martes, septiembre 30, 2008

la clase de guitarra

Me siento como a un golfista cuando le cambian el “grip”.
Lo de golfista es de golfo claro…
La verdad es que durante y después del verano no he podido practicar mucho con la guitarra, porque la gente acude a las segundas residencias a descansar, y no se trata de amargar a nadie sus vacaciones.
Pero ha sido volver a las clases de guitarra y cambiarme de “profe”.
El tema es que ni tan siquiera me han dejado tocar algo de lo poco que sé. Por lo menos para demostrarle que algo sé.
“es muy básica la posición de dedos…” me decía el profe.
“de verdad hazme caso, que luego lo agradecerás”.
Y ya me veis cada día “ensayando” durante cinco minutos, con una postura más propia de un contorsionista que de un guitarrista e intentando que los dedos corazón y anular me hicieran algo de caso… el camino es largo, pero ya lo he comenzado. Es lo único que me consuela. Cuando los puñeteros dedos me hagan caso, os lo cuento.

lunes, septiembre 15, 2008

laser...vago?

Impresionante experiencia la del Vago. El sábado con bastante viento. Domingo menos, eolo se cansó de soplar, y simplemente nos abanicó.
Experimentando sensaciones ya casi olvidadas…(como por ejemplo desvolcar un barco). Cierto es que llevaba a un gato como tripulante más que un prestigioso cirujano, que también.
Muy buenas sensaciones. Cómo nos hacen disfrutar 4 metros y medio de plástico!.
En fin, que con el cuerpo un poco contusionado, vuelvo a la rutina del día a día con ese buen recuerdo que nos deja la singladura de ese buen barco.
El sábado que viene más. Y entonces desafiando a la mar, al viento y a los contrincantes, que buen aperitivo hay en juego…y algo del poco honor que nos queda.
Esperemos que la temperatura del agua esté en los apetecibles 22º y ya os explicaré!!.

domingo, septiembre 14, 2008

la buena crisis

Crisis. What crisis? Como decía Supertram en su famosa canción.
La recesión de la que todos se alarman y se ponen las manos en la cabeza. Yo estoy convencido de que es buena. Buena y necesaria.
Ustedes se me alarmaran y me dirán, “pero si mucha gente se ira al paro, y muchas empresas cerrarán”. Y eso es así. Y tiene que ser así. No se aguantaba este hiper consumismo en el que estábamos inmersos. Todos nos comprábamos de todo. Todos viajábamos y nos cambiábamos el coche cada dos años. Todos pagábamos precios de escándalo en restaurantes mediocres.
Aún me acuerdo las épocas en las que uno se cambiaba el coche cuando se le reventaba…y literalmente.
En el fondo eso era lo que ´debería de ser. Rentabilizar los productos al máximo. Lo mismo ocurre con las segundas viviendas. La media anual de ocupación en la Cerdaña son 13 días al año. ¿Justifica pagar lo que valen las casas por esos trece días? Pues no. Y es que además iban incrementado precios sin ningún justificante. Enriqueciendo los bolsillos de los promotores. ¿Es que ahora no se vende nada? Pues claro que no. Y tiene de ser así. De momento ir bajando precios, luego ya veremos.
¿Es que no podemos ir a esquiar cada fin de semana? Pues mejor. Porque los fines de semana que nos toque ir los disfrutaremos más. Habrá menos gente y lo valoraremos más.
¿Es que mi empresa me despedirá? Y sin meterme en camisa de once varas, yo diría que te hace un favor, porque no estás considerado en tu empresa. Igual el problema es tuyo. Pues entonces si que tienes un problema. Deberías rendir más y desvivirte por tu empresa para conseguir esa valoración que indudablemente ahora no tienes.
Y los inmigrantes… ¿Qué pasará? Pues que como aquí no se ganen la vida buscarán otro país o se volverán a sus casas.
Viviremos más felices. Porque las empresas que sobrevivan serán las realmente competitiva, y no sólo en nuestro mercado.
Los trabajadores no cualificados, igual no les hacen tantos ascos a determinados trabajos aquellos que sólo aceptan los inmigrantes.
No tendremos tanta ropa. No gastaremos en banalidades. Y además sabremos valorar lo que ya se nos había olvidado de valorar.
En definitiva seremos inmensamente más felices. Porque el tema no es si tienes mucho o poco, el problema viene cuando te comparas.
Sirva de ejemplo del niño que siempre iba descalzo porque no le podían sus padres comprar unos zapatos, y lloraba triste su desgracia. Hasta que vio a otro niño que…! no tenía pies! A partir de ese momento dejo de llorar.