisabet y me dirigí a la charcutería para comprar la cena. Elegí de primero una ensalada de arroz y de segundo un fricando. Todo calculado para cuatro personas porque a pesar de que con Tati , la americana que vive en casa, somos cinco, siempre sobra comida.
El hecho es que el que habitualmente me atiende, el fiel Fernando, que me extraño no verlo detrás del mostrador y al preguntar por él me explican lo que le acababa de pasar al bueno de Fernando, ni más ni menos que deshuesando una pata de jamón se había cortado tres dedos. Enseguida se dieron cuenta de la importancia del accidente y llamaron a urgencias.
Ahora me explico lo de la ambulancia. El bueno de Fernando se ha cortado la mano. En fin parece que dentro de la gravedad está todo controlado me dicen.
No le doy más importancia. Recojo a mi hija de ballet, y por fin a cenar. El encargo de la cena. Macarrones y fricandó.Los macarrones gratinados, en su línea. Creo que no son los mejores que he tomado pero dadas las circunstancias están la mar de ricos. El fricandó, que no siempre lo tienen, lo bordan. Con su salsita que creo yo que deben de poner un poco de vino.
La cena un éxito. Las niñas encantadas si no fuera por lo poco que comen. Yo repito fricandó, cuando masticando me encuentro con un trozo de carne excesivamente duro. Me lo trago y luego lo ayudo con un gran sorbo de agua. Y pienso “que raro, porque siempre la carne se deshace” un día tonto lo tienen cualquiera pienso imaginándome al cocinero. Bueno una gran cena. Pero lo mejor la salsa. Aunque ya estoy “saciado” siempre me ocurre que la gula de último momento hace que coja un trozo de pan para rebañar la salsa. Y lo hago. Si es que así nunca adelgazaré. Cuando me doy cuenta que en la salsa hay algo que brilla. Lo separo con el tenedor y me sorprendo al constatar que es un anillo. “Debe ser el mío…” pienso confiado antes de mirar a mi dedo y darme cuenta de que yo lo llevaba. Joder!. Que para no montar un numerito me levanto de la mesa para recoger los platos. Llego al fregadero lo cojo con los dedos y le paso agua. Me pongo mis gafas de leer y leo la inscripción del anillo que pone Fernando – Silvia 28 / 05 /74.
Que mal rollo y eso que la salsa estaba para chuparse los dedos. Aunque fueran los de Fernando!!!


lunes, noviembre 02, 2009

El fondo y las formas

La polémica del caso Pretoria reside ahora en el hecho de si “se ha pasado” en el procedimiento, el juez Garzón al detener a los todavía presuntos, pero que nadie duda que dejarán de serlos, inculpados.
La verdad es que sin saber nada de leyes el ver a personas mayores esposados al lado los policías recogiendo sus pertenencias es una imagen dura. Y creo que hasta cruel. Porque lo que está claro es que podían haber hecho lo mismo sin ser necesario llegar a eso. Al margen de que sean o no culpables, son personas, y si proceden ya pagarán, pero no creo que sea necesario que tengan que pasar por eso. Y me pongo en la piel de sus hijos o hasta de sus nietos mirando los informativos. Papa… ¿qué hace el abuelo esposado sacando una bolsa de basura de un camión?. Es como si la justicia tuviera de demostrar lo “implacables” que son ejerciendo su oficio. Pero demuestran poco sentido común. Pero sobretodo poca humanidad. Porque no creo ni que el Sr. Prenafeta ni Macia Alavedra sean capaces de dar un salto haciendo un mortal hacia atrás con tirabuzón, y exhibiendo dotes de artes marciales, para reducir a la dotación policial que les custodia. Primero eso, y segundo que pueden ser culpables. Seguramente lo son, pero no han matado a nadie. Que yo sepa todavía. Porque si se ponen al mismo nivel a estafadores con asesinos, poca justicia se demuestra. Da la impresión que se haya cuestionado a la justicia porque fueron muy blandos con Millet, e indignó a la población, sobre todo cuando se le vio cenar tranquilamente con su familia en un restaurante. "Nos preocupeis, ciudadanos que ahora demostraremos que a los culpables ni agua." debió pensar "la justicia"

Tengo al Sr. Garzón como un juez valiente, implacable, osado y a veces con la sensación de que se excede de sus atribuciones. Como puede pretender juzgar a los militares Argentinos por los asesinatos cometidos ahí? …sería cojonudo, pero totalmente irreal. Entonces a un juez como Garzón, que tan inteligente se le supone..cómo es posible que no haya tenido un poco de “sensibilidad”…O es que igual de tanto estudiar esa parte se les ha atrofiado. O es que igual no les interesa mediaticamente. “Aligual” como dice mi hija. No que la justicia deba estar reñida con el sentido común.