martes, diciembre 15, 2009

El amigo invisible...ya sé quién eres!

Solucionado. Ya lo he encontrado. El amigo invisible es un tipo curioso. Un auténtico crac. Se pinta a si mismo. Se alquila como espía.

Si necesitas contratarlo para que se disfrace de jardín o de campo de golf, lo hace. Pero igual lo que necesitas es que se disfrace de “trozo” de tractor para que pase desapercibido en las manifestaciones de los payeses, por ejemplo. También se puede disfrazar de "grafiti" o incluso accede a disfrazarse de zonas de despacho de despacho.
La ventajas son muchas. Desde espiar a alguién del despacho hasta escuchar una conversación secreta en un campo de golf. El tema es que el disfraz es tan perfecto que hay que preveer el día que hará porque si hace sol el contraste de la luz es diferente que si hay sombra.Y por ende el tipo de brillo de la pintura.



Lo que es increíble es que hay gente para todo. Y me pregunto de que vive. Aunque con la facilidad que tiene podría disfrazarse de "corner" de Corte Ingles y cuando cerraran podría “ponerse “ las botas.


Lo que no podría trabajar es de estatua en las Ramblas, porque nadie se enteraría que está ahí. Es brutal.

También se podría colar en una partida de poker en la habitación y así poder indicar mediante signos tipo mus si el contrincante tiene buen juego. O el viejo sueño machista el colarse en el vestuario de mujeres de un gimnasio.



Y esto me recuerda el primer día que me apunté al Dir de Diagonal.
Si no vas con alguien que sepas que estás destinado a hacer el ridículo.
Llegas animado. Te propones ir cada día, piensas mientras bajas las escaleras hacia los vestuarios.
Me lo "currare" y se me quedará un cuerpo "serrano"...que vais a ver!
Anda! Si no he preguntado cual es el vestuario. Hay dos vestuarios. Dudo, pero veo entrar a una rubia con la toalla en el hombro que entra en uno. Pues fácil no. Será la otra puerta, y me meto. Dejo la bolsa en un banco y veo que todo son tias!. Joder que agobio. Algunas vestidas peinándose, otras en topless. Me clavan sus miradas de desprecio, y con razón claro. Reacciono. Salgo al pasillo otra vez. Habrá que preguntarlo. Y yo que quería pasar desapercibido!. Veo a un tío que entrar en el vestuario que he descartado. Joder! Un vestuario mixto! Pienso. Una vez dentro confirmo de que hay más hombres. Uf por fin! Cuando veo a la chica rubia que me "engañó" con los pechos al aire y una toalla cubriéndole las partes intimas. Me fijo en el cuello. Coño! Si es un travesti!. No tengo nada contra ellos, pero ya es mala leche encontrarte con uno el primer día entrando en el vestuario. Mejor será que me relaje. Bueno a coger una taquilla. Joder, la monedita. Si me hubieran avisado. Para variar no tengo monedas. Y claro, lo de siempre. Nadie tiene cambio. Coge la bolsa sube las escaleras pide cambio en la recepción, que tampoco te dan y te mandan al bar donde una persona gruñendo te da cambio. Y de vuelta al vestuario.
Siempre te olvidas algo. Coño! Las “chancletas”. Intentas no pisar directamente el suelo con los pies. Piensas en los millones de gérmenes (que no sé que deben ser eso de los gérmenes, pero deben ser microscópicos bichitos infectos…) que están esperando poseer tus pies. Ya lo tengo. Coloco las bambas y me visto encima de ellas para no contactar con la rejilla infecta. Claro. Pierdo el equilibrio y contacto. Bah! No pasa nada.
Salgo con la toalla. He perdido ya demasiado tiempo. Que rollo.No quedan bicis de spinning.
¿Porqué todo el mundo me mira como si supieran que es mi primer día? ¿Será porque he cogido la toalla de la ducha y todo el mundo va con una mini toalla?
Solución. Vuelve a dejar la toalla en la taquilla y coge una toalla pequeña, como todos.
Joder! Se han acabado ¡ que mala suerte. Ahora dicen que traerán más. Pero ¿para qué necesito una toalla pequeña? pienso. Pues es verdad. Así que me paseo por la maquinas. Observo a la gente como lo hace. Parece fácil. Te sientas, gradúas el asiento y seleccionas el peso. Te esperas a que quede una maquina libre y te sientas. El chaval, levantaba 50 kilos. Yo calculo por lo “enclenque” del chaval, que yo podré con unos 70 kilos.
Ostias! no puedo ni levantarla una vez. Empezaré desde 40 kilos. Uf Como cuesta Estoy peor de lo que me pensaba. Ves como la gente se mira a los espejos desde todos los ángulos. Pavonean delante de las chicas. Que presumidos. Me asomo a la sala de spinning pero todas las bicicletas están ocupadas. Ya volveré.
Que coñazo esto del gimnasio. Veo un aparato que parece interesante. Es una tabla de abdominales que se inclina con un mando. Me toca. Me subo. Me fijo los pies y aprieto el mando la flecha hacia arriba. La camilla me levanta de los pies. Esperaré hasta subir un poco más. Noto que me sube la sangre a la cabeza. Joder se me ha escapado el mando. Y no puedo bajar. Intento alcanzar el mando con la mano pero no puedo.
“señorita, señorita….me puede ayudar?”
Pero que ridículo.
¡Que día! ¿Qué más me pasará mi primer día de gimnasio?.
Suerte que lo que quería es pasar desapercibido. Que sino!. Luego en el despacho comento lo del travesti y todo el mundo ya lo sabía…
Como soy terco me habitué cada día al DIR, pero sólo para hacer clase de spining. Me ayudaba a prepararme para la “Pedals de Foc”. Y reconozco que es una buena manera de entrenarse pero nada que ver con las escapadas al mediodía por Collserola.
Acabó mi reto y me desapunté. Vaya mundo más raro el de los gimnasios. No digo que este mal, pero no es para mí.
Por cierto estuve yendo casi tres meses cada día, y no volví a ver al travesti. Que según me explicaron se dedicaba a disfrazarse y se pintaba hasta que conseguía pasar desapercibido!...Ostias…El amigo invisible!

domingo, diciembre 13, 2009

sobre el frío...




El tráfico de navidad es algo antipático e inevitable. En estas fechas el que normalmente se desplaza en coche, lo seguirá haciendo, y el que no va en coche también lo cogerá. Se supone porque deberá cargar con los regalos y cestas de navidad de sus proveedores. Claro que tal y como está el patio, poco podrá cargar.
Otro motivo para coger el coche es por el frío. Aunque se llegue más tarde se hará confortablemente en el asiento de mi coche. ...y si hay tráfico, pues dos piedras. Ya se llegará…pero ¿que frío? Si no está haciendo frío. De momento. Probablemente cuando leáis esto estaremos en los días más fríos del año.
Me gusta el frío. Es una sensación desagradable que incita a otra agradable cuando se entra en algún lugar “caliente”. Es precisamente ese contraste el que me gusta. El contraste es el secreto de todo. El sentirnos bien después de sentirnos mal. El disfrutar del descanso cuando se acaba el intenso ejercicio. El tener un fin de semana que rompa la rutina diaria.
Reconozco que a partir de una intensidad, la sensación de frío incomodo se convierte en dolor.
Chamonix. Nos montamos al telesférico del Mont Blanc, el más alto de Europa a casi 4.000 metros. La temperatura era de unos 5º bajo 0. Salimos del telesférico con un guía para bajar por una ladera del Mont- Blanc. El viento era fuerte. Antes de empezar a bajar esquiando tenemos de caminar por una cornisa durante unos 150 metros. Precipicio a los dos lados de la cornisa. Somos tres. Bernardo, el guía y yo. Nos atamos. Por seguridad. Avanzamos con lentitud, clavando las botas de esqui en la nieve a cada paso. Al poco tiempo se me congela la mano izquierda. O por lo menos esa era la sensación. Hablo con el guía que me coge los esquis. Llevamos unos 70 metros de los 150. Intento no mirar hacia abajo. Una caída sería fatal. Lo estoy pasando mal, el dolor en la mano hace que me tenga de parar. El guía me grita para que mueva el brazo con rapidez trazando. Al cabo de unos pocos segundos el dolor remite. La sangre vuelve a circular, proseguimos la marcha y acabamos la cornisa. Ante nosotros una apasionante “pala” de nieve virgen. Toda la montaña para nosotros. El guía nos prohíbe adelantarlo. Al principio no entendemos porqué pero de vez en cuando vamos haciendo diagonales. Cuando llegamos al final de la bajada miramos hacia las trazas que hemos dejado. Y nos quedamos impresionados de las marcadas grietas que habíamos evitado haciendo las diagonales. Bajando con la perspectiva que se tiene no se ven las grietas. Sin guía habríamos bajado en línea recta. Y desde luego caer en una grieta significa una muerte segura. De hecho cada año mueren esquiadores en esa bajada (le valle Blanche), de gente que no conoce dónde están las grietas. Fue un gran día. Pero el dolor que sentí en la mano por el frío, ha sido algo que no he vuelto a sentir desde entonces. Pero te imaginas a los escaladores que constantemente están expuestos a congelaciones, y de hecho pierden dedos de la mano o del pie. Dicen que la muerte por congelación es algo dulce. Llega un momento en que sobrepasas el umbral del dolor, y no sientes el frío. De hecho a los que encuentran congelados tienen el rictus como si estuvieran sonriendo…mejor no probarlo.
Escribo esto Domingo 13 desde mi casa en Urus. Justo antes de “disfrazarme” para subir al refugio en MTB. Me abrigaré porque el frío que pronosticaban ya ha llegado. Estamos en estos momentos a – 6,5º …pereza…pereza yo?...de salir con este frío?
bah!....mariconadas….os cuento si no me amputan los dedos al volver…

Curso de piloto para aprendices...o algo así



Es curioso pero cada año cuando se acercan estas fechas recuerdo una anécdota que me pasó un día antes de Navidad. Ocurrió ahora hace 6 años. Yo trabajaba por mi cuenta y estaba en el despacho de un proveedor, que estaba agobiado por la Navidad, en este caso agobiada porque era una mujer. El caso es que no podía “escaparse” del despacho para ir a comprar un libro en una librería del barrio de Gracia.
“no puedo ir, y me falta un libro para regalar y no llegaré a tiempo…y con el tráfico que hay…!” me decía lamentándose Rosa.
La verdad, es que yo ya lo tenía todo hecho y me ofrecí a ir a buscárselo en un “golpe de moto”. Pensé que le hacía un gran favor, y a mi poco me costaba…
Me encargó tres libros iguales. Y me dio la dirección de la librería. Estaba en Gracia, pero en la misma calle de Travesera de Gracia por lo que no me costaría llegar, pensé.
Rosa no se acordaba del número de la calle, ni tan siquiera del nombre de la librería, pero me dio unas indicaciones que no generaba dudas. “aparcas justo antes de llegar al mercado, y la librería esta a unos 50 metros en la acera del lado de montaña.
Como era vísperas de Navidad se palpaba en el ambiente un nerviosismo propio de esas fechas. Las calles colapsadas, y yo en moto en lugar de llegar en 10 minutos, tardé 40 minutos!.
El libro en cuestión era un libro un poco especial, me contó Rosa, porque era el primer libro que publicaba esta escritora y sólo lo vendían en esa librería. Me extrañaba que no lo tuvieran en el FNAC ni similares. Pero Rosa me aseguraba que no.
Se titulaba algo así como “curso de vuelo para aprendices”.
-Bahh…¿me estás tomando el pelo? – le preguntaba riendo a Rosa
-No. no….te lo juro…no te fíes del titulo, que no tiene nada que ver. – me decía totalmente convencida. – yo lo he leído y es un libro maravilloso!.
Mientras me dirigía a la librería, iba pensando en lo absurda de la situación: me he ofrecido ir a comprarle a Rosa sus regalos de Navidad, que aunque tengo una relación comercial y es proveedora, no la conocía tanto, y de hecho, tampoco me había pedido que fuera , fui yo que al verla tan desesperada me ofrecí. “seré tonto!” pensaba. “Bueno, si es un libro tan especial compraré uno para mi, y ya tengo un complemento para los regalos de Navidad” reflexionaba intentando justificarme.
Era un día frío y estresante, pero al final, llegué a esa librería. Tenía poco aspecto de librería. Puerta pequeña de madera con cristales cuadrados. Fuerte olor a incienso. Y me cruzo con una señora, probablemente la jefa, que en ese momento sale de la tienda.
Ahora vuelvo. No estaré más de un minuto…te apetece café, o cortado o algo?
Miro para ver confirmar que está hablando conmigo, porque la verdad sin conocer a nadie no te van ofreciendo cafés…pero como fue tan inesperado…le dije
“Cortado…pero tengo monedas si quieres”
La seguí con la mirada como cruzaba la calle y se metía en un barucho.
Joooder!...Con el estress que tiene todo el mundo y yo aquí. En no se sabe que librería esperando que me traigan un café. Si es que igual no es la librería, pensaba. Pero tenía toda la pinta.
Mientras esperaba el café, me saqué el Barbour y la bufanda. Y lo colgué del respaldo de una de las dos sillas. Miré la estantería. Todo eran libros de esos de Autoayuda y esotéricos. Me pareció leer algún titulo sobre el Tantra. Y habían varios sobre yoga…
A decir verdad, la librería no estaba mal puesta. No era grande pero tenía cierta gracia…si no fuera por el olor ese…
Sonreía. No podía hacer nada más que esperarla. Pero iba notando como me iba relajando. Entonces llegó la señora con los cafés.
“siéntate, por favor” mientras dejaba mi cortado y su café en el mostrador.
“azucar…?”
“si gracias…una cucharada…Muchas gracias por su amabilidad pero yo sólo vengo a comprarle un libro.., ” le dije sonriendo. Igual se había confundido y se debía confundir con otra persona…
“si,si…ya me lo imagino…todavía me quedan varios, pero los he vendido muy bien. Si quieres la semana que viene la escritora nos dará una charla aquí mismo y estás invitado”.
De pronto me di cuenta que no le había dicho que libro quería! Se estaba confundiendo de persona.
“perdone…es que no le he dicho de que libro se trata” le insinué educadamente.
“de tu, de tu…por favor” respondió sonriendo. “no hace falta que me digas el libro porque es el de “curso de aviación..”
Me quede no sorprendido. Sino acojonado. ¿Qué era aquello? Y quién era esa señora?
Me di cuenta que me había levantado de la silla un poco nervioso, y ella también se dio cuenta y me intentó tranquilizar.
“no te asustes…pero he adivinado el libro que quieres porque ya habéis sido bastantes los que como tú, han llegado por primera vez a está pequeña librería buscando el mismo libro…cuantos quieres?”
“Joder con la tía. Además sabe que quiero más de uno, y eso tampoco yo se lo he dicho y creo que es más difícil de deducir…” pensaba
“Me llevaré seis ejemplares…si es tan especial…”
“Si que lo es…además de ser muy especial, cada ejemplar va con una carta que tienes de escoger personalmente. Es la tarjeta de tu suerte…” me dijo totalmente convencida.
“ pero tres de los libros no son para mi, y no sé para quién son!”
No te preocupes, pero lo único que pasa es que si no eligen la carta, no les funcionará…En cuanto a tus tres libros, tienes que escoger la carta pensando en quién se los vas a regalar…”
“ Uno es para mi cuñado Ignaçi, que me a tocado como amigo invisible…Otro para mi hermano Toni y el otro para mi..”
Sacó una baraja de cartas del tarot. Y sin que me dejara verlas, colocó cada carta en los libros que le indicaba.
Apuntaba en Boli en la primera hoja de cada libro el nombre para quién era el libro con mi elección de la carta para cada uno.
Mejor que no mires las cartas hasta que regales el libro. Y tu hasta que lo empieces…
Luego otra carta de la caja de cartón de donde las sacaba y me la enseño. No era bien bien del tarot, porque las cartas tenían una pequeña descripción.
Pague 12€ por cada libro y no me dejó pagar el cortado. Era una persona muy amable, y con el tono de voz muy relajante. Parecía que estuviera realmente en otro mundo, sin prisas. Y creo que lo estaba.
Cuando salí de la librería me sentía sumamente contento. Era una sensación pera esa señora me había dado muy buenas vibraciones.
Calculé que había pasado casi una hora y media en esa extraña librería, hablando del libro y de muchas otras cosas, con una persona que no me conocía de nada, luego estuve pensando y no sé cómo pero llegué a la conclusión de que si me conocía. También era extraño que en ese intervalo de tiempo nadie hubiera entrado. Era como si estuviera esperándome.
Total que le lleve los tres libros a Rosa. Y cuando se los entregue me preguntó ¿Qué tal?
“ha sido increíble. En todos los sentidos”. Le dije a Rosa sin entrar en detalles
A veces pasan cosas que no entendemos porque pasan, pero creo que lo que pasó ese día estaba escrito que tenía de pasar.
Y para acabar os diré que regalé el libro con las cartas a cada uno.
Yo también me lo leí. En una noche!. Y debo de decir que realmente fue un libro increíble. A veces lo he buscado, pero no sé donde lo puedo tener porque no lo encuentro. Y me gustaría volverlo a leer a pesar de que casi nunca releo los libros. Mi cuñado tampoco se acuerda y mi hermano no recuerda ni que le regalara un libro.
El despacho de Rosa cerró. Y no sé donde trabaja. Alguna vez he pasado en moto por la calle travesera de gracia a la altura de la librería. he intentado acordarme donde está esa librería para pararme y no la veo. No se si han cerrado… Tal vez algún día lo encontraré.